Todo salón de clase debe reunir unas condiciones auditivo-verbales óptimas pues en el aula regular la mayor parte de la información se presenta por medio de la voz, especialmente la del maestro (Simon, 1985*).
El alumno con deficiencias auditivas en el aula regular.
Una persona con deficiencias auditivas presenta alteraciones cuantitativas en la percepción correcta de la audición. Cuando nos referimos a deficiencias auditivas, podríamos estar en presencia de: (a) hipoacusia o pérdida auditiva menor que es la disminución de la capacidad auditiva que permite adquirir el lenguaje oral por la vía auditiva, por ejemplo aquellos alumnos con pérdida auditiva que usan el canal auditivo para comunicarse y aprender, y desarrollan la lengua oral de forma natural o casi natural; y (b) sordera que es la pérdida total de la audición, y el lenguaje se adquiere por vía visual (lengua de señas y/o lectura de labios).
Las características principales de Pérdida Auditiva Menor son:
- No atiende a nuestro llamado cuando no nos está mirando.
- Pide constantemente que se repita lo dicho o que se hable en voz alta.
- Tiene tendencia a elevar o bajar mucho la intensidad de su voz.
- Ladea la cabeza orientando el oído en la dirección de donde proviene el sonido.
- Tiene dificultades de pronunciación.
- Presenta dificultades en la expresión oral referente a la estructuración de su lenguaje: omite verbos, artículos, etc.
- Tiene dificultades para identificar, reproducir y discriminar patrones rítmicos relacionados con la educación musical.
- Tiende a buscar frecuentemente la ayuda de sus compañeros para ubicarse en la actividad desarrollada por el docente y en ocasiones permanece aislado.
- Presenta dificultades para tomar dictado, omite, sustituye, agrega palabras y pregunta con frecuencia.
Hábitos de comunicación
Las personas oyentes damos por hecho que todos escuchan, y al comunicarnos lo hacemos inconscientemente. La integración educativa de alumnos con pérdida auditiva exige modificar conscientemente ciertos hábitos de comunicación para ofrecerle al alumno los apoyos visuales que necesita. Esta modificación no es fácil y se olvida, por eso hay que revisar constantemente los hábitos de comunicación.
Una de las adaptaciones curriculares para la comunicación más sencilla es la
ubicación preferencial del alumno con pérdida auditiva, lo que implica asignarle un lugar cerca del profesor y lo más distante posible de las fuentes de ruido como ventanas, ventiladores, pasillos, oficinas y patios desde donde pueda ver a todos los que hablan. Para lograr esto, la disposición ideal de los pupitres es en semicírculo.
Algunas recomendaciones a profesores que tienen en su aula un alumno con pérdida auditiva menor:
- Antes de iniciar una explicación o conversación, asegúrese de que el alumno lo esté mirando, si es necesario tóquele el hombro para que le preste atención, y entonces comience a hablar.
- Manténgase a una distancia máxima de un metro o metro y medio del receptor.
- Asegúrese de que el alumno sabe de qué tema se va a hablar y avísele cuando el tema concluya o cambie.
- Utilice recursos visuales (dibujos, diagramas, notas, gestos…) para apoyar su explicación, aclarar posibles confusiones y evitar malos entendidos.
- Colóquese de frente o en un ángulo en que quede cerca del mejor oído del alumno. Incluso tomando todas estas precauciones, el alumno puede tener problemas para escuchar, sobre todo si usted está a más de un metro y medio de distancia o si hay mucho ruido ambiental.
- Hable a una velocidad moderada, con una intensidad normal y deteniéndose entre una y otra idea para que el interlocutor pueda comprender lo que le está diciendo. No separe los mensajes en palabras o en sílabas porque produce mayor confusión.
- Hable sin exagerar los movimientos faciales y de los labios.
- Procure hablar con entusiasmo, utilizando el lenguaje corporal y los gestos de forma natural.
- Siempre que sea posible, trate de disminuir el ruido del lugar donde se encuentran.
- No hable de espaldas, desde otra habitación o cuando no haya luz suficiente.
- Asegúrese de que la luz dé a usted de frente y no por atrás para que la persona pueda verle la cara.
- El uso discreto de lápiz labial favorece la lectura labio-facial, mientras que la barba y el bigote la dificultan.
- Hable lentamente, con espacios de descanso, para evitar que el otro se fatigue.
- Evite reírse, comer, fumar, mascar chicle, mover exageradamente el cuerpo o la cabeza mientras habla.
- No se tape la boca con las manos ni con otros objetos.
- Cuando el alumno le comunique que no ha entendido algo, repítaselo de la misma manera recurriendo a apoyos visuales como señalar el objeto, mostrar una fotografía, etc. Si no se puede usar ningún recurso visual entonces modifique ligeramente la forma del mensaje o pregúntele qué entendió, para aclarar directamente la ambigüedad o la confusión.
- Revise constantemente la comprensión del receptor, observando su conducta, o verificando el contenido del mensaje por medio de preguntas.