Cuando ponemos en las manos de un niño un lápiz, éste se transforma en un elemento mágico, a través de él se siente capaz de prolongar su cuerpo y además de representar algo que ya estaba en su mente: " una imagen". Las personas que se paran a observar detenidamente este fenómeno pueden conocerse a sí mismas.
Podemos disponer de dos elementos significativos en los momentos de educar o recuperar el trazo, la direccionalidad y la orientación espacial en los niños: la tiza y el papel.
Son instrumentos de expresión sencillos, efectivos y creativos; el primero de ellos permite el desarrollo de la gran motricidad y el segundo la precisión. Las pinturas de colores y los rotuladores complementan y hacen más atractiva la actividad expresiva del trazo. Todos ellos son absolutamente necesarios para poder expresarse.
Editorial: Disgrafos
ISBN: 9788487077500
Páginas: 100
Idioma: Español
Encuadernación: Rústica