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Análisis del funcionamiento discursivo en la tartamudez. (Parte I)

El funcionamiento discursivo de cuatro adolescentes con queja de tartamudez y de la madre de uno de ellos, ha sido analizado bajo la propuesta del Análisis de Discurso de línea francesa (ORLANDI, 2000), que ve el funcionamiento del lenguaje a partir de sus relaciones con la exterioridad.
Silvia Friedman | 15/10/2004
Análisis del funcionamiento discursivo en la tartamudez.

Resumen.

El funcionamiento discursivo de cuatro adolescentes con queja de tartamudez y de la madre de uno de ellos, ha sido analizado bajo la propuesta del Análisis de Discurso de línea francesa (ORLANDI, 2000), que ve el funcionamiento del lenguaje a partir de sus relaciones con la exterioridad. Desde esa perspectiva, el análisis se apoyó en los hallados de FRIEDMAN (1985, 1994), que muestran que el habla con tartamudez se estructura al rededor de una imagen estigmatizada de hablante, la cual se desarrolla en el contexto de una ideología de bien hablar veiculada en las relaciones comunicativas cotidianas, que promueven reacciones de no aceptación de las formas difluentes naturales del habla infantil. A partir de esa imagen estigmatizada de si el niño pasa a antever la tartamudez en palabras o sonidos que todavía no ha pronunciado, para tratar de evitarla, lo que lo lleva a hablar de modo entrecortado, tenso o a no hablar. Se apoyó también en los hallados de AZEVEDO y FREIRE (2001) que muestran que el niño, cuando alcanza la posibilidad de ser el intérprete su propio discurso, en vez de ser solamente interpretado por el discurso de los otros, frecuentemente presenta muchos lapsos, hesitaciones y repeticiones al hablar, porque es capaz de hacer auto correcciones en su discurso. Eso significa que la disfluencia está relacionada a momentos de subjetivación durante el habla. Cuando los adultos interpretan estas formas discursivas como tartamudas, crean un efecto de silenciamiento en el habla del niño. La tensión que adviene de ese efecto de silenciamiento, también puede transformase en esfuerzo en diversas partes del cuerpo para intentar hablar. Las dos teorías que apoyan nuestro análisis del funcionamiento discursivo en la tartamudez, sostienen que ese funcionamiento tiene sus raíces en la exterioridad, y que lo que determina el aparecimiento de la tartamudez es la situación discursiva. Son presentados recortes discursivos que muestran la presencia de una ideología de bien hablar y su efecto silenciador y tensionante; un funcionamiento discursivo en que se anticipa el tartamudear lo que evidencia la presencia de una imagen estigmatizada de hablante y su efecto tensionante en el habla. Estos hallados son importantes para pensar sobre la prevención de la tartamudez. Sugieren que esa prevención puede desarrollarse en un trabajo social de esclarecimiento respeto a la ideología de bien hablar, en que se muestre que es importante no interpretar como tartamudos los lapsos, repeticiones y hesitaciones de los niños; en que se muestre que es importante aceptar el tartamudear infantil por saber que es una manifestación natural a la producción discursiva, efecto de momentos de subjetivación siempre necesarios al hablar infantil o adulto.

Introducción.

Distintas teorías científicas proponen explicaciones respeto de la origen y naturaleza de la tartamudez. Distinguimos en ellas, por lo menos dos tendencias. En una se entiende que la tartamudez necesariamente adviene de una causa orgánica primera, a la cual se añaden cuestiones sociales y psicológicas. En la otra se busca entender la tartamudez a partir de la dinámica de interacción entre sujeto y mundo.

Nuestra comprensión se alinea a la segunda tendencia. Entendemos que la tartamudez se estructura a partir de la dialéctica entre relaciones sociales y subjetividad (FRIEDMAN, 85, 94), dialéctica esa en la que, segundo creemos, se inscribe el propio proceso de adquisición del lenguaje. Eso significa que nos proponemos a entender la estructuración del modo tartamudo de hablar a partir de ciertas condiciones o situaciones de interacción discursiva (AZEVEDO & FREIRE, 2001), relacionadas a ciertos modos de funcionamiento de la subjetividad (FRIEDMAN, 85, 94).

Nos aproximamos de la segunda tendencia por nuestra experiencia terapéutica con personas tartamudas, y por los resultados a que llegamos en investigaciones anteriores. Además, esa aproximación también tiene que ver con el factor de pertenencia al área fonoaudiológica. Segundo entendemos, el lenguaje con problemas, el lenguaje en la dimensión del sufrimiento es el objeto que singulariza esta área de actuación y investigación delante de otras. Y el esfuerzo para comprender el lenguaje dentro de su propio dominio, o sea a partir de su propio funcionamiento, es lo que singulariza la comprensión fonoaudiológica frente a otras.

Suporte teórico.

Para poder analizar la tartamudez como un modo peculiar de funcionamiento del lenguaje, (o sea de funcionamiento discursivo), asumimos los conceptos del Análisis del Discurso de Línea Francesa conforme propuesto por ORLANDI (2000).

Siguiendo sus ideas, entendemos lenguaje como exterioridad, como relación entre locutor y interlocutor en determinado contexto de comunicación y contexto socio-histórico y por tanto, ideológico. Eso significa que entendemos lenguaje como movimiento, circulación de sentido entre los locutores, siendo que entendemos que el sentido no está suelto, no es cualquiera, porque depende del contexto socio-histórico e ideológico en que se inscribe. El sentido de una palabra o expresión no existe por si mismo (no es transparente), está mas bien determinado por posiciones ideológicas que toman parte en el proceso socio histórico en que son producidas. Al mismo tiempo, el sujeto cuando habla está sometido la ilusión de que es el origen del sentido de su discurso.

En ese contexto, de acuerdo con Orlandi, vemos lenguaje como mediación necesaria entre el hombre y la realidad social y natural. Esa mediación es el discurso. El discurso tanto mantiene al hombre y a sus relaciones, cuanto contribuye para transformar y dislocar a el y la realidad en que vive. Discurso es práctica de lenguaje, es palabra en movimiento. El idioma o el habla no son pensados como sistema abstracto, pero como idioma en el mundo, hombres hablando, produciendo sentido, produciendo maneras de significar que son parte de sus vidas, sea en el ámbito particular, sea en el social.

Relaciones de lenguaje son relaciones entre sujetos y entre sentido y sus efectos pueden ser múltiplos, por eso se define discurso como “efecto de sentido entre locutores” (ORLANDI, 2000: 21). El funcionamiento del lenguaje hace con que se relacionen sujetos y sentidos afectados por el idioma y por la historia. Y ese complexo proceso de producción de sentidos es, al mismo tiempo, entendido como proceso de constitución de los sujetos; un proceso simultaneo de construcción de realidad y de subjetivación (o constitución de subjetividad).

Al tomar discurso como objeto socio histórico, se implica una relación entre discurso y ideología. Así, como muestra ORLANDI, (2000:17), la materialidad específica de la ideología es el discurso (…), los discursos son gobernados por formaciones ideológicas. Y a cada formación ideológica corresponde una formación discursiva, que determina lo que las personas pueden y deben decir y como el discurso debe ser entendido. Si el proceso de producción de sentidos es tomado como constitutivo del sujeto, es la ideología que pasa por medio de los sentidos que va a hacer con que cada persona ocupe su lugar en uno de los grupos o clases de una determinada formación social

Material y método.
Los discursos de cuatro adolescentes que tenían queja de ser tartamudos y de la madre de uno de ellos, obtenidos en situación de entrevista inicial con una fonoaudióloga en su consultorio, has sido grabados en un grabador Sony TCM-323, transcritos y analizados bajo la propuesta del Análisis de Discurso de línea francesa, conforme la presenta ORLANDI, 2000.

Los sujetos han sido debidamente informados sobre la utilización de sus discursos para fines de investigación científica, manteniéndose silencio absoluto sobre sus identidades. Han firmado carta de consentimiento informado de acuerdo con las exigencias éticas de la Comisión de Ética del Programa de Estudios Post Graduados de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo.

Esa forma de análisis presupone dos dispositivos: uno teórico y otro analítico.

El dispositivo teórico, se refiere a lo que hemos visto anteriormente, o sea relaciona el discurso a la exterioridad, a las condiciones en que fue producido, para comprender como un objeto simbólico produce sentido, de modo a encontrar regularidades en la producción del lenguaje, considerando siempre que ese sentido esta inscrito en la historia. El discurso es así analizado en la dimensionado temporal y espacial de las prácticas del hombre. No se trabaja con la lengua cerrada sobre si misma, pero con el discurso como objeto socio-histórico, pensando sobre la manera como el lenguaje está materializado en la ideología y como la ideología se manifiesta en la lengua,” (…) Consecuentemente, el discurso es el lugar en que se puede observar esa relación entre lengua y ideología, entendiendo como la lengua produce sentidos por y para sujetos. (ORLANDI, 2000: 16, 17).

En las condiciones de producción de un discurso están implicados básicamente los sujetos, la situación en que se pasa el discurso y la memoria discursiva. La memoria discursiva, también llamada interdiscurso, se refiere a aquello que ya ha sido dicho en otro lugar, en otra situación y que vuelve, haciendo posible el nuevo decir. Por medio de la memoria discursiva el sujeto tiene la ilusión de que sabe lo que dice porque su dicho se refiere a otros dichos, pero es incapaz de saber, de controlar como los sentidos se constituyen en el. Para ORLANDI, el decir se encuentra sobre dos ejes: el de la memoria – eje de la constitución – y el de la actualidad – eje de la formulación. De este último es posible extraer los sentidos.

Las condiciones de producción son consideradas como formaciones imaginarias (concepto básico de la Análisis de Discurso de línea francesa), y nos ayudan a comprender la tartamudez desde el punto de vista discursivo, porque nos envían directamente a los sujetos y a los factores que dicen respeto al momento de producción del habla. Las formaciones imaginarias dicen respeto a relaciones de sentido, relaciones de fuerza, y anticipaciones.

En las relaciones de sentido, ORLANDI (2000:39), parte de la noción de que no hay discurso que no se relacione con otros, o sea, de alguna forma todos los decires guardan una relación con otros decires que han existido y hasta con aquellos que van a existir, de tal forma que no existe ni comienzo ni fin para el discurso. No existe discurso que sea único, inédito. Los sentidos son abiertos, no evidentes (aunque parezcan evidentes), siempre sujetos a interpretación.

La noción de relación de fuerzas se refiere al lugar de donde el sujeto habla, su posición discursiva. Esta es constitutiva de su decir, porque vivimos en una sociedad jerarquizada y el decir de un sujeto puede valer mas que la del otro, debido a la posición social (patrón y empleado, por ejemplo). En esa dirección, ORLANDI distingue tres tipos de discursos. Polémico : en que las diversas posibilidades de decir (polisemia) están controladas. Los locutores se mantienen en una relación tensa de disputa por los sentidos y el discurso se transforma, cambia. Autoritario : en que la polisemia también es controlada. El locutor se pone como actor exclusivo apagando su relación con el interlocutor, silenciándolo. El discurso se caracteriza por no ser reversible. Lúdico: en que la polisemia está abierta. Los locutores no controlan su relación con los sentidos. El discurso es un juego, es sin sentido, es irónico.

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