Generalmente, observamos las superficies en los objetos grandes (como las casas, el pavimento de las calles, etc.), o en los objetos pequeños que nos rodean. Cuando decimos que miramos un cuerpo, tridimensional, lo que miramos casi siempre en la superficie de este cuerpo.
A veces la vemos entera, como en el caso de la superficie de una pelota o de la piel de una fruta, y otras veces se nos presenta subdividida en varias partes, como en el caso de una caja cerrada que tiene muchas caras. Pero para que podamos decir que hay un cuerpo, su superficie, entera o hecha en partes, debe limitarlo y, por lo tanto, debe ser cerrada.
Una de las mejores actividades que se pueden hacer en la escuela primaria es este sentido es experimentar, observar y dialogar mucho con los niños y las niñas para que aprendan a distinguir las superficies de los volúmenes que determinan, en el supuesto de que sean cerradas.
Podemos hacerlo, por ejemplo, con algunas frutas, distinguiendo la piel de la parte de dentro, y ofreciéndoles a los niños ocasiones para que vayan construyéndose, poco a poco, imágenes mentales de superficies, las cuales forman parte de los objetos o cuerpos limitándolos (es como si los envolvieran). El cuerpo es todo: el espacio o volumen del interior y su superficie.
Editorial: Rosa Sensat
ISBN: 9788492748129
Publicado:6/2009
Páginas: 120
Idioma: Español
Encuadernación: Rústica