En estos últimos años, se empieza a hablar de dislexia en España también. Pero aunque todos los que escriben sobre este trastorno repiten que éste afecta entre el 10% y 15% de cualquier población, ¿cuántos padres relacionan las dificultades que manifiestan sus hijos en el colegio con este trastorno?
Al hablar del desarrollo académico de sus hijos, todavía muchos profesores tranquilizan a los padres diciéndoles que las dificultades que experimentan son “relativas” a la madurez y que cuando llegue el momento, mejorará sin más. Pero en realidad ocurre al revés: Los síntomas relacionados con la dislexia empeoran con el tiempo si no son tratados.
¿Puede ser que mi hijo o hija no sea simplemente un “vago” como me dicen las maestras? ¿Puede ser que haya un problema de fondo que esté afectando a su rendimiento académico? La respuesta es que sí.
Posiblemente, la mayoría de alumnos con dificultades de memoria, que tardan en aprender a leer y reconocer las letras en los años de infantil, tengan dislexia. Es así de sencillo. Si no se lleva a cabo una intervención temprana (desde infantil), la probabilidad de no identificar a estos alumnos durante toda su trayectoria educativa será muy elevada.
¿Por qué es así? Porque cada alumno encuentra estrategias para disimular sus dificultades incluso ante sus tutores y profesores. Por tanto, ¿Cómo puede ser que este alumno, aparentemente listo e inteligente, no pueda transferir su pensamiento al papel? Porque la mayoría de personas con dislexia tienen dificultad para organizar sus pensamientos de acuerdo a un orden lógico y con sentido completo.
En niños con dislexia se aprecia una gran desorganización en sus cosas. Las niñas con dislexia, curiosamente, disimulan mejor su desorganización mental a través de una organización “aparente”: son más ordenadas, algunas tienen una caligrafía muy bonita aunque llena de faltas de ortografía.
La dislexia no es una condición rara. Si estamos hablando de un 10% a 15% de población, nos referimos a que en un aula hay entre 2 ó 3 alumnos con dislexia identificada o no. ¿Y quiénes son estos 2 ó 3 alumnos? Son los que aunque se esfuercen mucho, no logran obtener los mismos resultados que los demás; los que tienen días buenos y otros días muy malos donde no se acuerdan de lo que terminan de aprender ese día u hora anterior; entienden, por ejemplo, una explicación de matemáticas, pero al llegar a su mesa, se han olvidado de la explicación.
Son los que tienen una velocidad lectora menos rápida que la media; no leen con fluidez y tampoco les gusta leer porque les resulta un esfuerzo tremendo. Son los que al coger el lápiz les entra un estrés incomprensible y tardan mucho tiempo en empezar la tarea y cuando lo logran, no la hacen bien como la media.
Hay que identificar a estos alumnos, más pronto que tarde, porque estos alumnos son los que sí resisten hasta el final de su escolarización y llegarán a ser unos empresarios formidables. Pero si no se les diagnostica la dislexia, llegarán a pensar que no son “aptos”, llegando a crecer como adolescentes deprimidos.
Hace poco conocí a una adolescente guapísima e inteligente diagnosticada de dislexia en 2º de primaria pero que no fue tratada durante la ESO. Con 15 años hoy no entiende por qué suspende en todas las asignaturas y se encuentra muy deprimida.
Esta circunstancia se puede evitar. Hay que recapacitar y preguntarse si los síntomas de la dislexia son los mismos que podemos ver en nuestros hijos. Y así buscar ayuda.
Como especialista en dislexia me doy cuenta de la necesidad de crear conciencia sobre la dislexia. Mientras vamos aprendiendo lo que es y lo que no es este trastorno, nuestros hijos están desarrollando los síntomas a la vez que reciben poca ayuda o una ayuda que no constituye un tratamiento eficaz.
Una intervención eficaz no solo trata el desarrollo académico sino que también enseña a los alumnos afectados con dislexia sobre lo que es este trastorno, cómo afecta negativamente al aprendizaje y qué aporta en la vida. Además, los alumnos que hace tantos años que están luchando por defenderse de estas dificultades, necesitarán también intervención en su inteligencia emocional, afectada negativamente por estos años de frustración.
Hace falta crear centros educativos especializados en el tratamiento de la dislexia y otros trastornos que puedan coexistir, como el Trastorno de Déficit de Atención (TDA), entre otros. La Academia de Aprendizaje Personal, localizada en Jávea (www.excelentia.org) es uno de estos centros. Esta academia privada trata de recibir a alumnos de primaria y secundaria que manifiesten los síntomas propios de la dislexia con el fin de intervenir eficaz y consecuentemente y así evitar más fracaso escolar y emocional.
Y así no solo hablamos de la dislexia, pero hablamos también de cómo mejorar la vida a los que la padecen.