En realidad la motivación para aprender forma parte constitutiva del sujeto, quien se apropia también de los motivos, no los tiene intrínsecamente; estos se dan con la adquisición misma y desde las posibilidades del entorno cultural, por eso aún desde quienes postulan una mirada puesta más en el sujeto cognitivo que en el sujeto deseante (y somos siempre ambos a la vez), la clave aparece tal como si radicara en el uso del instrumento mediador que se da en el aula, en el contexto escolar motivador.
...Un análisis de los aprendizajes que el docente puede propiciar cuando juega su rol con el entrecruzamiento casi mágico de la cognición y el deseo, y desde dónde la reconstrucción de saberes se hace (¿o parece hacerse?) más fluida y eficaz cuando el enseñante siente y vivencia la divertida y mágica acción de enseñar...He intentado profundizar la bibliografía y revisar la postura, para lograr problematizar estas cuestiones que me ocupan desde un interrogante que es la directriz de mi investigación cotidiana en las aulas:
¿Puede tornarse más saludable y por tanto más exitosa la tarea de enseñar y de aprender desde una propuesta sistemáticamente vivencial y lúdica?
Cuando hablo de enseñar, no estoy pensando de manera alguna solamente en transmitir, estoy pensando en convocar a los aspectos saludables del sujeto para ponerlos al servicio de la re-construcción del saber, estoy pensando en un “retorno sobre sí mismo que solamente puede hacerse con la mediación del otro”
Ello implica pensar la tarea docente como un espacio de mediación.
...Quizás lo importante de los procesos de enseñanza y aprendizaje resida en convertirlos en un espacio placentero de apropiación, pero no en un espacio vacío de alegría, no un espacio neutro regido solamente por las leyes de la cognición porque además esto jamás sería posible...
Es que la búsqueda del placer está en hallar el motivo para desear apropiarse del objeto, de conocerlo, de temerle pero desear abordarlo y re-construirlo a la vez.
...Investir de deseo el objeto de conocimiento puede resultar entonces posible cuando puede generarse en el sujeto que aprende y en el grupo de sujetos con el que interactuamos en el aula, el espacio especialísimo de entrecruzamiento entre la subjetividad y el objeto a conocer.
Y por ello es posible pensar una relación con el saber que puede explicarse desde un enfoque psicopedagógico más clínico, que aborda esta situación relacionándola con la construcción del aparato de aprendizaje del sujeto.
No basta conocer, en el caso del docente la propia disciplina, hay todo un espacio subjetivo a analizar desde su propia práctica y desde su propia relación con la propia práctica, así como de su posibilidad de cargar de energía y deseo ese espacio de trabajo esta dimensión de lo psíquico, que al decir de Blanchard Laville “puede perturbar, cerrar, atar, este contrato” (se refiere al contrato didáctico), y es un hecho que muchos de los docentes ignoran (o excluyen de su análisis), la dimensión de lo psíquico en la relación vinculante entre ellos y sus alumnos.
Así como a veces los capacitadores excluyen también del análisis de sus prácticas este aspecto, que transita cuando se convierten en sujetos de aprendizaje los propios docentes, aquellos cuya situación cotidiana no es aprender sino enseñar.
Sobre todo si tomamos el espacio de la práctica docente tan atravesada por rutinas que contaminan su accionar y resultan alienantes, (tan alienantes como le resultan al alumnos determinadas prácticas institucionales muy atravesadas por un ritmo particular de trabajo en la tarea, que no pueden acomodar al ritmo propio y personal del sujeto, mediante el cual convertirlo en placentero).
...En realidad la motivación para aprender forma parte constitutiva del sujeto, quien se apropia también de los motivos, no los tiene intrínsecamente; estos se dan con la adquisición misma y desde las posibilidades del entorno cultural, por eso aún desde quienes postulan una mirada puesta más en el sujeto cognitivo que en el sujeto deseante (y somos siempre ambos a la vez), la clave aparece tal como si radicara en el uso del instrumento mediador que se da en el aula, en el contexto escolar motivador.
...Pensada así desde la teoría de la actividad que plantean muchos neovigostkyanos, la modalidad del uso del instrumento cobra valor incalculable cuando despierta el deseo cognitivo de apropiación en el sujeto.
Ese encuentro que se da en un espacio particularísimo:
...Espacio que Winnicott llamaría transicional porque se trata “de un espacio interno y externo al sujeto, que transita entre el mundo interior y el social, entre el adentro y el afuera en una zona desde la cual puede surgir la creación” tal como expresa Filloux (1996).