La prevención es fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas mayores. El médico de familia pone especial cuidado en la atención del anciano. Por este motivo, no sólo se valora su estado orgánico, sino que también se evalúa su estado mental y su situación psicoafectiva, sociofamiliar y funcional.
Además los ancianos se acoplan al sistema familiar de acuerdo a su personalidad y evolucionan y adaptan de acuerdo con el rol que desempeñan.
Ya en 1.950, Erikson proponía siete estadios del desarrollo del yo, para conocer la personalidad del anciano: (1) de la confianza, (2) de autonomía, (3) de iniciativa, (4) de laboriosidad, (5) del sentido de identidad del yo, (6) de la creatividad del yo, (7) del sentimiento de integridad del yo; cada uno de estos estados puede representar una oportunidad distinta para afectar o subrayar la actitud frente a la vida.
Es necesario que aquellas personas con formación profesional específicamente orientada (médicos, asistentes sociales, cuidadores geriátricos), pero sin relación con la familia, estemos atentos para detectar signos y síntomas precoces de deterioro o dificultades del anciano en su relación familiar, como por ejemplo: quejas múltiples; ansiedad (las quejas pueden ir acompañadas por: ritmo agitado, voz estridente, escaso contacto, temblor de manos, duración de la atención escasa e incapacidad para centrarse ante cualquier problema); despersonalización progresiva (uno o más de los miembros de la familia dan muestras de distanciamiento del anciano [hablar delante de él como si no estuviese, incapacidad para actuar con modestia, brindarle cuidados de manera impersonal]); irritabilidad, postura encorvada, ojeras, suspiros frecuentes. Cuando las dificultades o el deterioro familiar aumentan en severidad, en el anciano pueden manifestarse a través de:
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Depresión : expresada por desinterés, insomnio, cambios de peso, tristeza, incapacidad para concentrarse, pérdida de interés, incluyendo el cuidado personal.
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Hostilidad franca: se nota especialmente en el lenguaje, así como en malos tratos hacia el anciano.
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Evitación o distanciamiento.
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Apropiación indebida de los recursos económicos: la familia se hace cargo y dispone a su antojo y beneficio de cuentas bancarias y objetos personales del anciano.
Estas condiciones no se desarrollan nunca si en cada familia se le ofrece al anciano un mínimo de atenciones y todo el cariño posible, con lo que además, se fortalece el núcleo familiar.
Un párrafo especial lo dedico al hábitat del anciano. En lo que hace al domicilio como espacio físico y social, debemos considerar todos aquellos espacios saludables, entendidos como los ambientes cuyas propiedades coadyuvan de modo óptimo al desarrollo de la salud. Si estos ambientes carecen de factores de riesgo o éstos son controlados y previsibles, entonces las interacciones medioambientales resultarán favorables para su salud y bienestar, facilitando de otra parte el despliegue de las capacidades y potencialidades creativas.
Rol del médico.
Debemos diferenciar entre aquellos emancipados de quienes se hallan institucionalizados, eufemismo que indica su internación geriátrica.
El rol del médico debe cumplirse entendiendo al anciano como una unidad bio-psico-social, y no un corazón con problemas o un intestino constipado.
Es un rol de mucha orientación, de prestar extrema atención a sus comentarios y preocupaciones, entendiéndolas y brindándole comprensión, ya que él mismo puede considerar que los síntomas no eran alarmantes, pero consulta porque sabe que "la trampa siempre está puesta", y lo que parecía sencillo muchas veces presentó complicaciones. Así en la práctica diaria y con mayor énfasis en los ancianos, sigo fielmente a Laennec, que hace más de 150 años dijo: "El médico cura a veces, calma frecuentemente, pero debe consolar siempre".
La asistencia geriátrica es el conjunto de niveles asistenciales, hospitalarios y extrahospitalarios, que desde los puntos de vista sanitario y social están destinados a prestar una atención interdisciplinaria, integrada en todos sus aspectos, para garantizar la calidad de vida de los ancianos que viven en un sector asistencial. Se trata de un conjunto de recursos sanitarios y sociales para responder a las necesidades, en estos aspectos, por parte de los ancianos. Su objetivo fundamental, al igual que el objetivo básico de la Geriatría, es mantener al anciano integrado en la comunidad.
La prevención es fundamental para mejorar la calidad de vida de las personas mayores. El médico de familia pone especial cuidado en la atención del anciano. Por este motivo, no sólo se valora su estado orgánico, sino que también se evalúa su estado mental y su situación psicoafectiva, sociofamiliar y funcional. Con el objetivo de conseguir identificar los problemas de salud para poder aplicar el plan de cuidados y tratamiento oportunos que eviten o disminuyan la incapacidad y fomenten la independencia del anciano, con el fin de que pueda permanecer en su domicilio el mayor tiempo y con el mayor grado de autonomía posibles.
En mi consultorio debo enfrentar a diario preconceptos antitéticos a los de Martina, muy arraigados en los adultos mayores, por los que -dependiendo de las características de personalidad y experiencias de vida--, parece que ya está todo hecho, que sólo una cosa importante queda por hacer: morirse. Cuando intenté tratar en forma interdisciplinaria a esas personas solicitando apoyo psicológico, sistemáticamente se me ha dicho que preferentemente los derive a un médico psiquiatra porque ese sentimiento de muerte es muy fuerte y por lo tanto, difícil de revertir si no es con medicación.
En muchos casos estos preconceptos se dan muy tempranamente: a partir de la declinación del interés sexual en el hombre, o de la menopausia en la mujer, por lo que parecen unirse muy intensamente la capacidad de procrear otra vida con el sentido y la utilidad de la propia.
Sin embargo, todo es cuestión de enfoques: ya hace 25 siglos se desmenuzaba hábilmente esta declinación como una oportunidad. "En efecto, la vejez es un estado de reposo y de libertad de los sentidos. Tan pronto como las pasiones se relajan y dejan de hacernos sentir su aguijón, queda uno libre de múltiples y furiosos tiranos".
En segundo lugar, el preconcepto está unido a la sensación de haberse constituido en una carga para la familia, dentro de un marco socio económico muy delicado, en el cual uno o más de los hijos está desocupado o debe mantener a su vez a sus propios hijos en edades en que deberían estar emancipados económicamente.
Y en el médico que atiende personas mayores, aceptar que su rol es lograr que esa persona desarrolle la mejor calidad de vida, a través de distintos parámetros que pasan por sus propias percepciones y creencias y no por las del médico: su capacidad de sentir y de gozar, sus posibilidades física e intelectuales unidas a su sensación de vulnerabilidad, la autonomía o independencia de la que pueda hacer uso, su capacidad de interrelación social, incluyendo el rol que juega en la familia, su autoestima, con qué estímulos convive, cuáles son sus principales condicionamientos, entre otras.
Más arriba hago mención tangencial a los medicamentos, de los cuales deseo ocuparme ya que no es un tema menor en la vejez. Al respecto se debe garantizar que los medicamentos recetados a personas mayores estén en condiciones óptimas, las dosis sean adecuadas y los efectos secundarios sean explicados con toda claridad, y evitar su consumo inadecuado. Además, las posibilidades de interacciones están potenciadas ante la polimedicación y la metabolización más lenta por parte del hígado y los riñones.