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Historia del trastorno del espectro autista: desde su denominación hasta su especificidad diagnóstica (Parte I)

El trastorno del espectro autista (TEA), como se lo denomina hoy en día, es una condición diagnóstica del ser humano que ha pasado por diferentes descripciones en su clasificación nosográfica. Desde la creación del término autista hasta la actualidad, las descripciones del comportamiento de los TEA han pasado por diferentes categorías de clasificación y por muchas discusiones en el ámbito de la salud mental hasta llegar a la actualidad con una clasificación dimensional categorial del autismo como un ‘trastorno del neurodesarrollo’.

Resumen

En este artículo se hará un recorrido histórico del autismo, desde la descripción del cuadro clínico hasta la selección del nombre y su diagnóstico. Desde antes de la creación del término autista en

1911, por Bleuler, hasta trastorno del espectro autista la historia da cuenta de disputas, discusiones e intentos por comprender, resolver y ayudar en el ámbito médico a personas que manifestaban un comportamiento autista. Actualmente, dicha condición diagnóstica mantiene los síntomas clínicos específicos identificados por Kanner (1943) y Asperger (1944).

 

1. Introducción

El trastorno del espectro autista (TEA), como se lo denomina hoy en día, es una condición diagnóstica del ser humano que ha pasado por diferentes descripciones en su clasificación nosográfica. Desde la creación del término autista hasta la actualidad, las descripciones del comportamiento de los TEA han pasado por diferentes categorías de clasificación y por muchas discusiones en el ámbito de la salud mental hasta llegar a la actualidad con una clasificación dimensional categorial del autismo como un ‘trastorno del neurodesarrollo’ tanto en el nuevo Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5) de la American Psychological Association (APA, 2013), como en el último manual de la la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2018), la Clasificación Internacional Estadística de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-11).

La  larga  historia  de  modificaciones  de  denominación,  clasificación  y  descripción  se relaciona con cambios en cómo concebir y abordar la salud-enfermedad y con los avances tecnológicos que generan rupturas, continuidades e innovaciones en los modos de construir las teorías y posicionar los objetos a estudiar.

En este artículo se abordará la historia del autismo, desde la denominación hasta la consideración de su especificidad en cuanto entidad diferente de otros cuadros sindrómicos conocidos. Para ello se considerarán los estudios de Kanner y Asperger con sus similitudes y diferencias.

 

2. La atribución del nombre autismo

La  historia  del  término  autismo  tiene  poco  más  de  100  años. Antes,  el  cuadro,  denominado actualmente trastorno del espectro autista (TEA), aparecía descripto en crónicas, relatos literarios o

 

religiosos en la construcción de personajes diabólicos (Artigas-Pallarés & Pérez, 2012) o cándidos que no acataban las convenciones sociales o pragmáticas (en Las Florecillas de San Francisco de Asís).

 

En el ámbito clínico, lo que hoy se conoce como TEA era un grupo comprendido dentro de la demencia infantil (como el caso de Victor d’Aveyron, un muchacho encontrado en el bosque francés en estado “salvaje”), la demencia precocísima (una demencia incurable y congénita como el caso de D. Flavio, con retraso en el desarrollo del lenguaje, lenguaje oral después de los 5 años, ecolalias, esterotipias, muy alta capacidad musical, insensibilidad y escasa afectividad, tendencia a la soledad, etc. De Sanctis, 1906) o la psicosis infantil (como el caso de Dick, un niño de cuatro años, descrito como indiferente a la presencia del adulto, sin emociones observables, positivas o negativas, con ecolalias como producción lingüística. Klein, 1930). Las descripciones no encuadraban completamente con estos diagnósticos (Kanner, 1965).

Recién en 1911, el psiquiatra suizo Eugen Bleuler utilizó por primera vez el neologismo “encierro autista” para referirse a rasgos de la esquizofrenia. La noción bleuleriana describía el aislamiento  que  afectaba  a  un  grupo  de  pacientes  con  esquizofrenia  grave,  manifestando  un desapego o “retiro de la realidad”. El autismo era , así, un síntoma secundario de la esquizofrenia.

El vocablo ‘autismo’ está formado por αὐτὀς (autos-) que significa uno mismo, en  griego y por el sufijo -ismo, ισµός ‘ismós,’ que forma el sustantivo abstracto: el sí mismo. Pero, la palabra derivaba  directamente  del  concepto  de  autoerotismo  freudiano  sin  el  eros  (Ballerini,  Barale, Gallese, & Ucelli, 2006). La descripción de Bleuler retomaba la idea de una fisiológica fase evolutiva autoerótica en el desarrollo humano y al intento de comprender la psicosis (o alguno de sus  aspectos)  a  partir  de  la  sexualtheorie  freudiana  que  se  delineaba  en  aquellos  años.  Los fenómenos psicóticos se trataron de colocar en la historia evolutiva del sujeto como una falla en la sucesión y organización de la psyché.

Autismo contenía la idea de que el cuadro descripto sería una regresión o fijación en la fase autística o autoerótica normal, fase hipotetizada por Freud (1914). En su evolucionismo, los fenómenos psicopatológicos representarían aspectos primitivos del desarrollo, por detenerse o por retroceder. Pero, como el mismo autor explicita, los conceptos de autoerotismo y libido son más amplios y el uso de “autismo” alude positivamente a “encierro”, adquiriendo predominancia la vida interior.

Gran parte de la literatura psicodinámica del autismo, después de Kanner, se movió sobre estos principios teóricos. Se lo describió como un cuadro que representa una falla en las primitivas fases de la construcción de la relación de objeto (el desarrollo de las relaciones significativas que hacen posible el nacimiento del psiquismo, en las primeras etapas del vínculo madre-hijo y la tendencia dirigida a los objetos que van más allá del principio del placer). De allí, derivaría un intento psicopatológico de reconstruir (por fijación o regresión) una condición primaria autosuficiente. Para evitar la angustia de la relación fallida, el sujeto se encerraría en sí mismo, retirándose del mundo externo, y eliminaría así cualquier posibilidad de continuidad evolutiva: un mecanismo de defensa.

 

 

3. El autismo de Kanner

En 1943, el psiquiatra austríaco Leo Kanner publicó, en EE. UU., el primer artículo sobre el autismo: Autistic disturbances of affective contact. Utilizó el término de Bleuler para describir el comportamiento de once niños entre 2 y 8 años de edad. Las características sintomáticas constituían un “disturbio autístico de contacto afectivo”, no ya un síntoma secundario de otra patología, sino un conjunto de “peculiaridades” (Kanner, 1943, p. 217, trad. mía) que constituyen síntomas, un “syndrome” (Kanner, 1943, p. 242, trad. mía), sin-drome, es decir, lo que etimológicamente va junto y que se organiza en torno a ciertos aspectos nucleares específicos (Kanner, 1965). Su descripción fue lo que luego llamaría ‘autismo infantil’1 (Kanner, 1944).

Los niños mostraban “distanciamiento”, ausencia relacional y de reciprocidad en el contacto/ compartir con otros seres humanos. Todos ellos tenían problemas en el lenguaje y la comunicación: tres eran mudos, el lenguaje de los otros era rudimentario y con particularidades como la ecolalia (repetición mecánica del habla propia o pronunciada por otra persona.), literalidad, significado fijo de categorías referenciales, la ausencia de un “uso correcto del pronombre personal al referirse a sí mismo en tercera persona” (Kanner, 1943, p. 244) o el uso bizarro de algunas palabras. La simbolización, los procesos de abstracción, la referencia, la comprensión y producción de significados para otros resultaban alterados. Algunos otros fenómenos, como rituales, fijación y la repetición o no modificación parecían correlacionados con el autismo. La interrupción de un comportamiento repetitivo o del orden previsto era motivo de crisis.

Kanner observó otro aspecto importante: la existencia de “islas de capacidad” (capacidad visoespacial, estética, musical y memoria). De la interpretación de estas características, Kanner habría conjeturado la idea de que el autismo sólo fuese un funcionamiento retardado y lo indujo a un optimismo sobre su evolución.

 

 

Referencias

1 Actualmente, no se utiliza, fue eliminado de los manuales.

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