Implantar rutinas genera un funcionamiento autónomo en el alumnado. Debemos proyectar el aprendizaje como una línea a lo largo de la escolaridad de los/las niños/as, y una rutina bien implantada nos marcará los límites y nos ayudará a establecer objetivos a alcanzar, así como actividades a desarrollar, entre otras cosas.
Hoy en día en las aulas, encontramos alumnado con diferentes características, habilidades, fortalezas y dificultades. Entre ellos, alumnado con Trastorno del Espectro Autista (TEA). La atención a las personas con TEA supone un reto para toda la comunidad educativa, ya que implica la supresión de barreras para el acceso, la participación y el aprendizaje. ¿Cómo llevar a cabo la eliminación de estas barreras? ¿Qué pautas puedo seguir para la inclusión de alumnos TEA en el aula?
La anticipación es recomendable para todo el alumnado. Concretamente, para el alumnado con TEA u otras necesidades, se convierte en esencial al ser una fuente de tranquilidad. Reducirá el estrés ante la incertidumbre.
Los ambientes estructurados contribuyen a fijar actividades en lugares concretos, a mantener el orden y a ofrecer rutinas a nuestro alumnado. Además, ayudarán a la focalización de la atención a la hora de realizar tareas autónomas y/o dirigidas.
Es importante tener en cuenta con que sistema de comunicación se siente más cómodo nuestro alumnado, Una vez que lo conozcamos, será ideal la generalización de este sistema entre la familia y otros profesionales que intervengan con él/ella, así como su traspaso a la enseñanza.
Debemos potenciar la socialización normalizada de nuestro alumnado, Esto, se consigue en gran parte respetando las horas de recreo libre, mediando en actividades con sus iguales y potenciando la inclusión de los centros ordinarios. La búsqueda de actividades extraescolares también será esencial para desarrollar este campo.
Es importante conocer hacia qué estímulos son más sensibles. Esto, nos ayudará a evitarlos en ciertos momentos y a ir integrándolos en sus vidas de forma pautada y secuenciada. Para ello, debemos diferenciar estímulos que percibimos a través de nuestros sentidos y seleccionar aquellos que sean recomendables integrar en sus vidas.
Seguir pautas metodológicas comunes entre todos los profesionales que intervienen con el/la alumno/a, será esencial para su correcto desarrollo. Estas pautas, deben estar pensadas, consensuadas y generalizadas para todo el grupo-clase. De esta forma, estaremos incluyendo a nuestro alumnado TEA en un ambiente normalizado.
Implantar rutinas genera un funcionamiento autónomo en el alumnado. Debemos proyectar el aprendizaje como una línea a lo largo de la escolaridad de los/las niños/as, y una rutina bien implantada nos marcará los límites y nos ayudará a establecer objetivos a alcanzar, así como actividades a desarrollar, entre otras cosas.
Finalmente, destacar que las pautas expuestas en este artículo van dirigidas a la inclusión de alumnos TEA en el aula, pero, pueden beneficiar a todo el alumnado permitiendo su adaptación e inclusión en el día a día del centro.
Referencias
Chicho Rodríguez Zarallo y Olga Fernández Sánchez: “El niño con autismo en la escuela: Claves para una inclusión educativa real”. Editorial : Independently published