Los resultados dependen exclusivamente de la capacidad del cerebro para incorporar los sonidos que oye en la matriz innata del lenguaje, para que puedan ser reconocidos como parte de una lengua y a partir de ahí poner en marcha el círculo virtuoso, adquirir la lengua oral y desarrollar la inteligencia. Pero al responder de esta manera no hacemos otra cosa que “correr la arruga”, ya que de inmediato se plantea: ¿de qué depende que el cerebro sea más o menos capaz de impulsar de manera eficaz y sostenida el mecanismo del lenguaje?
Los posibles resultados de un implante
Volvamos al implante. ¿Qué es lo que pueden esperar los padres como resultado del implante? Podemos ubicar los posibles resultados de un implante coclear en una escala como la siguiente, siempre partiendo de la base de que la prótesis le permite al niño implantado percibir sonidos.
1/ Resultado ideal. El niño oye los sonidos del habla, los procesa como lengua natural, y como todo niño normalmente oyente, pone en marcha el círculo virtuoso que lo llevará a manejar en forma plena, sin limitación alguna, el lenguaje y la lengua. Comunicación infinita y creativa, acceso a los niveles superiores del pensamiento.
2/Resultado “casi” ideal. El niño oye los sonidos y el lenguaje funciona de modo tal que en apariencia no tiene ninguna dificultad para comunicarse con su entorno y para comprender las expresiones en lengua oral. El problema que se nos presenta es el siguiente: ¿qué es “casi” normal? Es difícil ponerse de acuerdo en lo que puede significar “casi”. Podemos aceptar que un implantado con un desarrollo del lenguaje “casi normal” pasa desapercibido entre los oyentes, conversa, entiende “casi” todo lo que dice el docente en el aula, aunque en reuniones familiares confronta obstáculos en la comunicación. A veces le cuesta entender los chistes, no comprende el significado de algunas fábulas, tiene dificultades para dar su opinión con respecto a hechos e ideas, no siempre argumenta con coherencia. Interactúa con sus pares, asiste a actividades de diversión, pero en ciertos momentos no logra integrarse plenamente, sobre todo en situaciones de gran dinamismo interpersonal. Estos niños con seguridad pueden cursar exitosamente la escolaridad hasta ciertos niveles, pero van a vivenciar dificultades cuando se trata de relaciones interpersonales.
3/Resultado no tan bueno. Aquí la situación es clara. Desde el punto de vista del lenguaje y cognitivo, hay que reconocer que es mucho menos que más… El niño responde a órdenes sencillas, expresa deseos concretos y puede participar aceptablemente en la vida familiar. Las limitaciones se apreciarán sin duda en la escolaridad, donde necesitará ayuda permanente y sostenida de sus padres o de otros adultos significativos, y no podrá avanzar más que hacer cierto punto en la actividad académica. En cuanto al desarrollo cognitivo, no accederá a los niveles superiores del pensamiento.
4/ Resultado insatisfactorio. El niño implantado no incorpora los sonidos que oye como partes de una lengua, por lo que no puede poner en marcha el mecanismo del lenguaje. No arranca el círculo virtuoso, y simplemente percibe y procesa los sonidos como ruidos y no como lengua, pudiendo responder a numerosos estímulos pero no estructurar la comunicación y el pensamiento en torno a una lengua natural. Puede repetir y vocalizar palabra y hasta frases enteras, pero no tiene competencia efectiva en lengua oral.
5/ Sin resultado. El niño implantado sigue sin oír, es como si nada hubiese ocurrido. En tal caso, no cabe sino una explicación: la prótesis no cumplió con su cometido, ya sea que no funcionó por defectos técnicos (prótesis dañada o error quirúrgico), ya porque el diagnóstico fue equivocado y el problema no estaba en la cóclea.
Y ahora sí, intentemos discernir de qué depende que se obtenga uno u otro resultado.
Los resultados dependen exclusivamente de la capacidad del cerebro para incorporar los sonidos que oye en la matriz innata del lenguaje, para que puedan ser reconocidos como parte de una lengua y a partir de ahí poner en marcha el círculo virtuoso, adquirir la lengua oral y desarrollar la inteligencia. Pero al responder de esta manera no hacemos otra cosa que “correr la arruga”, ya que de inmediato se plantea: ¿de qué depende que el cerebro sea más o menos capaz de impulsar de manera eficaz y sostenida el mecanismo del lenguaje?
Demás está decirlo, partimos del supuesto de la buena calidad de la prótesis y de su buen funcionamiento y de la experticia del cirujano que procede a implantar. No podemos hacer otra cosa, porque ni los profesionales, ni los padres, ni los sordos, tienen ninguna incidencia en lo que concierne a estos factores.