Ante esta situación puede tener una reacción de frustración, manifestándose en forma de agresividad. Otra forma de reacción es el retraimiento y timidez, en estos casos evitará todos los contactos y posibilidades de relacionarse con los demás.
Disartría: pueden ser de origen muy variado dentro del trastorno neurológico, dándose igualmente desde el nacimiento o como consecuencia de enfermedad o accidente posterior.
Disglosia: son las anomalías anatómicas y malformaciones de los órganos del lenguaje y siempre causan defectos de pronunciación. Estas alteraciones pueden estar localizadas en los labios, lengua, paladar óseo o blando, dientes maxilares o fosas nasales, pero en cualquier caso impedirán al niño o la niña una articulación correcta de algunos fonemas. Atendiendo al órgano afectado se clasificarán en disglosias labiales, linguales, palatinas, dentales, mandibulares y nasales o rinolalia.
Efectos psicológicos de las dislalias.
En general, entre las edades de 4 a 6 años, el niño o la niña no se da cuenta de su defecto y cree firmemente que habla bien. Es aproximadamente hacia los 7 años cuando empieza a reconocer su problema por dos vías:
Experiencia personal del lenguaje.
Las risas, chistes y comentarios que suscita su forma de hablar ente las personas que le rodean.
Ante esta situación puede tener una reacción de frustración, manifestándose en forma de agresividad. Otra forma de reacción es el retraimiento y timidez, en estos casos evitará todos los contactos y posibilidades de relacionarse con los demás. Haber sufrido algún trauma o humillación por esta causa, le hará irse cerrando cada vez más, disminuirá la confianza en sí mismo y en sus posibilidades de superación.
Cuando el niño o la niña en situación escolar presenta este defecto de articulación, supone, por lo general, un handicap para su integración social en el grupo y para conseguir un rendimiento en proporción a su capacidad, fundamental para la adquisición del lenguaje oral y de la lecto-escritura. Un trastorno del desarrollo del lenguaje articulado también puede crear reacciones familiares desajustadas por falta de aceptación del problema.
Sintomatología
La articulación defectuosa es el síntoma fundamental, a través del cual se manifiesta la inmadurez o dificultad funcional que presenta el niño o niña. Su lenguaje estará más o menos afectado según sea el número de fonemas a los que se extienda su dislalia. En general, la palabra es fluida, aunque a veces puede llegar a hacerse ininteligible por las continuas deformaciones articulatorias. La imposibilidad que tiene para realizar una pronunciación correcta la manifiesta con distintos síntomas o errores, como son: la sustitución, la distorsión, la omisión y la inserción.
Sustitución
Se denomina sustitución al error de articulación en que un sonido correctamente emitido, es reemplazado por otro, dentro de la palabra, pero que no es el que procede. En unos casos, ante la imposibilidad que siente el niño para pronunciar una articulación concreta la sustituye por otra que le resulta más fácil y asequible. Así, con frecuencia, la /r/ es cambiada por /g/ o /d/, diciendo "cada" y "cago" en lugar de "cara" y "carro". La /k/ suele ser reemplazada por /t/, expresando "tama" por "cama". En otras ocasiones, le falta de control de la lengua le lleva a cambiar el punto de articulación o la forma de salida del aire fonador y así obtiene una articulación distinta de la que quiere imitar. Puede sustituir la /d/ por la /l/, al permitir una salida lateral del aire, diciendo "tolo" en lugar de "todo", o pronunciando la /s/ de forma interdental, emitiendo en su lugar /z/, y así dirá "caza" por "casa". También se puede dar el error de la sustitución por la dificultad en la discriminación auditiva y así cambiar un sonido por otro al no percibir la diferencia entre ambos.
Distorsión
Con frecuencia los niños dislálicos emiten sonidos de forma incorrecta o deformada, pudiéndose dar esta distorsión de manera más o menos acusada. Esta alteración es debida a una imperfecta posición de los órganos de la articulación, a la falta de control de los movimientos que han de realizar o a la forma improcedente de salida del aire fonador, produciendo lateralizaciones o nasalizaciones incorrectas.
Las distorsiones pueden ser personale, cada sujeto que presenta ese error manifiesta en ocasiones deformaciones muy particulares, que pueden llegar a ser chocantes o llamativas al oído de los demás, siendo en estos casos la forma que más afecta al sujeto que las padece, por la acogida que pueda tener en el entorno. La distorsión, junto a con la sustitución, son los dos errores que con mayor frecuencia aparecen en la sintomatología de la dislalia.
Omisión
Otro síntoma que se puede presentar ante la dificultad articulatoria es el de la omisión del fonema que no se sabe realizar. En unas ocasiones esta omisión afecta solo a la consonante, por ejemplo dirá “caeta” por “carreta” o “emana” por “semana”, pero también suelen omitir en estos casos la sílaba completa que contiene el fonema conflictivo, diciendo “camelo” por “caramelo”. Cuando se trata de sílabas de consonante doble, trabadas o sinfones, es frecuente la omisión de la consonante medial, bien porque el niño o la niña no sepa pronunciarla o, aunque pueda articularla de forma aislada, por la dificultad que supone la emisión continuada de dos consonantes sin vocal intermedia. Así dirá “pato” por “plato” o “futa” por “fruta”. Otra emisión frecuente es la de las consonantes que aparecen en sílaba inversa, especialmente si van al final de la palabra, aunque en otras posiciones sepan pronunciarlas.
Inserción o adición
En ocasiones, entre un sonido que le resulta difícil de articular, el niño intercala junto a él otro fonema que no corresponde a esa palabra y, sin conseguir con ello salvar la dificultad, se convierte en un vicio de dicción. En lugar de “ratón” dirá “aratón”, o en lugar de “plato” dirá “palato”. Este tipo de error es el que suele presentarse con menos frecuencia.