La introducción de las TIC en la Educación amplía y pluraliza los espacios posibles para el intercambio simbólico entre aprendices, entre aprendices y orientadores del aprendizaje. Teniendo en cuenta que el campo de conciencia individual se estructura y dinamiza a partir de la asunción interpretativa que cada sujeto hace de sus vínculos interpersonales, es admisible suponer que las TIC pueden viabilizar el enriquecimiento de lo que el Enfoque Histórico-Cultural (Vigotsky, L. S., 1987) reconoce como Situación Social del Desarrollo de todos los actores en interacción.
El uso de las TIC para el aprendizaje como proceso dialógico
Aprender se puede si se participa en alguna relación social de cooperación, pues tiene su origen en la comunicación con otras personas y es en la comunicación con otros que se manifiestan sus resultantes y su impacto evolutivo. La interacción simbólica es la autopista del aprendizaje, en medida creciente mientras mayor sea su cualidad dialógica, su vocación de diálogo en el sentido liberador (Freire, P., 2003).
La introducción de las TIC en la Educación amplía y pluraliza los espacios posibles para el intercambio simbólico entre aprendices, entre aprendices y orientadores del aprendizaje. Teniendo en cuenta que el campo de conciencia individual se estructura y dinamiza a partir de la asunción interpretativa que cada sujeto hace de sus vínculos interpersonales, es admisible suponer que las TIC pueden viabilizar el enriquecimiento de lo que el Enfoque Histórico-Cultural (Vigotsky, L. S., 1987) reconoce como Situación Social del Desarrollo de todos los actores en interacción.
De ocurrir así, se verifica la multiplicación de las probabilidades de crecimiento personal mediante la gestación de nuevas Zonas de Desarrollo Próximo, las oportunidades de Elaboración Vivencial resultantes de la problematización conjunta y el aprovechamiento de los Períodos Sensitivos para el anclaje de contenidos desconocidos hasta el momento.
A pesar de eso, es cierto que el uso de las TIC en condición de medios para aprender puede restar tiempo real a la creación de situaciones de comunicación directa. Incluso si las TIC llegaran a sobreestimarse, empleándolas para sustituir las situaciones presenciales, la adhesión podría desvirtuar la naturaleza del aprender por enajenación deshumanizante.
Por el contrario, la utilización adecuada de las TIC –en dependencia siempre de la concepción general sobre la Educación que se asuma– puede ser resorte del perfeccionamiento educativo, de acuerdo con la posibilidad que brindan de añadir nuevas sendas para el diálogo en la autopista del aprender.
El uso de las TIC para la construcción de saberes
Ha sido suficientemente probada la tesis sobre las consecuencias positivas del empleo de las TIC en la educación, en cuanto al incremento de los aprendizajes que los estudiantes logran al convertirse en usuarios de equipos multimedia para el uso de programas didácticos, participantes activos en teleconferencias o campos virtuales, entre otras modalidades.
Posturas demasiado optimistas podrían considerar que la presencia de estos medios en los entornos escolares y universitarios garantizaría per se semejantes resultados, cuando en realidad más de un testimonio confirma la no linealidad existente entre el uso de las TIC y el mejoramiento significativo del rendimiento docente.
Si algo define el impacto que tiene la introducción de las TIC en las gestiones de enseñanza–aprendizaje, es su contribución a la complejización de los procesos de construcción de saberes.
La utilización de las TIC opera como influjo mediador de los procesos de articulación gradual de conocimientos inscritos en la cultura, que los aprendices van desarrollando (Wong, A., 2004). Lo que ocurre en dos dimensiones complementarias, estrechamente vinculadas.
De un lado, las TIC en sí mismas representan cristalizaciones de conocimientos instituidos, por lo que exigen para su uso la construcción de saberes personales relativos a su empleo, constitución y utilidad práctica, un mínimo de alfabetización en el universo real que ellas mismas definen. Por otro, las TIC vehiculizan el acceso cognoscitivo a escenarios culturales distantes y heterogéneos a través de expresiones concretas que los enuncien: herramientas de comunidades desconocidas, la ideología y el estilo de vida de otros grupos humanos, narraciones históricas, creencias religiosas o políticas diversas, paisajes naturales, obras artísticas, etc.
Las TIC demandan la construcción de un saber navegar en el entorno virtual que ellas sustentan y, a la vez, amplifican y complejizan los aprendizajes de cara al montaje de los saberes necesarios para el Siglo XXI según la UNESCO (Delors, J., 1999), saber conocer, saber hacer, saber convivir y saber ser.
Una perspectiva fecunda para comprender cómo las TIC pueden brindar alternativas para enfrentar la complejidad de la enseñanza y los aprendizajes, se halla en la Teoría de las Inteligencias Múltiples (Gardner, H., 1994, 1995).
Esta visión pluralista de la mente y de las probabilidades para el desempeño individual, parte de una definición categorial de la Inteligencia como capacidad para resolver problemas y crear productos que sean valiosos en uno o varios ambientes culturales. De ahí que plantee la existencia de una diversidad de modos intelectivos de operar asequibles a cada persona, una serie de tendencias intelectuales que llegan a desplegarse mediante actividades simbolizantes, en culturas dentro de las cuales portan significados prácticos y tienen consecuencias tangibles.
En los entornos educativos donde se introducen las TIC, estas se instauran pilares de dos particularidades clave en las inteligencias múltiples que los aprendices poseen: su carácter distribuido y su naturaleza contextualizada. Quiere esto decir que los estudiantes desarrollan sus potenciales cognitivos mediante aprendizajes situados, para los que activan recursos de orden psicológico en combinación con recursos instrumentales de orden objetal, entre los cuales las TIC juegan roles medulares.
Por tanto, evaluar en la esuela el desempeño inteligente de los estudiantes comprende atender cómo ellos utilizan intencionalmente las TIC para prolongar, multiplicar, desplegar, optimizar sus dominios cognitivos, en función de sus preferencias por el procesamiento lingüístico, lógico–matemático, cinestésico–corporal o visual de información, entre otras opciones intelectivas.