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Las NTIC y la Gestión Educativa: Cómo formar ciudadanos críticos en la sociedad del conocimiento (Parte III)

Los diversos estilos de gestión que caracterizan a las instituciones se concretan en las prácticas docentes en el aula y podrán favorecer u obstaculizar la concreción de ese compromiso.
Ada Sofía Ben | 1/01/2007
2. En el modelo endógeno y su correspondiente educación con énfasis en el proceso, se destaca la importancia del proceso de transformación de los sujetos y las comunidades, lo importante es la interacción dialéctica entre los sujetos y su realidad, del desarrollo de capacidades y de su conciencia social.

El modelo endógeno que se centra en la persona y el proceso fue llamado por Freire educación liberadora o transformadora. Considera a la educación como praxis, reflexión y acción del hombre para transformar la realidad. La educación se da en los sujetos con el mundo como medio. Esto implica el paso de un hombre acrítico a uno crítico y una educación problematizadora donde los sujetos aprenden a aprender y superar su conciencia ingenua, con constataciones empíricas e inmediatas para llegar a una conciencia crítica, deduciendo y relacionando, pensando e interrelacionando, sacando consecuencias y conclusiones.

Es un modelo autogestionario, porque hay proceso, re-creación, re-invención. No hay errores, hay aprendizaje, dice Kaplúm; el conflicto es fuerza problematizadora.

Es una educación grupal, comunitaria, en referencia a experiencias compartidas y la importancia de la mediación “del otro”; no dogmática, abierta, con paulatinos acercamientos al objeto del conocimiento, al decir de Brunner.

Los recursos tecnológicos no son utilizados para reforzar contenidos sino para problematizar y estimular la discusión, el diálogo, la reflexión, la participación. Su objetivo: que el sujeto “piense” para transformar la realidad. Lo que no significa que todo ha de salir del auto-descubrimiento del grupo, y allí aparece la figura jerarquizada del docente.

La vida de los seres humanos transcurre en instituciones; algunas constituyen un paso obligado como la familia y la escuela. Esta última con un claro compromiso social educativo que se ocupe tanto de la calidad de los procesos como de los resultados para lograr la formación integral de los alumnos, futuros ciudadanos.

Los diversos estilos de gestión que caracterizan a las instituciones se concretan en las prácticas docentes en el aula y podrán favorecer u obstaculizar la concreción de ese compromiso.

Existen tres estilos organizacionales en las instituciones escolares: el familiar, el burocrático y el profesional o “de concertación”.

El primero de ellos se encuentra enmarcado por las emociones de sus integrantes; los vínculos afectivos desplazan la tarea pedagógica donde el currículo es ignorado, los canales de comunicación desvalorizados y la participación se diluye.

En un estilo burocrático, en cambio, se exageran los mecanismos racionales como canales de información formales y verticales, considerando al currículum prescripto como algo inmodificable; se sobrevalora la dimensión administrativa y, por el contrario, se devalúa la importancia de la participación y la reflexión.

En el estilo organizacional profesional, la negociación es su rasgo característico; el currículum prescripto es visto como un organizador de la tarea. En este tipo de gestión se privilegian los vínculos contractuales y respetuosos, el eje central de los acuerdos gira en torno de la dimensión pedagógico–didáctica, la participación es promovida junto con los canales de información formales que sean útiles, sin desconocer los informales.

El tratamiento del conflicto difiere en cada estilo. Mientras que en las instituciones de tipo familiar son interpersonales, no suelen resolverse ni elaborarse, en las de estilo burocrático son negados, eludidos o se difieren por posiciones jerárquicas. Por el contrario, en las instituciones con estilo profesional, los conflictos surgen por divergencias en las posturas, ocupan un lugar que llama a actuar, así es redefinido y puede disolverse, o se problematiza y se resuelve.

Las concepciones de la gestión escolar se reflejan en cada uno de los actores institucionales y en sus prácticas pedagógico-didácticas.

En la actualidad, y como consecuencia de los trabajos de la Teoría Crítica, se hace imprescindible la aplicación de un modelo crítico-situacionalista. Las temáticas de estos trabajos eran el racismo, la exclusión y las políticas de segregación. Su influencia en el pensamiento filosófico y pedagógico se centra en la crítica a las estructuras sociales que afectan a la escuela (cotidianeidad y estructuras de poder) y en el desarrollo de procesos de pensamiento crítico-reflexivo con el fin de transformar la sociedad. El lenguaje de este modelo no sólo se limita a la crítica, sino que es un lenguaje de posibilidades. Así, adhiriendo a este enfoque, la coparticipación del alumno en la reflexión crítica de sus propias creencias y juicios es lo que guiará el proceso de enseñanza, adquiriendo importancia el medio histórico, social y político. Su didáctica pone énfasis en la problematización y necesita de una escuela “democratizante” alejándose del estilo meritocrático de la burocracia. Pluralismo, antiautoritarismo y antidogmatismo. Parte de un principio hermenéutico: acciones y procesos dotados de sentido. La comunicación y la interacción desarrollan la praxis didáctica.

Para llevar adelante una escuela que atienda a la diversidad acorde a un estilo profesional y democrático, se necesitan estrategias de inclusión para que los niños ingresen, transiten y egresen de ella a través de procesos de enseñanza y de aprendizaje que generen condiciones para la construcción, distribución y apropiación del conocimiento. El uso de las NTIC no debe obviar estos criterios. Pero fundamentalmente deben estar presentes: ellas serán las que constituyan un nexo de unión entre los aprendientes de diferentes estratos sociales. Es la escuela la encargada principal de que los que llegan con diferentes puntos de partida a sus aulas culminen en igualdad de condiciones, considerando a esta institución como la última oportunidad para aquellos que se encuentran transitando los márgenes de la historia.

El paso por la escuela debe abrir las puertas a los alumnos a su participación en la sociedad y en ésta no caben aquellos que no están alfabetizados en el nuevo sentido que la alfabetización ha adquirido con las nuevas tecnologías.

Una escuela inclusiva y además exigente, que enseñe los contenidos establecidos, que considere los intereses de su comunidad, busque alternativas para que todos aprendan y sigan aprendiendo en el futuro, propiciará el desarrollo de un pensamiento propio, sustentado en un ideal democrático.


 

Referencias

5.Frigerio, Poggi, Las Instituciones Educativas Cara y Ceca. Ed. Troquel.

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