La enseñanza por resolución de problemas pone el énfasis en los procesos de pensamiento, en los procesos de aprendizaje y toma de decisiones y deja en los alumnos la certeza de que concentrándose y aplicándose con esfuerzo a la tarea es posible resolver aún lo que en un principio pareció confuso y desestabilizador.
Si bien, investigaciones sugieren que el aprendizaje a partir de problemas es un medio disponible para desarrollar potencialidades en los la forma en la cual éstos se presentan, conduce a los estudiantes a resolverlos de manera mecánica y sin razonamientos evidentes y sin profundización en el contenido del mismo, un problema científico debe requerir un procedimiento de reflexión sobre la consecuencias de los pasos que serán tomados Es común, que tanto profesores como estudiantes confundan ejercicio con problema. Esto ocurre precisamente porque los docentes no reconocen las características de los problemas en cuanto a su nivel de dificultad y desde los procedimientos utilizados para su resolución, elementos que no encontramos en un ejercicio. Es por esto que las clases en la cuales predominen estrategias en resolución de problemas, deberían generar cambios positivos en los aprendizaje de los estudiantes, promoviendo y consolidando nuevas formas de pensamiento. Los profesores deberían proponer a sus alumnos verdaderos problemas y no ejercicios "tipo". Estos auténticos problemas deben ser diseñados de tal manera que puedan resolverlos a la vez que evolucionan los conceptos previos, el lenguaje y las experiencias que le proporcionan evidencias. De esa manera el profesor enseñará a su estudiante a proponerse problemas a sí mismo, transformando la realidad en un problema que merezca ser estudiado.
En el caso del área específica de la Matemática muchas veces el proceso de resolución se complica por un contenido o habilidad no dominada. Si el caso fuera por la resolución de operaciones es totalmente válido recurrir a la ayuda de la calculadora para superar este escollo. De esta forma la actividad se centra en la resolución del problema propuesto y no se desvía a la adquisición de la forma de resolución de los algoritmos que surjan. Las calculadoras son simplemente una herramienta que puede ayudar a los estudiantes a resolver problemas. Cuando son usadas apropiadamente mejoran el aprendizaje y el pensamiento, pero no lo reemplazan. Una real comprensión de la matemática es el resultado de entender que es lo que se está preguntando, diseñar un plan para resolver el problema, decidir que operaciones son adecuadas, y determinar si la respuesta tiene sentido o no. Los estudiantes que usan apropiadamente la calculadora tienen más tiempo para explorar, probar, estimar e investigar lo cual aumenta sus posibilidades de encontrar respuestas con sentido.
Comparando las estrategias de enseñanza entre una clase teórica y una basada en la resolución de problemas vemos que en la primera el rol del docente es el de un “experto” que posee el conocimiento, que guía a sus alumnos y los evalúa mientras que en el segundo caso el docente prepara la situación, la presenta y se retira a un segundo plano participando en el proceso de resolución como un investigador más ponie4ndo aprueba las posibles soluciones propuestas, es decir resolviendo junto a sus alumnos “desde adentro”
Las “antiguas competencias” tales como las habilidades en Lengua y Matemática, en problemas clásicos, siguen siendo necesarias para comenzar a funcionar en sociedad, pero ya no son suficientes. Para lograr éxito en nuestro mundo en permanente cambio es esencial tener la habilidad de conceptualizar problemas y soluciones. Las “nuevas competencias” que es preciso desarrollar hoy en día son abstraer, entender el funcionamiento de sistemas, experimentar y trabajar en equipo.
Si estas “nuevas competencias” se aplican con eficacia estaremos frente a alumnos que logren investigar situaciones complejas, que colaboren con sus pares como colegas en un grupo de aprendizaje, que adopten una posición y defiendan sus conclusiones utilizando datos y que se acostumbren a pensar en múltiples soluciones en lugar de lanzarse a extraer conclusiones apresuradas.
Así como es prácticamente imposible aprender un oficio o hacerse artesano sólo estudiando catálogos o exposiciones de herramientas y es necesario tomar éstas con las propias manos y usarlas, también es imposible aprender bien como observador pasivo. Por eso la resolución de problemas es un ejercicio tan importante, él nos brinda una experiencia en profundidad, una oportunidad de conocer y pulsar las dificultades, de conocer los alcances y limitaciones del instrumental y conocimiento que poseemos. Refiriéndonos por supuesto a problemas no rutinarios o mecánicos cuya resolución exige iniciativa mental e ingenio. Vale mucho más ser capaz de resolver problemas no triviales que hacer acopio en la memoria de enunciados, teoremas, demostraciones, sin que podamos utilizar los mismos para resolver alguna situación concreta.
La enseñanza por resolución de problemas pone el énfasis en los procesos de pensamiento, en los procesos de aprendizaje y toma de decisiones y deja en los alumnos la certeza de que concentrándose y aplicándose con esfuerzo a la tarea es posible resolver aún lo que en un principio pareció confuso y desestabilizador. Si logramos esto habremos preparado un poco más a nuestros alumnos e enfrentar los desafíos y requerimientos de la vida actual, de esta “aldea global” que todos habitamos.
Referencias
Torp, Linda y Sage, Sara
“El aprendizaje basado en problemas”
Amorrortu Ediciones
Buenos Aires, 1999
Varela Nieto
“La resolución de problemas en la enseñanza de las ciencias. Aspectos didácticos y cognitivos”
Universidad Complutense de Madrid
Madrid, 1990
Guzmán, de M
“Enseñanza de las Matemáticas. Tendencias e innovaciones”
Biblioteca digital OEI, 1993
http://campus - oei.org/oeivirt/edumat/html