Durante las últimas décadas, el efecto del ruido sobre la audición ha sido estudiado con creciente interés. El ruido constituye una de las más importantes amenazas a las células sensitivas del oído interno y por lo tanto a la audición.
Consideraciones sobre el ruido y sus efectos patológicos.
Introducción.
Durante las últimas décadas, el efecto del ruido sobre la audición ha sido estudiado con creciente interés. El ruido constituye una de las más importantes amenazas a las células sensitivas del oído interno y por lo tanto a la audición.
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La importancia que tiene la audición en el hombre se produce por la relación que se establece con el ambiente, disminuyendo dicha relación cuando se alcanza la sordera.
La audición es el sentido básico de detección, alerta y contacto que nos permite estar en permanente relación con el medio, estableciendo un papel más que fundamental en la comunicación e interacción humana.
Cuando un ruido se vuelve intenso comienza a afectar la audición, si el mismo es intenso durante un par de horas puede ensordecer temporariamente, en cambio si se repite a lo largo del tiempo, el resultado es una disminución definitiva de la audición o sordera.
El Ruido: ¿Ruido o Sonido?
El ruido es parte de la contaminación ambiental, afecta seriamente la capacidad auditiva de quienes lo sufren a la vez que ejerce una influencia negativa, propiciando otros trastornos del organismo.
Se denomina “ruido” a todo sonido que sea calificado por quien lo recibe como algo molesto, indeseado, inoportuno o desagradable.
El ruido es un sonido o conjunto de sonidos mezclados y desordenados con una composición armónica no definida.
Si vemos las ondas de un ruido observaremos que no poseen una longitud de onda, frecuencia, ni amplitud constantes y que se distribuyen aleatoriamente unas sobre otras.
Por ejemplo, en un sonido musical las ondas de distintas frecuencias se superponen ordenadamente siguiendo una estructura armónica en función del tiempo. Por estas causas un ruido es desagradable para el oído y una pieza musical puede resultar placentera.
En muchos casos, sonidos significativos como la música pueden convertirse en “ruidos” por sobrepasar un nivel saludable para la audición, pero el daño del ruido no se limita solamente al oído, una excesiva exposición puede desencadenar diversos trastornos sobre el sistema cardiovascular provocando alteraciones del ritmo cardíaco, riesgo coronario, hipertensión arterial y excitabilidad vascular por efectos de carácter neurovegetativo. Sobre las glándulas endocrinas, puede originar alteraciones hipofisiarias y aumento de la secreción de adrenalina. En el aparato digestivo puede generar un incremento de la secreción ácida del estómago y de la secreción de hormonas suprarrenales (típico de las reacciones de alarma y del estrés agudo).
En general puede ser negativo para otras afecciones, por incremento inductor de estrés, aumento de alteraciones mentales, tendencia a actitudes agresivas, irritabilidad, susceptibilidad exagerada, alteraciones del carácter y de la personalidad, dificultad para concentrarse, descenso del rendimiento físico e intelectual, trastornos del sueño, fatiga, entre otros.
Por otra parte, la acción del ruido sobre el aparato auditivo del hombre ha sido reconocida en forma empírica desde épocas cercanas al nacimiento de Cristo, pero es a partir de la Revolución Industrial cuando se comienza a aplicar el método científico para estudiar los diversos efectos que tiene este contaminante físico.