Juego y Psicopedagogía
Si bien el objetivo de este trabajo no es profundizar en los diferentes enfoques que estudian el juego, sí es importante reflexionar brevemente sobre estas características para tenerlas en cuenta en el trabajo psicopedagógico y poder actuar en consecuencia, más allá de las diferencias de encuadre. El juego en psicopedagogía es un eje fundamental, a partir del cual se podrán desarrollar otros aspectos. De alguna manera, el juego en psicopedagogía es una herramienta de trabajo, aunque va más allá, teniendo en cuenta la necesidad indispensable del jugar del terapeuta. Si bien el juego es una herramienta, la misma no lo es únicamente como un elemento que se intercala entre paciente y terapeuta, sino que precisamente es el paciente y el terapeuta –en el caso del tratamiento- que se instalan en el juego y en el jugar y desde allí desarrollan la tarea psicopedagógica. En otras situaciones el juego es un ámbito donde se instala el psicopedagogo junto con los otros –pacientes, alumnos, etc.- para promover cambios desde el juego. Consecuentemente, el juego en psicopedagogía, no será el mismo que en otro contexto. Será la intervención del profesional –psicopedagogo- que promoverá nuevos aprendizajes en los jugadores.
El juego es una herramienta indispensable en la tarea psicopedagógica, ya sea desde lo preventivo como desde lo terapéutico. Si tenemos en cuenta, que como psicopedagogos promovemos y trabajamos situaciones de aprendizaje, y el juego está estrechamente ligado a las posibilidades de aprender, el lugar del juego en psicopedagogía es central, permitiendo trabajar desde allí distintos objetivos acordes a cada encuadre y contexto. Si bien el juego puede llegar a ser terapéutico por sí mismo, así como también puede promover situaciones de aprendizaje, en un contexto psicopedagógico, no podemos dejar librado estos aspectos, como si por el solo hecho de jugar se resolvieran mágicamente los conflictos y se lograran los objetivos que nos proponemos. La intervención del psicopedagogo y el estilo acorde a cada situación y objetivo, es lo que diferenciará un juego por el solo hecho de jugar de un juego con objetivos terapéuticos o de aprendizaje.
Pero, ¿por qué utilizar estrategias lúdicas para promover situaciones de aprendizaje? En los niños, el juego es la vía de comunicación más directa entre sus pares como con el adulto. A través del juego, el niño explora su entorno, se expresa y se comunica con el otro. El juego es el “canal” más directo para establecer una relación, un vínculo. En el adulto sucede algo similar. Si bien el adulto puede llegar a manifestar ciertas resistencias hacia la expresión lúdica, cuando logramos que se comprometa realmente en ese espacio diferente, el adulto se siente más distendido y habilitado para comenzar a desplegar sus posibilidades y limites. La vivencia, el aprendizaje a través de la experimentacion, es un aprendizaje más significativo, que permite también, a partir de situaciones lúdicas, promover comprensiones diferentes de una misma situación (Marquardt, 1999).
A partir del juego y a través del mismo, podremos crear ámbitos en los que las posibilidades de expresión sean más abiertas y más directas, tanto en los niños como en los adultos. Desde ese ámbito podremos, como psicopedagogos, recrear nuevas posibilidades y estrategias con nuestros co-jugadores. Para ello es importante que en primer lugar hayamos jugado nosotros como niños y como adultos, para lograr una mejor comprensión de las posibilidades del campo lúdico, aún cuando éste difiera del juego y jugar del otro. Tirado Gallego (1998, p.12), en relación a la educación postula: "Sabemos que a la educación le corresponde cultivar in-quietudes.” (...) “Para ello es preciso aprender a ser co-jugadores con el educando, porque educador sólo es aquél que abre ventanas de juego capaces de estimular la disposición para des-cubrir e interpretar ese mundo que cotidianamente se nos presenta ante nuestros ojos, a veces tan abrupta e inesperadamente, tan gratificante o desconcertante en ocasiones, pero siempre tan pleno de enigmas, verdades o ideales por construir.” Esto mismo deberíamos trasladarlo al campo psicopedagógico, en donde también deberemos ser co-jugadores, independientemente del área en el que nos desempeñemos.
La implementación de juegos en psicopedagogía no es azarosa, debiendo adecuarse al contexto, al objetivo, a la etapa evolutiva de los jugadores, al encuadre en general. Para ello es necesario una sólida formación para poder implementar estrategias adecuadas, fundamentando nuestra intervención desde la concepción teórica que corresponda a cada situación. Pero a partir de un marco teórico sólido, el juego nos posibilitará el desarrollo y el logro de objetivos diversos, tanto desde los preventivo como desde lo terapéutico.