Si nos ponemos en el lugar de los niños y empatizamos con sus temores y frustraciones entenderemos que no lloran o se equivocan para molestarnos, y podremos comprender que sus problemas emocionales no son solamente por sus trastornos de lenguaje, sino por el modo en que nosotros manejamos sus dificultades.
Fortalecer nuestra labor como padres se logra estando presentes, escuchándolos y prestando atención a lo que ocurre en sus vidas, comenzando por nuestras interacciones cotidianas. Al estar atentos, podemos detectar sus desafíos y guiarlos con fortaleza y amor.
La terapia ocupacional es parte del trabajo de un equipo multidisciplinar cuya finalidad es la recuperación motriz del individuo en múltiples situaciones de invalidez donde el desempeño ocupacional se ve limitado o en riesgo por enfermedad, traumatismo o envejecimiento.
Los niños aprenden de lo que ven. Como padres, tenemos la responsabilidad de mostrarles con nuestro comportamiento lo que significa vivir con integridad, bondad y respeto hacia los demás. No podemos programar a nuestros hijos como si fueran computadoras, dictándoles una lista de valores y esperanzados en que simplemente los incorporen. Ellos necesitan ver esos valores en acción.
El cuidado de pacientescon Alzheimer es un desafío continuo que puede generar una carga emocional, física y psicológica significativa en los cuidadores. Por ello, implementar estrategias de autocuidado es esencial para garantizar el bienestar de quienes asumenesta responsabilidad.
Las actividades compartidas no solo facilitan la comunicación, sino que también fortalecen el vínculo afectivo, creando un espacio seguro donde los niños pueden expresar sus emociones y preocupaciones
Los hijos son el espejo de los padres, hacen con otros lo que aprenden o no en casa. Por eso es importante enseñarles a comunicarse de manera positiva.
La equinoterapia logra mejoras en los pacientes a partir de los movimientos del caballo. Los antiguos griegos ya tenían idea de que montar caballos prevenía y curaba ciertas dolencias.
No es extraño pensar en la conciencia fonológica como un proceso en el que los alumnos adquieren el sonido de las letras según van alcanzando y progresando en lectoescritura. Actualmente se suele enseñar la conciencia fonológica de manera paralela a ese lenguaje escrito, pero no solo nos podemos quedar en este punto, hay que abordar el proceso de manera más profunda, partiendo siempre de las unidades más pequeñas del lenguaje.
No es la didáctica sola ni la tecnología aislada, las que puedan accionar una experiencia práctica para que logremos un aprendizaje de calidad.
Indistintamente de la función de cada una, deben implementarse sus aplicaciones al perfil del estudiante, necesidades académicas y el apoyo tecnopedagógico.