Para que sea un proceso de integración y no sólo de inclusión, hay que asegurarse de que el ambiente lingüístico, visual y cultural de la escuela sea apropiado. En el caso de las integraciones, el papel del intérprete es fundamental durante la jornada escolar y deberá actuar lo más apropiadamente posible para restituir adecuadamente el sentido del mensaje que emite el docente.
Estos alumnos poseen equipamiento auditivo como audífonos digitales o implantes cocleares, ambos con características diferentes en cuanto a la forma de procesar el sonido. Los audífonos son dispositivos que amplifican el sonido, en cambio los implantes cocleares son definidos por Diamante y Pallares (2012) como:
Dispositivos biomédicos de alta tecnología que eléctricamente estimulan las fibras nerviosas auditivas remanentes para producir impresiones sonoras en sujetos que son hipoacúsicos severos o profundos y que tienen mínimo o ningún beneficio con formas convencionales de amplificación (uso de audífonos).
En el caso de los implantes, cuando son bilaterales, una de las ventajas es la audición binaural resultante de la combinación de información de ambos oídos que es realizada por el sistema auditivo y la corteza, que producen una representación central de la señal que es mucho más exacta que la proporcionada por un solo oído. Esto favorece por ejemplo, la discriminación del lenguaje, la localización de la fuente sonora, entre otros. En este sentido, son imaginables y aún mejores los resultados en ambientes ruidosos como las aulas escolares, en el caso de los niños integrados.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que los mayores beneficios son obtenidos cuando la detección, el diagnóstico y el equipamiento son realizados en las etapas tempranas, aprovechando de esta forma la plasticidad neuronal.
Proceso de integración educativa de alumnos cuya primera lengua es la LSA
El proceso de integración de niños hipoacúsicos hablantes de LSA, no es una tarea fácil. Macchi y Veinberg (2005) expresan que:
Por las características lingüísticas de los niños sordos, y las estrategias visuales que se deben utilizar para trabajar con ellos, no resulta fácil pensar en una real integración de niños sordos en la escuela común junto a niños oyentes. Para hablar de un proceso de integración y no de inclusión, debemos asegurarnos de que el ambiente lingüístico, visual y cultural de la escuela sea apropiado para este niño. Esto incluye no solo la lengua que utilizan los docentes, sino también la que utilizan los otros niños y otros miembros de la escuela.
Es necesario evaluar cuáles son las necesidades y características particulares de los alumnos que comienzan la enseñanza en un marco de integración, teniendo en cuenta sobre todo sus posibilidades de comunicación a partir de una modalidad viso-gestual.
Una de las formas de alcanzarlo, es a partir de la adecuada implementación de adaptaciones curriculares. Existen diferentes tipos de adaptaciones, entre las cuales las de acceso tienen gran importancia en el caso de los niños hipoacúsicos. Estas implican ofrecerle al alumno todos los recursos necesarios: humanos, materiales, de organización de las actividades, etc., que le posibiliten un acceso al currículo común desde sus características particulares. Los niños hipoacúsicos hablantes de LSA, precisan este tipo de adaptaciones que se traducen en la utilización de la lengua en todas las actividades que se desarrollen. Es necesaria, por lo tanto, la presencia de un intérprete de LSA.
Diferentes autores afirman que el papel del intérprete es relativamente actual y se podría agregar que la interpretación educativa en los procesos de integración lo es aún más. En este sentido, Famularo (2009) considera que “La interpretación en ámbitos educativos en LSA-español está atravesando su adolescencia, si nos ubicamos en el desarrollo sociohistórico de esta actividad profesional en Argentina”.
En la mayoría de las provincias de nuestro país, no existe una carrera de intérprete que esté oficializada y reglada a través de la universidad, por lo tanto, las personas que estudian la lengua de señas, pasan por un trayecto de formación que les brinda las herramientas necesarias para conocer la lengua en sus aspectos sintáctico, semántico, morfológico y también los prepara para actuar de forma competente al realizar una interpretación, pero sin un título oficial y sin ofrecer trayectos para especializarse en la materia a interpretar. Esta situación puede influir en la formación profesional del intérprete y en su rol dentro de los diferentes contextos de interpretación, entre los cuales, uno de ellos es el educativo.
En el caso de las integraciones, la presencia del intérprete en la institución durante toda la jornada escolar es de gran importancia. Su papel, consistirá en interpretar los intercambios comunicativos que se establezcan entre el docente y los alumnos hipoacúsicos, y entre estos últimos y sus pares oyentes. Es decir, que la mediación que realiza el docente del aula común, estará a su vez acompañada por la función del intérprete. Su competencia ocupa un lugar primordial, ya que deberá actuar lo más apropiadamente posible para restituir adecuadamente el sentido del mensaje que emite el docente.
Al ser tan actual la interpretación educativa en nuestro país, puede estar condicionada por diferentes prácticas. Acerca de esto, existen investigaciones basadas en observaciones de secuencias de interpretación educativa que abordan los diferentes usos que se hacen del intérprete dentro de las aulas, originando una desviación del objetivo principal de los mismos:
Los docentes observados hacían diferentes usos del intérprete. Algunos delegaban, en gran parte, la orientación del trabajo asignado y los estudiantes sordos, muchas veces lo consultaban directamente para la explicación de consignas e incluso de contenidos. ¿Intérprete con función de maestro integrador....?. (Famularo, 2009).
Dichas prácticas implican ir más allá de la función específica y comenzar a ocupar otros roles. Un ejemplo de ello, es el caso del intérprete que le ofrece al sujeto sordo información que el docente no está diciendo o ayudas en la tarea. Esta es una precaución que se debe tomar, ya que ante una situación comunicativa inmediata, se opta por intervenciones inadecuadas si se busca que el sujeto sordo sea independiente en su proceso de aprendizaje.
Otras situaciones son aquellas en las que el intérprete asume la tarea de ayudar a los alumnos oyentes en sus actividades, ejerciendo el rol de docente auxiliar.
Si bien el proceso de integración de estos niños no se limita solo a la presencia del intérprete de LSA en el aula, es una herramienta muy importante, pero que requiere del complemento y trabajo conjunto con otros profesionales.
Entre los niños hablantes de LSA también hay heterogeneidad de casos, ya que la competencia lingüística de cada uno influye en la comprensión del mensaje y también se requiere de mayor apoyo de material visual para complementar y ayudar al proceso de enseñanza.
Puede suceder que un niño sea integrado solo con adaptaciones de acceso, pero sin necesidad de incluir adaptaciones de otro tipo. Sin embargo hay que tener en cuenta que a medida que vaya avanzando el ciclo lectivo se realizarán los debidos ajustes y se irán incluyendo otras adaptaciones en caso de ser necesarias. Pero también están los casos de niños que además del intérprete de LSA necesitan un docente de apoyo o pareja pedagógica dentro del aula, ya que requieren de adaptaciones curriculares propiamente dichas.
Cada caso en particular requerirá de un trabajo en equipo, evaluación constante y regulación del proceso.