Sabemos que el lenguaje como herramienta de comunicación e interacción con el medio requiere de la práctica para su generalización, es decir, el componente pragmático del lenguaje es el que actúa como eje vertebrador del desarrollo y evolución en el resto de dimensiones lingüísticas, de modo que el uso del lenguaje en sí mismo en distintas situaciones comunicativas será el mecanismo que suscite el avance y el desarrollo en el resto de áreas.
Discusión y Conclusiones
El objetivo que nos marcábamos con nuestro estudio era delimitar el nivel de repercusión que el contexto familiar ejerce sobre el desarrollo lingüístico infantil, tratando de evidenciar los beneficios que un hogar comprometido con las dificultades del lenguaje de su hijo supone para el progreso y crecimiento del individuo en dicha área del desarrollo. Asimismo se pretendía valorar la importancia del papel de los padres en la tarea de estimulación del lenguaje desde el contexto familiar, así como el grado de implicación y participación que se requiere de éstos en el proceso de aprendizaje de sus hijos.
De este modo se establecía cómo el abordaje del presente tema objeto de estudio nos permitiría por un lado determinar la importancia del papel de la familia en el proceso de adquisición y desarrollo lingüístico del niño como puente promotor del desarrollo, así como por otro lado resaltar la importancia de integrar la estimulación del lenguaje como una actividad de la vida diaria dentro del hogar, debiendo asumir los padres la responsabilidad que les compete como mediadores en el proceso de enseñanza-aprendizaje de sus hijos (Grácia y Del Río, 1998).
A este respecto nos planteábamos un conjunto de cuestiones a responder a partir de la revisión de las distintas fuentes seleccionadas, las cuales atendían a:
· ¿Actúa el contexto familiar como agente influyente en el proceso de desarrollo evolutivo del niño?
· ¿Qué papel ha de asumir la familia respecto a las dificultades del lenguaje manifiestas en sus hijos?
· ¿Cuáles son los patrones comunicativos y lingüísticos que desde el contexto del hogar favorecen o perjudican el desarrollo lingüístico del niño?
· ¿Cómo se puede fomentar la práctica del lenguaje dentro de la dinámica familiar?
En torno a estas cuestiones y a modo de síntesis, llevando a cabo a continuación un análisis más exhaustivo y profundo respecto a las conclusiones expuestas, los resultados extraídos hacen alusión a:
· Importancia de la función que desempeña la familia en la aparición y ritmo evolutivo de desarrollo del lenguaje infantil, actuando como primer contexto de interacción y fuente de recursos lingüísticos y comunicativos.
· Necesidad de desarrollar por parte de los padres un proceso de toma de conciencia y asunción de la responsabilidad que les corresponde respecto al proceso educativo de sus
hijos, prestando especial atención a la tarea de estimulación del lenguaje en la infancia.
· Importancia de proporcionar ambientes lingüísticos y comunicativos positivos y motivadores que propicien en el niño un desarrollo óptimo y normalizado de sus
capacidades, favoreciendo la asimilación de herramientas lingüísticas que garanticen su
participación efectiva en distintos contextos de interacción, evitando el uso de patrones y conductas lingüísticas que obstaculicen y limiten el desarrollo potencial del individuo.
· Necesidad de emprender actuaciones dirigidas a instruir y formar desde el contexto familiar a los agentes activos del mismo, responsables de establecer interacciones comunicativas
diarias con el niño. El desarrollo de programas de corte naturalista de estimulación del desarrollo del lenguaje infantil por parte de los padres desde el contexto del hogar favorece el desarrollo evolutivo de los niños a través del uso y aplicación de estrategias
lingüísticas y comunicativas cotidianas y espontáneas que adquieran carácter y valor educativo, rehabilitador y preventivo en el área del lenguaje y la comunicación.
Vemos como dichos resultados guardan relación directa con la hipótesis propuesta en la fase inicial de la investigación, en la que planteábamos cómo el contexto próximo del sujeto interviene como una variable determinante en su desarrollo lingüístico, actuando un entorno estimulante como favorecedor de un desarrollo óptimo, o en aquellos casos en los que se manifiesta un retraso del lenguaje como facilitador del proceso de mejora, pudiendo determinar por tanto el cumplimiento de la misma a partir del análisis de las conclusiones extraídas.
De este modo la revisión de nuestro estudio en torno a la influencia que ejerce el contexto familiar en el desarrollo lingüístico infantil nos conduce a la conclusión de que son muchos los investigadores que mantienen ideas compartidas respecto al poder de influencia que ejerce el entorno familiar, y en especial los padres, a lo largo del proceso de adquisición y desarrollo del lenguaje en el niño, destacando todos ellos el papel que éstos últimos desempeñan como agentes activos y facilitadores de herramientas lingüísticas y comunicativas a los pequeños a lo largo de sus procesos de aprendizaje.
De igual modo a pesar de existir una idea común en torno a tales conclusiones resulta paradójico el escaso volumen de investigaciones y/o estudios que al respecto tratan sobre el tema, focalizando la mayoría de investigadores y expertos sus trabajos hacia el análisis de las variables que interceden desde el contexto familiar en el desarrollo del niño a nivel general, es decir, en su desarrollo lingüístico, cognitivo, afectivo y psicosocial. Dichos estudios a pesar de ser de gran relevancia e interés plantean de igual modo la necesidad de llevar a cabo investigaciones centradas en desarrollar actuaciones dirigidas a las familias, con objeto de hacer a estas conscientes de la importancia de asumir su responsabilidad como educadores dentro del contexto del hogar respecto al desarrollo integral de sus hijos, debiendo involucrarse adoptando un papel activo y de calidad en la tarea de estimulación lingüística de los mismos. Se trata de que los padres tomen conciencia de que el lenguaje como herramienta de expresión del pensamiento es la fuente del conocimiento, el cual actúa como pieza clave en el crecimiento y desarrollo personal, social y emocional del pequeño, y en consecuencia en su rendimiento escolar.
A este respecto resulta importante a su vez establecer las bases de la relación entre la familia y la escuela como actores responsables del proceso educativo del alumno, debiendo ser ambas competentes en materia de estimulación del lenguaje con objeto de favorecer el proceso evolutivo del pequeño, dotando a este de los medios y recursos necesarios que le ayuden a alcanzar el éxito en su proceso lingüístico (González, 2014; Ruiz, 1999).
Es así como los padres han de asumir su papel como parte del proceso educativo de sus hijos, debiendo ser coherentes y pensar que el aprendizaje y desarrollo del pequeño no puede ser construido únicamente desde la escuela sino que ésta requiere de su colaboración en beneficio del progreso del alumno, es decir, se hace necesario llevar a cabo un trabajo conjunto y coordinado en base a mejorar ciertos aspectos del desarrollo desde un enfoque preventivo y/o rehabilitador en función del caso. Esto quiere decir que las únicas familias implicadas en las tareas de estimulación del lenguaje desde el hogar no han de ser aquellas en las que alguno de sus miembros muestra alteraciones en el desarrollo normativo del lenguaje, sino que partimos de exponer la importancia que este adquiere en el crecimiento integral del pequeño, por lo que la intervención desde casa en cuanto a su estimulación ha de ser igualmente asumida por las familias desde un punto de vista preventivo, con objeto de reducir las posibilidades de aparición en un futuro de dificultades en torno al desarrollo lingüístico del sujeto.
Es importante que las familias comprendan lo esencial de su papel en el proceso evolutivo de sus hijos, ya que éste no depende sólo de las capacidades del propio sujeto y de los estímulos que reciba desde la escuela, sino también de los refuerzos, modelos y estrategias que el medio próximo les proporcione y que actúan como referentes para el niño, siendo aquí donde entran en juego los padres y sus acciones. De este modo tanto padres como profesores han de esforzarse para proporcionar al niño una educación de calidad (Ruiz, 1999).
La escuela por su parte ha de asumir un nuevo reto al respecto, será la encargada de orientar a las familias en el conjunto de actuaciones que se hace necesario desarrollar, al tiempo que deberá responsabilizarse de involucrar a éstas en un cambio de actitudes y de concepción respecto a la educación de sus hijos, haciéndoles ver que se trata de desarrollar una tarea conjunta por el bien del educando y en beneficio de su desarrollo personal actual y futuro, debiendo ser la escuela la que, desde su profesionalidad, asuma la tarea de instruir y formar a los padres en su tarea educadora.
De todo ello podemos concluir como el desarrollo infantil viene influenciado por las variables del contexto, las cuales inciden notablemente en el ritmo y progreso evolutivo del niño constituyendo en sí mismas las bases hacia un desarrollo normativo o desviado. Esta influencia del medio hace alusión directa al papel que juega la familia y los padres en el proceso de crecimiento del pequeño, actuando éstos como mediadores directos del proceso, de modo que su actuación reforzará de manera positiva o negativa el desarrollo del infante, debiendo ser portadores de un ambiente rico y estimulante que ofrezca estímulos de calidad. Si bien en el proceso educativo del niño vemos cómo los padres actúan como padres mientras que los docentes asumen la responsabilidad educadora, es importante modificar esta desvinculación de roles que se establece entre ambos contextos y romper con el conflicto interno que existe entre los mismos. Los padres han de asumir que su papel como padres conlleva una implicación educativa, igual de relevante y necesaria que el papel que desarrolla el docente dentro del aula. Debemos entender que el niño es un todo, una única pieza que es tallada desde distintas disciplinas entendidas éstas como los diferentes contextos en los que el niño participa, siendo objeto de un proceso de modelado a lo largo de su vida que derivará en un producto final, por lo que se hace necesario que todos los agentes que participan de su creación conozcan las distintas técnicas y herramientas necesarias a emplear para poder alcanzar el resultado final, un desarrollo integral y óptimo del niño que le permita alcanzar el éxito en su proceso educativo. En este proceso la coordinación, la conciencia, la implicación y la responsabilidad serán algunas de las nuevas estrategias a integrar por ambas disciplinas.
A partir de la revisión de las distintas investigaciones realizadas sobre el tema podemos observar cómo son varios los autores que apuestan por desarrollar una intervención desde el contexto familiar dirigida a abordar como dimensiones principales la optimización de la calidad de la interacción comunicativa y lingüística en el hogar, y la adecuación del entorno a través de la creación de rutinas interactivas. Se trata de que los padres, guiados por los profesionales en la materia, adquieran nuevas estrategias lingüísticas y modifiquen aquellas que emplean en su interacción con sus hijos de modo que se recree dentro del contexto familiar un ambiente estimulante, motivador y educativo, el cual desarrollado desde una metodología flexible y dinámica a través del juego y la interacción diaria, haga del trabajo rehabilitador algo cotidiano y natural (Monfort, 1995). En palabras de Castañeda (1999) se trata de proporcionar orientaciones que permitan a los padres propiciar un entorno familiar rico y estimulante para el desarrollo del lenguaje del niño, evitando todo aquello que pueda interferir o desviar su adquisición normal.
La revisión llevada a cabo de la literatura existente en torno a nuestro objeto de estudio deja por tanto latente la necesidad de involucrar a los padres en el proceso educativo de sus hijos desde el punto de vista de la estimulación e intervención en el área del lenguaje desde el contexto del hogar, siendo la escuela la responsable a su vez de emprender proyectos educativos dirigidos a formar e informar a las familias acerca de la importancia de proporcionar ambientes positivos y enriquecedores, así como modelos lingüísticos de calidad que contribuyan a alcanzar un desarrollo óptimo del lenguaje en el niño.
Como determina en su estudio Pérez (2010: 9) “la preparación de la familia es una necesidad de nuestros tiempos si se quiere lograr que los padres sean activos aliados del proceso educativo y posibilitar el desarrollo social de las niñas y niños en edad temprana”. Asimismo Silva (2013: 6) determina como “la familia debe estar preparada para propiciar condiciones que favorezcan la estimulación del lenguaje, pues solo con su activa participación consciente es que se puede potenciar el desarrollo integral en los infantes”.
A este respecto Cala y Monzón (2016: 35) nos hablan de las carencias en el entorno familiar en términos de “falta de preparación de la familia para identificar las señales de alerta de retraso en el lenguaje, para ofrecer la estimulación necesaria para el desarrollo lingüístico- comunicativo de los niños y para asumir, desde el propio seno familiar, un tratamiento compensatorio a las dificultades”.
En cuanto a las dificultades detectadas en torno a los aspectos metodológicos cabe destacar respecto a la detección de fuentes disponibles en torno a nuestro objeto de estudio, la importancia del papel de la familia en el desarrollo del lenguaje de los hijos desde edades tempranas, la falta de estudios previos existentes en relación a la materia. Esta falta de investigación nos lleva a plantearnos la posibilidad de que exista una relación directa de “causalidad” entre esta falta de información, en cuanto a disponibilidad de fuentes bibliográficas, y el desconocimiento masivo que muestran las familias, más concretamente los padres, sobre su labor en la estimulación del lenguaje.
La tendencia actual a considerar, a razón de las ocupaciones laborales y cargas familiares que asumen hoy día los padres, la escuela como eje central en la educación y formación del educando, así como a valorar al profesorado como únicos agentes responsables de alcanzar logros académicos y formativos en los niños, lleva a liberar a la familia de una responsabilidad que le corresponde de manera natural, la educación, desarrollo y aprendizaje de sus pequeños. Es la escuela quien, como fuente de conocimiento y profesionalización, debe abordar esta cuestión y dotar de respuestas a la necesidad que se plantea en torno a la falta de toma de conciencia y asunción del rol activo en el proceso de aprendizaje de los alumnos por parte de los padres. Esta cuestión supone emprender medidas que generen un lazo de conexión entre los pilares de referencia en la vida del pequeño, familia y escuela, de manera que entre ambas se genere una línea de intervención-acción, la cual de manera coordinada promueva el alcance de unos mismos objetivos en relación al desarrollo del área del lenguaje, lo que conduzca a una mejora de los resultados en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumno.
Por otro lado, entre los distintos profesionales del área del lenguaje y la comunicación nuestro tema objeto de estudio genera cierta controversia, al ser conscientes de la relevancia del mismo y el escaso abordaje a nivel de investigación que subyace a éste, siendo conocedores de la falta de responsabilidad que se asume respecto a la intervención ante las dificultades del lenguaje desde los distintos contextos de participación e interacción del pequeño. Dichos profesionales son conscientes de que los avances en la intervención en esta área del desarrollo tienden a ser lentos y costosos, cuanto más cuando el órgano rehabilitador recae únicamente en el alumno y en el especialista en esta área, el/l logopeda o el/la maestro/a de Audición y Lenguaje.
Sabemos que el lenguaje como herramienta de comunicación e interacción con el medio requiere de la práctica para su generalización, es decir, el componente pragmático del lenguaje es el que actúa como eje vertebrador del desarrollo y evolución en el resto de dimensiones lingüísticas, de modo que el uso del lenguaje en sí mismo en distintas situaciones comunicativas será el mecanismo que suscite el avance y el desarrollo en el resto de áreas. Vemos por tanto como el lenguaje requiere del contexto de interacción para la puesta en práctica de los aprendizajes, de modo que cabe plantearnos ¿cómo es posible alcanzar un mayor nivel de competencia lingüística ante la falta de experiencias que promuevan el uso de las habilidades lingüísticas a partir de su estimulación? Es esta la cuestión que caben plantearse los especialistas en la materia con objeto de investigar acerca de cómo trabaja la familia la estimulación del lenguaje de sus hijos y cómo se puede promover dicha estimulación de manera consciente, generando un clima lingüístico enriquecedor dentro del hogar.
Nos surgen algunas sugerencias al respecto que implican la coordinación y el trabajo conjunto desde los distintos contextos de interacción con el alumno, pudiendo servirnos para ello del uso de las actuales metodologías activas de aprendizaje tales como los grupos de trabajo o las comunidades de aprendizaje. Implicar a la familia debe ir más allá de la entrega de unas orientaciones básicas sobre lo que se debe hacer, se trata de enseñar y aprender, y como bien hemos visto a lo largo de nuestro estudio, las principales herramientas con las que cuenta el ser humano para su aprendizaje son la observación y la imitación. La creación de grupos de trabajo a manos de especialistas en la rehabilitación del habla y el lenguaje ayudará a tomar conciencia a los padres de cómo trabajar de manera diaria desde el hogar aquellas habilidades en las que sus hijos muestran mayores dificultades y por encima de ello, tomarán conciencia de cómo mejorar el proceso de desarrollo de sus hijos.
Existen medidas al respecto en cuanto a estimulación del lenguaje desde el contexto familiar tal y como hemos podido analizar pero se tratan de propuestas que implican únicamente a las familias desde su papel en el contexto del hogar. Nuestra propuesta iría más allá, siendo su objetivo no únicamente el desarrollo de la función rehabilitadora del lenguaje por parte de padres y familiares, sino el desarrollo de una intervención que promueva la comunión entre familia y escuela, generando un espacio de aprendizaje conjunto y colaborativo, en el que se fomente la enseñanza compartida así como la creación de un espacio de apoyo y asesoramiento. Son muchas las familias que se encuentran perdidas o no saben asumir una situación que se les plantea en sus vidas y ante el desconocimiento de dónde acudir tienden a des actuar o actuar según les marquen los pasos de manos de agentes externos, debiendo ser la escuela entendida como comunidad de aprendizaje y conocimiento la que ha de participar y promover el desarrollo de dicho proceso de coordinación junto al contexto familiar, debiendo reflexionar acerca de cómo
“Padres y docentes, docentes y padres, tenemos que empezar a trabajar día a día desde el mismo bando, remando en la misma dirección y sentido. Para que esto ocurra, es necesario que nos centremos en buscar formas y fórmulas de participación, vías de colaboración, de acercamiento, puntos de encuentro, etc.” (González, 2014: 20).