El juego contribuye al desarrollo del lenguaje, a regular emociones y a socializar con los demás, al mismo tiempo que les permite a los niños crear estructuras mentales más complejas.
Los bebés están en una etapa de crecimiento, aprendizaje, desarrollo y maduración. Aún no razonan o no comprenden conceptos importantes; ellos maduran a través de sensaciones, por ello es tan importante el juego durante la infancia.
Durante el primer año de vida, los bebés exploran el mundo con todos sus sentidos. Sus juegos consisten en llevarse objetos a la boca o aventarlos hasta que poco a poco conforme van creciendo van coordinando y controlando mejor sus movimientos.
Para estimularlos se recomienda colocar un juguete móvil sobre su cuna, este le ayudará a estimular la vista y a desarrollar su capacidad de atención.
Un espejo le ayudará a tener conciencia sobre él mismo. Y los conos donde se ensartan aros le ayudarán a identificar los colores, así como a mejorar su coordinación motriz.
Imitar los gorjeos del bebé o ponerlo en distintas posiciones para explorar el mundo ya es un juego.
Brindarle un espacio seguro para gatear y explorar y ponerle juguetes a su alcance también es un juego que estimulará su desarrollo.
Los bloques de construcción, las cucharas de madera o los envases vacíos despertarán la creatividad del niño.
Cantar también puede ser un juego.
El juego contribuye al desarrollo del lenguaje, a regular sus emociones y a socializar con los demás, al mismo tiempo que van creando estructuras mentales más complejas.
El juego crea vínculos, además de ser una actividad divertida y por consiguiente sana. Ayuda a liberar estrés.
El juego es una actividad sumamente enriquecedora para los bebés y los niños, por lo que no deben cambiarse esas horas de juego por el celular, la tableta o la televisión, incluso es sano que los papás jueguen con sus hijos, aunque cada vez los horarios de trabajo y las diferentes actividades hacen que el tiempo de juego sea más corto.
Jugar enriquece el cerebro