La detección temprana de un trastorno auditivo es fundamental para su adecuado tratamiento y manejo.
Marco teórico
Según la Organización Mundial de la Salud, la sordera es la anormalidad congénita más común en el recién nacido. La pérdida auditiva es una discapacidad invisible en los recién nacidos ya que es imposible de detectar con el examen clínico de rutina.
Para contrastar las estadísticas internacionales con la de la realidad nacional, en la cual tres niños de cada mil nacimientos, son portadores de una sordera de severa a profunda. En la República de Panamá, nacen aproximadamente 5.000 niños por mes. Esto representa casi 200 niños por año con algún tipo de afección auditiva, niños que no serán diagnosticados hasta cuando tengan más de dos años de edad, es decir cuando ya ha pasado el período crítico para la adquisición del lenguaje. A esta cifra habría que agregar los recién nacidos que nacen con riesgo de sordera por presentar patologías prenatales o perinatales, cuya incidencia puede ser de cincuenta por cada mil nacidos vivos. La detección temprana de un trastorno auditivo es fundamental para su adecuado tratamiento y manejo. El hecho de que la mayoría de nacimientos se registren en hospitales, garantiza la posibilidad de llevar a cabo un programa de tamizaje auditivo en recién nacidos ya que podrían ser evaluados auditivamente antes de que egresen del centro hospitalario. El 90% de los niños que nacen con sordera o algún grado de pérdida auditiva no tienen antecedentes familiares para esta discapacidad. Más del 50% de los niños que nacen con sordera no tienen un factor de riesgo identificable. Un programa que promueva el tamizaje auditivo universal en recién nacidos es absolutamente necesario. Debe verse como un importante agregado de cuidado y salud del niño.
En la actualidad el beneficio de la detección temprana de la deficiencia auditiva es universalmente reconocido y es fundamental para el inicio de la intervención médica y educacional que favorezca el desarrollo óptimo de las habilidades sociales y de comunicación del afectado. Recientes estudios concluyen que los niños cuya sordera es detectada oportunamente y reciben terapia apropiada, antes de los seis meses de edad, desarrollan mayor habilidad de lenguaje que los descubiertos tardíamente
La disminución de la capacidad auditiva en niños pequeños interfiere con el desarrollo del habla y el lenguaje que tiene efectos negativos en el desarrollo social, emocional, cognitivo y académico, así como en el potencial económico y vocacional de la persona. La identificación tardía de un problema de sordera puede impedir el desarrollo adecuado de las habilidades del niño para adaptarse al mundo de los oyentes e incluso a la comunidad de los sordos. Las consecuencias de una pérdida auditiva son muchas. La identificación temprana de la deficiencia auditiva ayuda a minimizar o prevenir estos efectos adversos.
Cuando se piensa en el infante o niño muy pequeño, se puede creer que no tendría la capacidad para hacer esta recuperación fonética; pero existen evidencias que los niños casi desde el nacimiento pueden discriminar diferentes fonemas, aun acústicamente cercanos, y de cualquier lengua (diferente a su lengua nativa); tienen constancia perceptual y percepción categórica; reconocen segmentos lingüísticamente relevantes dentro de la gran cantidad de eventos que ocurren dentro del habla (por ejemplo, límites entre palabras); tienen la capacidad de reconocer aspectos suprasegmentales del habla.
No hay duda de que la audición es uno de los sentidos de más importancia para el desarrollo comunicativo, cognitivo y social del ser humano. A través de la audición, el niño recibe los estímulos del medio que permiten el proceso natural de la adquisición de la lengua oral; a través de la misma, establece los contactos que marcarán sus relaciones interpersonales; muchos, por no decir la mayoría, de los aprendizajes pedagógicos son mediados por la audición. Podríamos decir que cuando se habla de “audición” estamos hablando a la vez del “desarrollo auditivo del cerebro”: el acceso acústico del habla inteligible es indispensable para el crecimiento del cerebro.
Para que exista una adecuada estimulación auditiva, se requiere de una capacidad normal para detectar los sonidos, es decir, umbrales auditivos dentro del rango de normalidad; cualquier alteración auditiva, por pequeña que sea, puede ocasionar que se interrumpa o afecte el proceso de aprendizaje del niño cuando hablamos de la importancia de la audición no podemos ceñirnos exclusivamente al concepto de los umbrales auditivos (la cuantificación de la pérdida auditiva); las capacidades auditivas no se limitan a la detección de los sonidos; para hablar de una adecuada capacidad auditiva, el individuo debe poder discriminar pequeños cambios de intensidad, separar frecuencias en un sonido complejo, integrar la energía sonora en el tiempo y localizar la fuente sonora. (19). Dicho de otra forma, es indispensable analizar cómo el individuo procesa la señal acústica, la interpreta, la memoriza o la desecha; es decir nos interesa saber “cómo el oyente recupera la estructura fonética de una producción desde la señal acústica durante el curso del procesamiento del habla
Emisiones Otoacusticas : Su existencia fue descubierta por Kemp en 1978, quien observó que una emisión acústica podía ser evocada por un estímulo acústico y que se podía medir usando un micrófono colocado en el conducto auditivo externo. También comprobó la ausencia de estas emisiones acústicas en las hipoacusias de carácter coclear. En la década de los ochenta, se demostró que las OEA son un subproducto de la actividad coclear, que reflejan la actividad de las células ciliadas externas del órgano de Corti. Es decir, se puede definir a las OEA como la fracción de sonido que se puede detectar en el conducto auditivo externo (CAE) causado por la actividad fisiológica coclear como producto de la audición.