Es un estilo de familia bien aceptada para la educación y la crianza de los hijos, por el hecho de favorecer el desarrollo evolutivo del sujeto y la conformación de la personalidad. (Torío López, Peña Calvo e Inda Caro, 2008).
Son padres caracterizados por una comunicación abierta y frecuente con sus hijos, donde el diálogo es el sistema más positivo para conseguir que los niños y jóvenes comprendan. (Torío López, Peña Calvo e Inda Caro, 2008).
Es un estilo de familia bien aceptada para la educación y la crianza de los hijos, por el hecho de favorecer el desarrollo evolutivo del sujeto y la conformación de la personalidad. (Torío López, Peña Calvo e Inda Caro, 2008).
Este tipo de abordaje por parte de los padres, origina un mejor crecimiento y los niños prosperan en la escuela, los adolescentes evitan el uso de drogas, mientras que los adultos jóvenes tienen una alta autoestima (Berger, 2004).
Estilo de crianza indulgente o permisivo
Este tipo de padres son los que tienden a dar más respuestas que peticiones. Hay un bajo apego a lo tradicional y no son para nada estrictos; además permiten un mayor nivel de autorregulación y por lo general evitan la confrontación. (Chattás, 2004).
Según Torío López et. al (2008) este tercer estilo educativo, manifiesta una relación familiar fundada en la liberación del niño o adolescente del control, ya que han de crecer en la espontaneidad natural (Torío López et. al, 2008). Son padres que exigen menos, y permiten a sus hijos gobernar sus propias actividades todo lo que quieran (Papalia, 1993). Además, esta relación familiar es no directiva y se sostiene bajo la idea de neutralidad y no indiferencia.
Algunos padres pueden tener una mayor tendencia al compromiso con la educación de sus hijos y esto hace que se acerquen más al estilo democrático (Chattás, 2004). Se consideran recursos, pero no portadores de pautas o modelos sociales (Papalia, 1993). Pero están los que son menos comprometidos, permitiendo que se acerquen al indulgente puro. (Chattás, 2004).
Para Papalia (1993) estos padres no son controladores ni exigentes, por el contrario son relativamente cariñosos, y sus hijos tienden a ser menos autocontrolados y los menos exploradores.
Los hijos de este estilo de padres, adoptan una actitud más bien receptora-pasiva, y a menudo suelen llegar al aburrimiento y a no poder valorar lo que tienen. Recibir sin dar o ejecutar obligaciones es lo que comúnmente sucede. Los padres, en su prisa de darles respuestas rápidas a las peticiones de los hijos, pueden pasar por alto las necesidades reales del niño o joven. (Chattás, 2004).
Según investigaciones (Macaulay, Griffin Gronewold, Williams y Botvin, 2005) se puede expresar que un ambiente familiar poco disciplinario, en el que no existen normas claras y estrictas de lo que pueden y no pueden hacer los hijos, y la falta de muestras de cariño se asocian con mayores índices de consumo de alcohol (Mezquita, et. al., 2008).
Estilo de crianza negligente o indiferente
Son padres que se caracterizan por evitar restricciones y castigos, el no establecimiento de normas, una limitada exigencia en las expectativas de madurez y responsabilidad del hijo, paciencia a todos sus impulsos y un pobre aprecio al valor del esfuerzo personal. ((Torío López, Peña Calvo e Inda Caro, 2008).
Según Chattás (2004) los padres pueden descargar tareas y responsabilidades que vencen física o emocionalmente a los hijos, sea tanto por ausencia, por estar ocupados con problemas, o con enfermedades. Si bien son padres demandantes hacia sus hijos, estas tareas u obligaciones que les solicitan no son de carácter formativo o educativo, y tampoco adecuadas a la etapa madurativa del niño o adolescente; y a pesar de su presencia física, no tienen disponibilidad emocional para sus hijos, o por lo menos no en la cantidad que estos requieren.
Nos encontramos frente a un estilo de relación familiar sostenido bajo la neutralidad, la no interferencia, con cierta pasividad. (Torío López et. al. 2008).
Un estilo de crianza abusivo en el cual los progenitores parecen no cuidar a sus hijos en absoluto (Berger, 2004).
De acuerdo a una investigación realizada por Andersson y Eisemann (2003), un elevado nivel de rechazo percibido por los hijos en relación a sus padres, se asocia con mayores índices de consumo de alcohol. (Mezquita, et. al., 2008).