Este espacio que juntos han sabido construir, les ha permitido avanzar en su devenir como sujetos y en el acontecer de nuevos aprendizajes que han promovido efectos dentro y fuera del acotado espacio de ese consultorio que comparten por un rato.
Jamás han hablado de sus dificultades ni de sus potencialidades, sin embargo, parecieran conocerlas muy bien. Él sabe que es lo que ella puede ofrecerle y ella sabe lo que él le sabe ofrecer. Y ambos supieron aprender operando de sostén del otro. Yo, que tengo el gusto de mirarlos de cerca mientras me invitan a participar de sus juegos, puedo aprender mucho de ellos... Aprender a aceptar las diferencias, saber que es más fácil aprender de a dos, aprender que lo que uno no puede, otro puede ayudarte a lograrlo, aprender que lo que uno puede, puede ayudarle a otro a crecer…
Este espacio que juntos han sabido construir, les ha permitido avanzar en su devenir como sujetos y en el acontecer de nuevos aprendizajes que han promovido efectos dentro y fuera del acotado espacio de ese consultorio que comparten por un rato.
A veces, las personas adultas, y más aún a los que se nos supone un cierto saber, creemos que sólo los profesionales de la salud y los docentes pueden “curar” o enseñarle algo a los niños. Afortunadamente, ellos siempre se atreven a ir por más, a mostrarnos el valor de sus propios saberes y los efectos que los mismos pueden suscitar incluso en el misterioso mundo de “los grandes”.
Sin duda alguna, el amor tiene efectos en la vida de todo ser humano, y ésta es apenas una pequeñísima muestra de todo lo que el amor puede lograr. La construcción de vínculos saludables es fuente de vida. Y es esta nuestra tarea, la de propiciar lazos amorosos que sepan acompañar el devenir de un niño desde el sostén, el respeto y la protección que ese fragmento episódico que constituye la infancia requiere para transitarla y dejarla atrás luego, para poder seguir creciendo…