En estas estructuras de aprendizaje, se deberá centrar en la calidad del mismo y no tanto en la cantidad desmedida de contenidos, que los profesores/as son incapaces de dar en tan poco tiempo y con tan pocos recursos, y muchas veces derivan en eternos deberes que deben completar los niños/as en casa, junto con sus padres o hermanos.
En estas estructuras de aprendizaje, se deberá centrar en la calidad del mismo y no tanto en la cantidad desmedida de contenidos, que los profesores/as son incapaces de dar en tan poco tiempo y con tan pocos recursos, y muchas veces derivan en eternos deberes que deben completar los niños/as en casa, junto con sus padres o hermanos.
En éste ámbito de intervención, se deberá apoyar indiscutiblemente la cohesión grupal. No es fácil cohesionar un grupo, pero sí se puede buscar recursos, potenciar dinámicas de pequeños grupos, para en un segundo momento plantearse un salto al abordaje del proceso de enseñanza y aprendizaje con el grupo completo.
Trabajar en forma cooperativa, inclusiva, es un recurso, pero también deberá mirarse como un gran objetivo, un gran desafío. Es mejor comenzar por objetivos pequeños, asumibles, concretables, para luego incrementar objetivos a mediano y largo plazo. Seguramente, se tendrán que ajustar las medidas, dar tiempo para que cada uno de los miembros de las redes educativas se pongan en acción, evaluar el proceso, ver los aciertos, los fallos y buscar soluciones donde sea necesario. No hay una “barita mágica” que indique para cada caso como deberá ser el abordaje pedagógico, porque cada grupo es un mundo y los acuerdos, las apreciaciones, los desacuerdos, la falta de interés y motivación, las ausencias y las presencias se deben poner sobre la mesa, para que el proyecto llegue a ser lo más óptimo posible.
Los maestros/as se escucha decir, que cada vez pierden más su influencia, su posicionamiento en el aula, porque no hay respeto, hay una tecnología que deshumaniza y llega a extremos inexplicables, como por ejemplo: el ciber-acoso en las aulas, en el patio, el desorden de valores esenciales, la falta de implicación de algunas familias, las medidas de disciplina que se desencajan de una acción comunitaria, la pobreza y la miseria y el mirar para otro lado, como si nada pasara.
Tenemos que volver a apoyar a los maestros/as. Estar junto a ellos/as, en todo momento, hablar, preguntar, buscar alternativas ante situaciones nuevas, desconocidas, como la deserción escolar, la violencia dentro y fuera de las aulas, el maltrato a los profesores.