Los interesantes hallazgos aquí presentados, que evidentemente sólo constituyen un paso más dentro de nuestra línea de investigación, nos motivan a seguir orientando nuestros esfuerzos hacia la búsqueda de resultados más contundentes, que nos permitan, además de poder generalizar nuestros hallazgos, encontrar nuevos elementos sociocognitivos y comportamentales presentes en la interacción verbal de los tartamudos.
V.- Conclusiones:
Como parte de las conclusiones del trabajo realizado, podemos afirmar que en el grupo estudiado se evidenció la existencia de un estereotipo social del tartamudo conformado por seis etiquetas, tres negativas (tímido, nervioso e inseguro) y tres positivas (capaz, amistoso y colaborar). Siendo las etiquetas negativas las de mayor porcentaje de escogencia.
Igualmente, podemos afirmar que se observa una tendencia, sin significación estadística, del grupo de favorabilidad positiva a asumir patrones comportamentales positivos (Búsqueda de información y orientación correctiva) y del grupo de favorabilidad negativa de asumir patrones comportamentales negativos (Abierto rechazo y compasión), lo cual nos orienta a pensar en la existencia de una relación entre evaluación positiva del tartamudo e intención de adoptar comportamientos positivos y entre evaluación negativa del tartamudo e intención de adoptar comportamientos negativos delante de la persona tartamuda.
Los interesantes hallazgos aquí presentados, que evidentemente sólo constituyen un paso más dentro de nuestra línea de investigación, nos motivan a seguir orientando nuestros esfuerzos hacia la búsqueda de resultados más contundentes, que nos permitan, además de poder generalizar nuestros hallazgos, encontrar nuevos elementos sociocognitivos y comportamentales presentes en la interacción verbal de los tartamudos. Pues consideramos de vital importancia, para orientar adecuadamente un proceso terapéutico que tenga como uno de sus objetivos principales mejorar las relaciones del tartamudo con su entorno, determinar con mayor precisión cómo reacciona ese entorno ante el tartamudo, para luego conocer las consecuencias que, sobre el tartamudo, tiene la reacción de ese entorno ante su forma de hablar. Todo esto nos permitirá, estamos seguros, el diseño de estrategias terapéuticas que tengan por finalidad minimizar las devastadoras consecuencias que, sobre el tartamudo, tiene la reacción del oyente y que Wendell Johnson describiera tan magistralmente al afirmar: "Si Ud. nunca ha sido tartamudo, no puede tener ni la más remota idea del misterioso poder de desaprobación por parte de la sociedad hacia eso que llaman tartamudeo. Es, tal vez, una de las influencias sociales más desmoralizantes, perplejas y aterradoras de nuestra cultura" (Johnson, 1946, pag: 458).