Este trabajo presenta en su aplicación al ámbito educativo diferentes ayudas que las tecnologías brindan para el caso de los niños/as con deficiencias auditivas.Se hace un recorrido por diferentes útiles que tienen como objetivo esencial el aprovechamiento de los restos auditivos cuya aplicación trasciende al contexto de la escuela, se profundiza en materiales diseñados de intervención incluyendo no sólo aparatos como los dispositivos vibrotáctiles sino también programas informáticos destinados a la estimulación lingüística, se destacan ayudas de uso común en población adulta para asegurar la autonomía y el acceso a los medios de comunicación, por último, se hace referencia a materiales informáticos para la formación de los profesionales.
Este documento fue presentado dentro del II Congreso Nacional de Nuevas Tecnologías y Necesidades Educativas Especiales – TECNONEET 2002. Murcia. Septiembre de 2002.
Capítulo del libro:
Las Nuevas Tecnologías en la respuesta educativa a la diversidad.
Francisco Javier Soto Pérez y José Rodríguez Vázquez (coord.).
Actas del II Congreso Nacional de Nuevas Tecnologías y Necesidades Educativas Especiales – TECNONEET 2002. Murcia. Septiembre de 2002. Ed. Consejería de Educación y Cultura de la Región de Murcia.
1. Precisiones conceptuales.
La tecnología en general ofrece múltiples instrumentos y funciones cuyo objetivo final ha sido facilitar la vida de las personas e incrementar la eficacia de sus actividades. En esta línea, existe un conjunto de instrumentos y adaptaciones de dispositivos diseñados para cubrir las necesidades específicas deel colectivo de personas que cuentan con dificultades para captar y/o interpretar información de naturaleza acústica a través de la audición. Es precisamente en este ámbito donde se concentra el desarrollo de lo que comúnmente se denominan como “ayudas técnicas”. García Viso y Puig de la Bellacasa (1988) definen este concepto aludiendo a los utensilios utilizados para que el individuo pueda compensar una deficiencia o discapacidad sustituyendo una función o potenciando los restos de las mismas. Hoy día, aun siendo totalmente válida esta definición, creemos oportuno ampliar tanto el concepto como su comprensión utilizando desde una perspectiva más amplia, tal y como reza el título de esta contribución, el término de “tecnologías de ayuda”.
Genéricamente, consideramos como tecnologías de ayuda “cualquier artículo, equipo global o parcial, o cualquier sistema adquirido comercialmente o adaptado a una persona que se usa para aumentar o mejorar capacidades funcionales de individuos con discapacidades” (Alcantud y Ferrer, 1998). Esta definición destaca dos componentes que merece la pena analizar. Por un lado, subraya más que la deficiencia las capacidades funcionales de los individuos con alguna limitación. En este sentido, es crucial tener en cuenta que determinadas formas de definir los conceptos de uso común podrían conducir a actitudes lejanas a las deseadas en pos del respeto a la diversidad. Así, un excesivo acento en términos como “compensación” o “discapacidad” podría llevar a lectores no muy familiarizados con las características del colectivo de personas sordas a un conocimiento algo parcial de la realidad, pudiendo llegar a considerar la sordera sólo desde la “deficiencia” sin contemplar la perspectiva de la “diferencia”, forma preferida por un amplio grupo de personas sordas. Por ello, y sin dejar de reconocer la importante búsqueda del máximo aprovechamiento de una función propia del ser humano como es la audición, no se debe ignorar la posibilidad ofrecida por las tecnologías de potenciar vías de desarrollo de valores culturales diferenciados. A este respecto valdría el ejemplo de las crecientes posibilidades que la transmisión de uno de los principales valores de la comunidad sorda, la lengua de signos, ha adquirido gracias a la progresiva facilitación del tratamiento tecnológico de la información visual.
Por otro lado, este concepto remarcaría algo esencial en relación con la aplicación de la tecnología al ámbito de la discapacidad, esto es, el componente de individualización del sistema ayuda-usuario. Cada aplicación es una circunstancia única en función de la naturaleza y grado de la discapacidad. No existen dos exactamente iguales ni en el contexto, ni en las habilidades previas de la persona, ni en el tipo y grado de discapacidad, ni probablemente en el objetivo final para el que se diseñan. Ello nos previene acerca de generalizaciones en relación con el aprovechamiento de una tecnología en particular y nos exige vigilar estrechamente la interacción que se establece entre un niño con sordera y el sistema que utilice.
En definitiva, todo ello nos hace apostar por un concepto de tecnologías de ayuda plural advirtiendo que, más que un mero cúmulo de ayudas técnicas destinadas a compensar una disminución sensorial, hemos de centrar la atención en una visión de la tecnología al servicio de las personas con la finalidad de permitir de modo efectivo la equiparación de oportunidades.
Por otro lado, consideramos que el uso de otras terminologías induce a la confusión. Pongamos por caso los términos surgidos desde intentos clasificatorios: en función del objetivo perseguido por una herramienta en particular hay quienes proponen distinguir entre “ayuda” cuando la finalidad es la de restituir desde un punto de vista compensatorio la función auditiva (audífonos, implantes...), y “adaptaciones” cuando se trata de desarrollos tendentes a hacer accesible toda la información circundante a través de la vía visual o, en su defecto, mediante información propioceptiva. De forma paralela, otras posiciones diferencian entre “prótesis” en alusión a lo que acabamos de citar como “ayudas”, y “ayudas técnicas” para denominar a los instrumentos que contribuyen a superar las barreras de comunicación. En otras ocasiones se acude a las áreas en que se utilizan preferentemente las tecnologías y se distingue entre ayudas para la vida doméstica, ayudas para la educación, ayudas para la comunicación. También podríamos hablar según número de usuarios beneficiados entre ayudas de uso individual y ayudas de uso colectivo...
En cualquier caso, todos estos criterios y conceptos no son excluyentes sino complementarios, por lo que nos parece más interesante acogerlos bajo el paraguas que supone el término de “tecnologías de ayuda”, combinando aspectos como la finalidad de uso (aprovechamiento de restos auditivos, indicación visual o propioceptiva de la presencia de una señal acústica, estimulación del desarrollo lingüístico, acceso a la comunicación a distancia, formación...) y el contexto de utilización (escuela, hogar, contextos de intervención psicoeducativa especializada, medio laboral, espacios de ocio...) como factores descriptivos facilitadores de una comprensión organizada de las diversas posibilidades que las tecnologías nos ofrecen para la intervención psicoeducativa en personas con sordera.
Bajo esta perspectiva, trataremos en esta aportación sucesivamente las tecnologías de ayuda para el aprovechamiento de restos auditivos, los productos informáticos desarrollados para su uso en contextos educativos tanto en su aplicación directa a estudiantes con deficiencia auditiva como en relación con la mejora formativa de los profesionales encargados de la intervención en este ámbito, las tecnologías que facilitan el acceso a señales acústicas propias de la vida cotidiana, las alternativas para posibilitar la comunicación a distancia y cuyo beneficio no debe pasar desapercibido para la escuela, tratando para finalizar de las adaptaciones necesarias en el acceso a la información audiovisual, propia de algunos medios de comunicación.
Aunque no tratemos de las tecnologías al servicio de la evaluación audiológica, no queremos dejar de advertir acerca de su importancia. En este sentido, la práctica de nuevos procedimientos objetivos de screening y diagnóstico tales como las otoemisiones acústicas, los potenciales evocados de tronco cerebral, la impedanciometría..., métodos que se apoyan de forma decisiva en el uso de instrumental tecnológico cada vez más sofisticado y preciso, está teniendo una notable influencia sobre el desarrollo de los niños sordos al permitir una progresiva generalización de la detección precoz, paso previo de la intervención temprana. Las limitaciones de espacio y la intención de centrar nuestro trabajo en ayudas sobre las que el profesional de la educación tenga que convivir a diario provocan la falta de un apartado dedicado a su tratamiento; lo cual no resta valor ni utilidad al hecho de que tales profesionales sean conocedores de la existencia y alcance de estas tecnologías y metodologías de evaluación.