Deben abrirse espacios para la reflexión institucional de la propia práctica y llevar a cabo una orientación educativa, una tutoría que permita educar para la vida, la convivencia y la autonomía. Rescatando los aspectos resilientes de cada alumno.
Los sistemas actuales de evaluación, no miden ningún logro o meta intermedia, por lo tanto, el alumno que no ha alcanzado el fin último ha fracasado y no parecen interesar ninguno de sus anteriores logros.
El fracaso escolar.
El término fracaso alude, sin duda, a algo negativo, a cierta carencia, a una meta no lograda.
Con relación a la escuela, ese fracaso es del alumno, sin embargo la meta a lograr es de la sociedad, que usa a la escuela como medio o instrumento para alcanzar esa meta.
Los sistemas actuales de evaluación, no miden ningún logro o meta intermedia, por lo tanto, el alumno que no ha alcanzado el fin último ha fracasado y no parecen interesar ninguno de sus anteriores logros.
Este sistema homogeneizante, es sin duda, una perversión del sentido pedagógico.
Así como antes se consideraba que el alumno carecía de conocimientos previos – aquello de la "tabla rasa" – en la actualidad pareciera que un alumno que no ha logrado la meta prefijada por la escuela, no ha aprendido nada en todo el curso escolar, por lo que deberá re cursarlo por completo.
Un niño necesita ser y ser reconocido . Cuando un niño entra en la escuela, siente que todo lo que fue hasta el momento no tiene relación con lo que debe ser en y para la escuela. Hay imposibilidad de comunicación, pues los códigos no son compartidos con los docentes que están formados para un alumno ideal.
Nuestra formación docente es obsoleta, inadecuada e insuficiente para comprender los complejos mecanismos de la sociedad actual y por ello tienen un perfil idealizado de sus alumnos y prejuicios que estigmatizan a pripori las capacidades de un niño en situación de aprendizaje escolar.
Los directivos tampoco están capacitados para asesorar y acompañar a los docentes, y se ocupan más de prolijidades administrativas que del objetivo fundamental de la escuela, su función pedagógica.
Deben abrirse espacios para la reflexión institucional de la propia práctica y llevar a cabo una orientación educativa, una tutoría que permita educar para la vida, la convivencia y la autonomía. Rescatando los aspectos resilientes de cada alumno.
El concepto de resiliencia, propicia un viraje fundamental en el campo de la psicología y la psicopedagogía. No se trata ya más de subsanar – o al menos intentarlo- aquellos aspectos negativos de la vida del niño, sino de rescatar aquello positivo que le posibilitará sobreponerse a las adversidades y salir adelante.