Música utilizada
Con independencia de las piezas específicas tomadas en cuenta según la patología y gustos individuales (ver ejemplos en Resultados), el tratamiento incluyó piezas de música de diversos géneros: música clásica cubana (piezas de Cervantes, Saumell, Lecuona), música popular cubana (danzón, cha-cha-chá, mambo, bolero) y música clásica internacional (Mozart, Beethoven, Debussy, Bach, Chopin, Vivaldi).
Instrumentos musicales
Se utilizaron fundamentalmente piano, claves, maracas, bongoes, guitarra y tumbadora. Por otro lado, para la reproducción de la música grabada, se utilizaron equipos de música de casetes y tocadiscos. Asimismo, para el canto colectivo se usaron en ocasiones algunos cancioneros.
Procedimiento
Las sesiones, de una hora de duración, se desarrollaron con una frecuencia semanal en un local con condiciones adecuadas de iluminación, acústica y ventilación.
Los grupos se dividieron en siete subgrupos, en su mayoría compuestos por diez personas de ambos sexos, que recibieron al final entre 12 a 14 sesiones. Al inicio se recogía toda la información necesaria, tanto de carácter físico como psicosocial, a través de las entrevistas y revisión de la historia clínica. También se les aplicó el test de musicoterapia de Poch (1999). La entrevista individual y el test biopsicosocial se repitieron al finalizar las sesiones de tratamiento.
Las sesiones comprendieron las técnicas activas y pasivas antes descritas, en el entendido de que el cantar, tocar, improvisar y escuchar son actividades musicales que se emplean con fines terapéuticos y se determinan a través de las características individuales manifiestas en las pruebas previamente realizadas.
El tiempo de tratamiento fue de nueve meses para todos los grupos, entre los cuales se apreció muy baja deserción (cinco mujeres y dos hombres), que abandonaron el tratamiento por razones de traslado de domicilio, viajes y, en un caso, intervención quirúrgica.