Desde los primeros meses o semanas los bebes aprenden sonidos verbales o lingüísticos, incluso desde la vida en el vientre materno. La voz de la madre es uno de los tantos que percibe auditivamente antes del nacimiento. Desde entonces un recién nacido es capaz de distinguir la voz de la madre (por eso se llama lengua materna) de ruidos y sonidos e incluso otras personas lo que demuestra la gran realización innata del lenguaje como facultad.
(dedico esta reflexión a mi nieto Leonardo Sigersson- Silva (7) que crece entre inglés –castellano-inglés)
Es una pregunta que no siempre se hace cuando se quiere explicar el proceso del bilingüismo. Cualquier adulto que ha aprendido/adquirido una segunda lengua puede dar fe de lo complicado que es dicho proceso, sin embargo un niño(a) lo hace sin mayores problemas. Cuando a los tres años se crece en una familia que se comunica en dos lenguas, de seguro que surge la interrogante ¡puede tener problemas para comunicarse! O ¿aparición tardía del lenguaje?
Las investigaciones en este campo demuestran que este no es el caso, la psicolingüista de la Universidad de Washington, así lo sostiene recientemente, (2016) Prof. Naja Ferjan. E incluso va más lejos: la primera infancia – agrega - es la mejor edad para aprender una segunda lengua. Los niños que “viven” en dos lenguas desde sus primeros años pueden hacerse bilingüe en ambas, mientras que en el adulto, con mucho esfuerzo, se las arregla de múltiples formas para aprender una segunda lengua (L2), no siempre logrando una fluidez natural.
Sobre bilingüismo, la verdad es que la literatura es bastante abundante hoy por hoy. Empezando por reconocer que ya desde los primeros meses o semanas los bebes aprenden sonidos verbales o lingüísticos, incluso desde la vida en el vientre materno. La voz de la madre es uno de los tantos que percibe auditivamente antes del nacimiento. Desde entonces un recién nacido es capaz de distinguir la voz de la madre (por eso se llama lengua materna) de ruidos y sonidos e incluso otras personas lo que demuestra la gran realización innata del lenguaje como facultad.
El aprendizaje lingüístico depende de la capacidad para procesar sonidos verbales y distinguir aquellos que no lo son. D. Ingram (1990, University of British Columbia) los denominó “precursores del habla”. En conjunto, entre todas las lenguas del mundo existen unos 800 sonidos o fonemas aproximadamente. Cada lengua en particular utiliza unos 40 de ellos que permiten diferenciar una de otra (L1-L2). Desde el nacimiento, el cerebro de un bebé posee ese talento especial: puede distinguir estas diferencias. Ello significa que puede, en esta edad, aprender o adquirir cualquier lengua a la que se le exponga. Pero, poco a poco, como que se va quedando con aquellos (consonantes/ vocales) que pertenecen a los de su origen. Entre los 6 y 12 meses, los bebés que crecen en un ambiente monolingüe (solo su lengua materna) se especializa - digámoslo así – en el subconjunto de fonemas de esa lengua. Se hacen experto solo en eso la L1. Pero al llegar a sus primeros “cumpleaños” el niño(a) monolingüe comienza a perder esa natural habilidad para distinguir fonemas o sonidos más allá de su ambiente verbal natural u originario.
¿Desde el punto de vista neurológico, cuál es la diferencia entre crecer monolingüe o bilingüe? ¡Interesante pregunta! Conocer cómo el cerebro de un bebé aprender una o dos lenguas, o, más de dos, es necesario entender los hitos o etapas cuando se aprender a hablar. Los padres de niños(as) bilingües informan que no saben cómo explicar lo que es típico o esperado de algo inesperado cómo es empezar a hablar en una u otra lengua. La clave está en cómo el cerebro procesa los sonidos de entre dos lenguas o más. Esto se ha estudiado con tecnología, no invasiva, o “magnetoencefalografía” (MEG) que con bastante precisión ubica el tiempo y lugar de la actividad cerebral cuando el bebé se le expone a una u otras lengua (el estudio se ha hecho en inglés-español-inglés) principalmente en relación a los “marcadores de sílabas”. Las diferencias son notorias. Alrededor del primer año (11 meses) justo antes de la emisión de la primera palabra los registros cerebrales mostraron que: a) en el ambiente monolingüe, el bebé se especializa en los sonidos de su lengua materna, no en el de una segunda lengua que puede ser no familiar. b) En ambiente bilingüe donde se usan ambas lenguas en forma constante, el cerebro se especializa en ellas. Estos hallazgos muestran que el cerebro de los bebés “sintonizan” simultáneamente a la L1 o L2 de su ambiente. Y que, en alguna medida, l(a)os niño(a)s bilingües no se quedan atrás en ninguna de las dos como a menudo, se cree/piensa, que existirían “interferencias”, o, que el manejo del léxico (vocabulario) disminuye en una más que en otra. Lo que sí es observable en el comportamiento verbal de un niño(a) bilingue son el “cambio de código” (code-switching) y la “mezcla de código” (code-mixing). Procesos que es importante entender. El primero es el “traspaso” de una a otra lengua según la situación comunicativa; en lo segundo, la utilización de vocabulario de una lengua a la otra, con la sintaxis de la otra, lo que se conoce como la “ventaja bilingüe” por la importancia en desarrollo cognitivo. Sobre esta base se deduce que “ser bilingüe” es la norma, más que una excepción. Se sabe que la “función ejecutiva” se ve bastante mejorada en el bilingüismo, entre otras, como la facilidad en el cambio de atención y resolver problemas con mayor facilidad. Las funciones ejecutivas ocurren en el lóbulo prefrontal del cerebro las que ,específicamente, posibilitan la toma de decisiones “racionales” como planificar, organizar, revisar y evaluar las nos acompañan toda la vida. Otra ventaja es el incremento de las “destrezas metalingüísticas” (hablar del lenguaje por medio del lenguaje y entender mejor cómo funciona una lengua) lo que permite el aprendizaje de una tercera y más. Se cree que protege del deterioro cognitivo relacionado con el Alzheimer y distintas forma de demencias. En todo caso, y como conclusión, se recomienda que el aprendizaje o adquisición de una segunda lengua sea siempre lo más temprano posible.