En cualquier proceso de integración hay aspectos que no deben descuidarse, tales como conocer el marco legal que ampara a la integración educativa; una amplia comunicación con la institución educativa; conocimiento de las características pedagógicas del alumno por parte del docente, y si es necesario la modificación de las estrategias educativas.
Conocer los marcos que amparan a la integración educativa, permitirá a todos los profesionales involucrados, defender los derechos de sus alumnos. Pero esto no es lo único necesario, sino que también se debe conocer que en cualquier proceso de integración hay aspectos que no deben descuidarse. Entre ellos encontramos:
A partir de lo expresado, se debe tener en cuenta que los resultados de las integraciones educativas dependerán de múltiples factores entre los cuales se destacan: las posibilidades de la institución para recibir alumnos con discapacidad -contempladas en el Proyecto Educativo Institucional (PEI)-, la predisposición y apertura de los docentes comunes, la participación de los padres, el acompañamiento de profesionales especializados y también, las características personales de cada niño. La relación y concreción adecuada de estos factores posibilitarán un proceso de integración exitoso.
En cuanto a la apertura de la institución y sobre todo de los docentes a recibir niños con diferentes problemáticas, se debe propiciar que la escuela integradora en caso de no contar con un gabinete o con profesionales especializados, pueda recibir el asesoramiento externo adecuado y se desarrollen tareas conjuntas con el personal, organizando estrategias de trabajo cooperativo y monitorización. Esto es fundamental, ya que a veces los docentes de las aulas comunes sienten que no se encuentran realmente preparados para la tarea. Es por eso que se hace necesario que la integración este incluida y regulada desde un proyecto educativo de la institución, en donde todos los profesionales de la misma se comprometan activamente.
Por otro lado, en relación a la participación de los padres en las actividades, debe existir la idea de que si bien el compromiso de enseñar será compartido entre la institución integradora, el docente de apoyo a la integración y en caso de ser necesario, los profesionales externos; los padres deben acompañar activamente la integración de sus hijos.
Por último, una parte depende de las características de cada niño. Hay niños que poseen una gran apertura a compartir y experimentar con sus pares y hay otros que presentan más resistencia, simplemente porque no han tenido la oportunidad de hacerlo. Por lo tanto, es fundamental para una exitosa integración que se motive y promueva al alumno y a sus compañeros a compartir.
La integración escolar es una tarea difícil si no están dadas las condiciones adecuadas, pero que es posible cuando todos los actores comprometidos en el proceso trabajan para asegurar una educación apropiada y ajustada a las necesidades del alumno.
La integración educativa de alumnos hipoacúsicos
Cuando hablamos de integración educativa de niños hipoacúsicos, lo que se intenta favorecer es la educación dentro de un marco de enseñanza y aprendizaje compartido con oyentes y que trata de propiciar un desarrollo integral. En este sentido, Marchesi (1998) considera que el proceso de integración intenta procurar un desarrollo integral que no solo contemple lo educativo, sino también los aspectos lingüísticos, personales, etc.; y por ende no debe comprenderse como un intento de apartar al niño del mundo y de la cultura sorda.
Pero para que el proceso se aborde adecuadamente, se debe conocer la heterogeneidad de los alumnos con deficiencia auditiva integrados a escuelas comunes. Uno de los aspectos que diferencian el abordaje pedagógico que se llevará a cabo con cada niño está relacionado con el lingüístico, es decir con las adquisiciones lingüísticas y también auditivas que haya logrado hasta el momento de ingresar a la escolaridad común.
En este sentido, por un lado encontramos aquellos alumnos que -ya sea por no poseer un resto auditivo aprovechable o por decisión de los padres- poseen como primera lengua la LSA, que es considerada la lengua natural de la comunidad sorda.
Los niños que se comunican en dicha lengua, no están exentos de poseer equipamiento auditivo. Incluso muchos de ellos poseen audífonos de última generación y en algunos casos son usuarios de implantes cocleares, que en general han sido colocados en forma tardía y por ende esto no les ha permitido adquirir la lengua oral en un periodo óptimo.
Por otro lado, están aquellos sujetos que poseen como primera lengua, la Lengua Oral (LO). Macchi y Veinberg (2005) consideran que las características auditivas de este grupo, les permitirá participar de todas las actividades: “(…) si él o ella es capaz de comprender lo que sucede a su alrededor y aprehender el mundo de la misma manera que lo hacen sus compañeros no sordos, estaremos ante un posible proceso de integración”.