La educación es un pilar fundamental para la mejora del ser humano, y el punto de partida para regenerar la sociedad y el mundo en que vivimos. La educación es la tierra de todos; una patria sin fronteras, una garantía de libertad, respeto, equidad, progreso y solidaridad.
El conocimiento no es sólo acumular información del legado científico - cultural. A menudo, la ciencia necesita cuestionar e incluso desprenderse de ideas preconcebidas. La educación puede dar prioridad al conocimiento práctico y crítico sobre el teórico y dogmático. Y el aprendizaje constructivo, interactivo y significativo debe primar sobre el puramente memorístico. Los errores ayudan a construir nuevos aprendizajes. Y estos, a su vez, cobran verdadero significado cuando se relacionan con las experiencias y conocimientos previos, y se organizan siguiendo una lógica y dotándolos de sentido.
Enseñar a aprender.
La enseñanza debe estar basada en el reconocimiento y el estímulo, no en la desaprobación o el castigo. Educar no es domar sino ayudar y despertar el deseo de saber, de explorar e investigar, de aprender por sí mismos y de continuar aprendiendo. Para ello es preciso utilizar con frecuencia recursos pedagógicos originales y creativos.
El alumno puede aprender a gestionar su propio aprendizaje, realizando un autodiagnóstico de sus capacidades y limitaciones, motivación, conocimientos previos, forma de aprender y técnicas de estudio. Debe analizar también qué factores y variables afectan a su aprendizaje. A partir de ese análisis, y en su caso con la adecuada orientación psicopedagógica, el alumno puede introducir mejoras que optimicen sus resultados.
Desarrollo docente.
El docente desempeña una importante función de mediador y catalizador del proceso de aprendizaje. Su apoyo y disponibilidad es una condición esencial para garantizar una formación cercana, personalizada y adaptada a las necesidades específicas del alumno. Es preciso bajar del estrado y buscar el contacto directo con el alumno para poder contagiar ilusión y pasión por la asignatura, y asegurar la eficacia de la formación impartida.
La búsqueda de la excelencia en la labor docente parte de actitudes de apertura al cambio, flexibilidad, participación e innovación. La transmisión eficaz de conocimientos requiere de dos ingredientes fundamentales: claridad y entusiasmo. Para lograrlos y optimizar la labor pedagógica hay que posibilitar el desarrollo del docente como persona, aportándole, además de la necesaria formación complementaria, estrategias de prevención del estrés y de mejora de la motivación, el equilibrio personal y el autoconcepto.
Educar, enseñar a vivir.
Cada alumno lleva dentro de sí el germen de todo un potencial por desarrollar, y el docente debe desplegar toda su valía para ayudarle a descubrir esa semilla, cultivarla y cuidarla. Es una labor apasionante y compleja que requiere ilusión, vocación de servicio, implicación personal y una actitud positiva y constructiva.
La educación es un pilar fundamental para la mejora del ser humano, y el punto de partida para regenerar la sociedad y el mundo en que vivimos. La educación es la tierra de todos; una patria sin fronteras, una garantía de libertad, respeto, equidad, progreso y solidaridad.
Educar es enseñar a vivir y a convivir. Los jóvenes que hoy se están formando transmitirán a su vez nuestras enseñanzas a otras generaciones, y en ellas perdurará también el eco de nuestra actitud ante la vida.