Entrar en el mundo interno de la otra persona requiere una actitud receptiva al cambio que en conflictos muy enquistados es muy difícil de activar.
Desde esta perspectiva y desde el sentido común, ¿como se soluciona el conflicto, cuando el origen es la confluencia de intereses contrapuestos?
Cuando cada uno de los miembros del equipo de trabajo asume como propio y personal metas u objetivos comunes a todos (metas supraordenadas) y que superan a los intereses personales. En nuestro ámbito de trabajo, por encima de todo tenemos un objetivo común, ambicioso y complejo: la calidad de vida del paciente
convierten en un motor personal si están supeditados al objetivo común de cualquier profesional sociosanitario, el paciente. Si tenemos presente este objetivo en cada una de nuestras intervenciones nos evitaremos problemas de competitividad entre miembros del equipo, fuente de importantes conflictos. Lo más importante desde la visión de la gestión de los recursos humanos, nuestro trabajo será eficiente porque no se dilapará ningún esfuerzo personal en “luchas” internas.
Teoría de la Identidad Social
El punto de partida de esta teoría es que el mundo social es tan complejo y siempre está en constante trasformación que sería prácticamente imposible aprender y ordenar la cantidad de información que se genera en la interacción social. Por una cuestión de economía y de supervivencia, los humanos tendemos a simplificar el mundo social en categorías sociales, donde “reducimos” las diferencias entre los elementos de una misma categoría social y “exageramos” las diferencias de los que pertenecen a categorías diferentes. Ejemplos en el día a día nos sobran; los del “Barcelona” o los del “Madrid”, los “funcionarios”, las “mujeres” los “hombres”, etc. Nosotros, los profesionales del campo de la rehabilitación psicosocial, no escapamos de esta forma de categorizar el mundo social. Incluso tenemos más riesgo que otros ámbitos laborales, porque nos relacionamos con un conjunto de distintas profesiones cuyo conocimiento previo de entrada es mínimo, por lo tanto, “nos agarramos” a los estereotipos que nos hemos creado para interpretar a la variedad de profesiones que intervienen en nuestro campo de actuación. Realmente, ¿Quien conoce de entrada, el objeto de estudio y las técnicas de intervención propias del: terapeuta ocupacional, educador social, musicoterapeuta, psicomotricista, arterapeuta, psicopedagogo, etc.? Cuando aparecen el equipo de rehabilitación estas figuras y las más consolidadas que también pesan sobre ellas los estereotipos, si no somos conscientes de este proceso categorización social, nos empezamos a relacionar, no con el terapeuta ocupacional sino con el de las “manualidades”, o el de las “pensiones” en el caso de la trabajadora social, o “monitor de tiempo libre”, en el caso del educador social o el de las “pastillas” en el caso del psiquiatra. El conflicto si nos dejamos llevar por este proceso dicotomización, esta asegurado.
¿Cómo podemos desmontar estas categorías sociales? Que cada colectivo profesional se conceda la oportunidad de conocer con una cierta profundidad la aportación específica de la otra disciplina profesional en el objetivo común. Es decir, acercarnos a la otra profesión con respeto, con una mentalidad abierta y observar que parte de toda la realidad que envuelva al paciente, es “responsabilidad” de la otra profesión en base a los postulados teóricos y experiencia práctica. Esta conferencia no es lugar de explicar con detenimiento el objeto específico de cada profesión que interviene en salud mental y las técnicas de intervención específicas que nos propone cada disciplina profesional. Si que me gustaría destacar que si realizamos este proceso interno de acercarnos a la otra profesión nos encontramos que: todos tenemos modelos teóricos propios, métodos de valoración, procedimientos de intervención, un paradigma, unos niveles de evidencia científica y una tradición práctica en la intervención con pacientes mentales. En definitiva, nos daremos cuenta que con el trabajo individual nos dejamos aspectos imprescindibles en nuestro objetivo común, la calidad de vida del paciente, que la aportación específica de cada profesión es única, se puede suplir en un momento determinado pero nunca sustituir y que utiliza el método científico para entender y actuar en la problemática del paciente mental. Es importante destacar que esta teoría sitúa el origen del conflicto en la mente de las personas por tanto, pretender gestionar un conflicto cuya causa está en la parte interna del individuo es un proceso complejo y en ocasiones ineficiente.
Entrar en el mundo interno de la otra persona requiere una actitud receptiva al cambio que en conflictos muy enquistados es muy difícil de activar.