El balbuceo es una etapa sumamente importante para el desarrollo del lenguaje, es el primer acercamiento del niño con su idioma. El bebé reconoce con facilidad la voz de su madre, por ello, es la figura principal para estimular el lenguaje de su hijo.
La primera forma de comunicación del ser humano es a través del llanto, la sonrisa y otros sonidos, luego, poco a poco el lenguaje va siendo más fluido hasta tener el dominio total de este.
Durante los primeros seis meses la cercanía con la madre, su alimento, su voz, el contacto con su piel, etc. son grandes estímulos que ayudarán al bebé a despertar al mundo. Es en esta etapa que el cerebro se desarrolla más que en ninguna otra.
Sin duda alguna, los papás son los mejores estimuladores del lenguaje pues en principio los niños imitan los movimientos y sonidos de sus padres. Cuando un niño es estimulado desde una edad temprana tendrá un vocabulario más amplio y desarrollará mejores habilidades comunicativas.
Desde que el bebé nace es imprescindible establecer contacto visual con el pequeño, y siempre hablarle, pues el niño reconocerá las voces e incluso entenderá algunas palabras desde antes de que desarrolle el lenguaje oral.
El balbuceo es una etapa sumamente importante para el desarrollo del lenguaje, es el primer acercamiento del niño con su idioma. El bebé reconoce con facilidad la voz de su madre, por ello, es la figura principal para estimular el lenguaje de su hijo. El balbuceo es la forma en que el bebé se comunica con los demás, y es importante que se sienta escuchado y comprendido; hay que animarlo a que se siga comunicando. Además, los balbuceos son un ejercicio para preparar su aparato fonador para comunicarse con palabras más adelante. Esta etapa pre-lingüística dura aproximadamente hasta los doce meses.
A la vez que el niño pasa del llanto y la sonrisa al balbuceo, los papás le dan una interpretación a sus vocalizaciones, dándoles un sentido de acuerdo al contexto. Poco a poco el niño usará sonidos semejantes a los de una palabra para referirse a algo de la misma forma hasta que esos sonidos evolucionan a la palabra.
Si un bebé no balbucea antes de los siete meses, puede tener algún problema auditivo o del desarrollo del habla. Si tiene una pérdida auditiva parcial, será capaz de voltear cuando escuche un ruido fuerte o asustarse ante tal sonido, pero tendrá dificultades para imitar el habla