Pero, ¿se ha definido previamente el perfil del niño o la persona que presenta Dislalia? ¿Será la Dislalia una alteración pura o el síntoma de diversos desequilibrios lingüísticos, socioemocionales, psicomotrices, nutricionales y odontoestomatológicos? Estas y otras preguntas son las que generan este artículo.
CLASIFICACIÓN DE LAS DISLALIAS
Algunos autores dividen esta entidad en los siguientes tipos:
1. DISLALIA EVOLUTIVA. Se refiere a las fallas en la pronunciación (articulación) de los sonidos del habla en los niños más pequeños, como consecuencia del proceso normal de aprehendizaje de la lengua nacional, nativa o materna. Consideramos que no debería hablarse aquí realmente de Dislalia, pues si se trata de un proceso normal, ¿para qué rotularlo como trastorno? En ese sentido, ¿podría hablarse de un “disgateo evolutivo” a la condición de un niño que apenas sostiene su cabeza a los 3 merses de edad o de ·disbipedestación evolutiva” cuando el niño apenas está gateando?
2. DISLALIA AUDIÓGENA. Es la alteración en el habla como consecuencia de pérdidas auditivas (hipoacusias, sorderas) o desórdenes en la discriminación auditiva. Aquí la Dislalia sería un síntoma y a la vez un resultado de tales trastornos auditivos. Hay que tratar primero el problema auditivo.
3. DISLALIA PSICÓGENA. Se tipifica como un trastorno del habla que presentan generalmente las personas con retraso en su desarrollo global, debido a la lentitud de su aprendizaje.
4. DISLALIA ORGÁNICA. Se genera como secuela de malformaciones de las estructuras del mecanismo fono – articulador del habla. Obviamente deben comenzar a solucionarse con la corrección de tales malformaciones.
Nosotros preferimos hablar de 4 tipos de Dislalia:
DISLALIA FONÉTICA:
Es la más típica y fácil de reconocer por parte de padres, educadores o especialistas. El niño o la niña pronuncian inadecuadamente ciertos sonidos, de una manera sistemática y repetitiva. Estos errores tienen un origen fonético / práxico: les falta dominio de las praxias bucofonoarticulatorias, o pueden tener malos hábitos de masticación, deglución y respiración. Se les dificulta encontrar el punto y modo de articulación de los sonidos del habla, sin que esté afectada notoriamente la capacidad de reconocer los fonemas o existan alteraciones significativas en la información que llevan los pares craneales a los músculos de las estructuras fonoarticulatorias.
Ocasionalmente podrían presentarse dificultades en la habilidad motora, existiendo una relación directa entre problemas psicomotores y el habla. Los patrones inadecuados van desapareciendo al tiempo que la perspona adquiere mayor habilidad en las destrezas motoras finas. En este sentido, el tratamiento irá enfocado no solo a las estructuras orofaciales, sino a todo el aspecto psicomotor del sujeto y a otros factores intervinientes desde lo socio – emocional, etc.
DISLALIA FONOLÓGICA:
Según la concepción de Bloomfield (1933), los fonemas de una lengua no son sonidos, sino conjuntos de rasgos sonoros que los interlocutores se hallan adiestrados en producir y reconocer dentro de la corriente sonora del habla. Esto ha sido comprobado por diferentes autores, entre ellos Bailey (1983), para quien los diferentes sonidos del habla se distinguen acústicamente por la envoltura del espectro, y particularmente por la frecuencia de los picos espectrales. Estos surgen de las resonancias del tracto vocal y se denominan formantes, identificados por medio de un número (f1, f2, f3, f4, etc.), siendo el primer formante el de más baja frecuencia. Es decir, que el conjunto de formantes (rasgos sonoros) conforma un espectro cuyo corpus o envoltura es en sí lo que constituye el sonido del habla que cognitivamente reconoce el ser humano como fonema.
Cuando las dificultades en articulación del habla se deben a fallas en las habilidades de reconocimiento, discriminación y organización del inventario de los fonemas en un sistema que le sirva para manejar las diferencias de significado, estaríamos hablando de problemas fonológicos y no meramente fonéticos que afectan la pronunciación.
Dentro de las Dislaias Fonológicas podríamos ubicar las anteriormente llamadas Dislalias Audiógenas, ya que los niños con pérdidas auditivas, sean permanentes o intermitentes por un largo tiempo, no se benefician suficientemente de la estimulación normal del lenguaje para mantenerse dentro de los parámetros temporales normales para la adquisición de éste. Diversos investigadores han reportado que el aprendizaje se retrasa en niños con estas patologías (Eisen, 1962; Holm y Kunze, 1969; Kaplan, Fleshman y Bender, 1973; Katz y Ullmer, 1972; Needleman, 1977). Esto podría explicarse teniendo en cuenta los estudios de Werker (1982), Werker, Gilbert, Humphrey y Tees (1981); Werker y Tees (1984) los cuales han demostrado que durante la segunda parte del primer año, los infantes pueden gradualmente perder capacidad para distinguir contrastes sonoros no usados en su idioma nativo.
De otro lado, Stark (1988) estudió el desarrollo fonológico de 45 bebés, con edades entre los 2 y los 18 meses, aparentemente normales de acuerdo con los reportes del nacimiento y antecedentes pediátricos. Ella examinó a 30 de éstos cuando estaban en segundo grado y concluyó que las subsecuentes dificultades en la lectura podrían predecirse sobre la base de la identificación temprana de un retraso en el desarrollo fonológico. Sugirió que un significativo incremento en la latencia del desarrollo de las habilidades motoras del habla debería considerarse como predictor de la dificultad para la lectura. Broman, Bien y Shaughnessy (1985) en una investigación sobre los niños con bajos niveles de adquisición de la lectura notaron que éstos tienden a presentar una historia de problemas en la producción e inteligibilidad del habla, sugestiva de un retraso en la maduración del sistema nervioso central.
DISLALIA PSICÓGENA:
Nelson (1985), demostró que los niños que gozaban de la oportunidad de salir más a menudo de sus casas, tenían mayores niveles de adquisición de lenguaje que otros niños. Las salidas y el cambio de actividades rutinarias dentro del hogar, pueden generar diversas experiencias que proporcionan tanto el contenido como la motivación para compartirlas mediante el discurso.
Corresponde a la familia el establecimiento de unas relaciones reforzantes, la creación de un ambiente de estimulación desde períodos tempranos del desarrollo lo que repercute significativamente en la competencia social, salud, bienestar emocional, desempeño intelectual e independencia personal, entre otros. Los trastornos de tipo afectivo pueden incidir sobre el desarrollo general del niño o la niña y específicamnte en el lenguaje o habla.
Por otra parte, algunos autores proponen dentro de la Dislalia Psicógena aquellos errores de articulación del habla originados por deficiencia intelectual. Pensamos que no se debn confundir situaciones y entidades. En estos casos, es obvio que el desarrollo fonético y fonológico se caracteriza por estar desfasado en el tiempo, incompleto y con deficiencias significativas en la discriminación fonemática, pero muchas de las difcultades que complejizan la expresión oral son de origen disártrico y producen además una deficiente modulación vocal.