Las aves conservan algo del canto de la creación del mundo. Antes de su aparición existía un silencio pétreo. Susurros de helechos y deslices de arenas. En la demosofía o sabiduría de los pueblos las aves conservan algo del canto de la creación.
Un lingüista racionalista o cartesiano se preguntaría convencidamente ¿A quién se le puede ocurrir hablar o escribir sobre la comunicación de los animales o de las aves (si Ud prefiere “pájaros”). Más aún cuando la brillantez del pensamiento Chomskiano enseña que sólo los seres humanos poseen la “facultad del lenguaje articulado”, lo que nos hace diferentes a los demás seres vivos.
Alguna vez en mis pocas incursiones en importantes librerías de nuestra América latina, en los espacios entre una u otra conferencia en las que asistí como invitado a hablar sobre cuestiones relacionadas con la adquisición/ desarrollo del lenguaje, me encontré con dos grandes obras que tratan sobre la comunicación de las aves. Se trata de “El Lenguaje de los pájaros” de M. Satz (Ed Elfos, Barcelona, 1985 y “El lenguaje de los pájaros” de Farid Din-Attar, Alianza Editorial, 1978. Hace unas dos semana ubiqué estos título en mi biblioteca personal los que he desempolvados y comenzado a releer en la tranquilad del retiro laboral-académico. He aquí alguna ideas- creo - merecen ser divulgadas para el público general, no especialista, y también quienes se interesen por el tema.
Las aves conservan algo del canto de la creación del mundo. Antes de su aparición existía un silencio pétreo. Susurros de helechos y deslices de arenas. El Ave Fénix, de la que habla el escritor sufí Al-Jilí, es “el símbolo de la ubiquidad y la omnisciencia”; los pájaros son mensajeros por antonomasia. Entre los aztecas, la lechuza – relata- era el ave de los infiernos, guardadora de la casa obscura de la tierra. En la antigua Grecia, se asemejaba a la sabiduría. El Rey Salomón era tan sabio, capaz de hablar con todos los seres vivos de la tierra. También Fulcanelli ( -1932), alquimista francés dice que el lenguaje de los pájaros, en “las Moradas Filosofales”, es una lengua fonética basado únicamente en la asonancia (repetición de vocales) donde no se toma en cuenta la ortografía, por así decirlo, y que podría ser el origen del lenguaje. En nuestra América, apreciamos variante del canto de los pájaros según el lugar de origen. Es hermosa la taquigrafía de los silbos y trinos como la escritura cúfica (caligrafía especial) de los suras o capítulos del Corán, sostiene Farid Din – Attar.
En la demosofía o sabiduría de los pueblos las aves conservan algo del canto de la creación. El “Pájaro de Fuego” de I. Stravinsky alude al estado angélico y a un proceso iniciático del Ser Humano. También tanto en la Mesopotamia (actual Irak) como en el antiguo Egipto los muertos se transforman en pájaros en su viaje a la ultratumba. El canto de los pájaros expresan lo mejor de los estados espirituales del Hombre. Incluso el propio Adán – relata M. Satz - habría usado este lenguaje para describir las cosas creadas. Muchas de las melodías populares tendrían su origen en la imitación del canto de las aves. Con ello – Adán - aprendió a permanecer unido al mundo natural. El mismo San Francisco de Asís amó en ellos – los pájaros - la música angelical que como hechizos anunciaban la primavera. Nos sorprende hoy pensar cuántas especies han desaparecido o –incluso – eliminados como formas de cazas furtivas.
Sin ir más lejos, en nuestro país tenemos el equivalente al “Ibis” de Egipto, conocida acá como “bandurria” considerada como la reencarnación de Hermes, es decir, representa la “sabiduría” y el “aprendizaje”. O nuestro bien conocido “halcón” y derivados como “dios de la luz”. Desde que los hombres observaron el canto, color y el vuelo de las aves hasta la obra del escritor persa Farid Uddin Attar (siglo XIII) “las golondrina van y vienen hablando de caracoles marinos”, las blancas palomas o tórtolas enseñaron a amar a Venus y volaron con el Espíritu Santo después del Diluvio trayendo ramitas de olivos. El pelícano medieval fue considerado como la generosidad de Jesús que hizo posible beber del cáliz su sangre. Así cientos de aves volaron hasta convertirse en símbolos de amor, libertad y belleza. El hombre terrenal no podía más que envidiar la ingravidez de sus hermanos alados, dice Attar. El escritor portugués F. Pessoa (1888-1935) nos dejar en su poesía “pasa pájaro, pasa y enséñame a pasar”.
Finalmente, digamos que muchas aves azules en las distintas mitologías como el “Pájaro Azul” de M. Maeternlinck o el “Pájaro de Fuego” de Stravinsky – repito - aluden a “estados angelicales de situaciones iniciáticas”, por encima del horizonte humano sobrevolando nuestra vida diaria. A las aves les debemos mucho más que el arte de volar, la pluma de la escritura y los cantos que copian las flautas. R. Steiner (1861-1925) el gran antropósofo (el autoconocimiento conduce al hombre espiritual) decía que “los pensamientos son en el Hombre como las plumas de los pájaros”.