Los niños reciben, sin posibilidad de defensa, lo que los adultos decidimos para ellos. La educación escolar muestra certezas y falencias. Certezas obligadas, promovidas y justificadas en nuestra responsabilidad social para con la infancia, y falencias que no sabemos cómo resolver, entonces, cuando nuestro proyecto de infancia no resulta lo esperado, nuestra infancia fracasa: hiperactividad, déficit de atención, retraso madurativo, dificultades de lenguaje, trastorno del espectro autista, necesidades educativas especiales, etc.
Él o ella, niños, como una imagen en el espejo, nos devuelven nuestro aislamiento, nuestra dificultad. Se establece una tensión tan difícil de sostener, y a la vez, tan improductiva, que ya no nos permite pensar para salir. Parece que se buscara que la travesura infantil -hoy llamada hiperactividad- pase por un período en que el niño se convierta en “paciente” porque no podemos tolerar la impaciencia de encontrarnos con el misterio que cada uno representa como sujeto particular.
En el título de la obra la ternura aparece como simiente de todas las acciones preventivas posibles. Estamos convencidos de que somos el resultado del sostén recibido a cada paso, desde siempre y hasta ahora, este es el modo en que nosotros aprendemos a ser el sostén de los otros a quienes nos toca conocer; cadena interminable de existencia en la que nunca tenemos un único lugar porque al tiempo que necesitamos damos, al mismo tiempo que recibimos ofrecemos.
Editorial: Brujas
ISBN: 9789875915701
Publicado:4/2015
Páginas: 182
Idioma: Español
Encuadernación: Rústica