Para que esta reorientación se haga posible, se necesita una revisión de las estrategias y métodos de evaluación utilizados por el terapista del lenguaje y por los docentes, los cuales insisten básicamente en la valoración del lenguaje como conducta, y en la lengua como un producto posible de ser medido y cuantificado (Valles, 2000)
De esta manera el enfoque comunicativo sirve como base necesaria para una reorientación del trabajo de “estimulación lingüística”, especialmente en niños entre 0 y 6 años de edad cronológica y en población con necesidades educativas especiales. Para que esta reorientación se haga posible, se necesita una revisión de las estrategias y métodos de evaluación utilizados por el terapista del lenguaje y por los docentes, los cuales insisten básicamente en la valoración del lenguaje como conducta, y en la lengua como un producto posible de ser medido y cuantificado (Valles, 2000). Además, es imprescindible desarrollar nuevos métodos de atención, fundamentados realmente en un modelo pedagógico, dirigidos a enseñar y a potenciar la competencia comunicativa, y no en un enfoque médico remedial, que hace énfasis en la enumeración de las alteraciones o desviaciones idiomáticas.
Una experiencia en la aplicación de un programa de estimulación del lenguaje basado en el enfoque comunicativo:
A partir de una experiencia inicial fundamentada en la aplicación de un programa de estimulación lingüística (Valles, 2000), desarrollado por un equipo conformado por dos terapistas del lenguaje, un psicólogo y los docentes de un preescolar privado de la ciudad de Caracas, entre los años 1995 y 1999, se realizó una serie de adaptaciones y reformas, y se logró elaborar un nuevo programa dirigido fundamentalmente a trabajar en cooperación docente, para atender a todos los alumnos.
Para elaborar el nuevo programa, primeramente se evaluaron los alcances del anterior, encontrándose como debilidad que las actividades del aula, estaban bajo la responsabilidad exclusiva de los terapistas, por lo que se concluyó que los docentes no habían desarrollado suficientes estrategias para estimular el lenguaje, dentro de su planificación diaria. De allí que se hizo necesario realizar una serie de talleres para trabajar con los docentes tanto aspectos teóricos como metodológicos, utilizando como base la Propuesta Curricular de Educación Inicial (PCEI), donde se plantea como eje transversal el lenguaje. Se realizaron tres talleres a lo largo del año escolar 1999-2000, el primero sobre Desarrollo del Lenguaje. El segundo sobre Los trastornos del Lenguaje y el tercero trató sobre La estimulación del lenguaje en el niño preescolar.
La PCEI presenta un supuesto epistemológico, fundamentado en el paradigma constructivista, que orienta la acción docente para optimizar el desarrollo desde la construcción activa, el aprendizaje significativo y la mediación de los adultos. En esta perspectiva la escuela se concibe como “comunitaria, donde concluyen diferentes actores, se articulan procesos de trabajo y experiencias organizativas para contribuir a la formación de una cultura participativa, construir la identidad local y nacional y mejorar la calidad de vida” (Sánchez García, 2002, p.12).
De los supuestos ya mencionados se derivan los de orden metodológico, estos se manifiestan en la definición del espacio escolar más allá del plantel, integrando a la escuela los espacios no convencionales, para llevar a toda la comunidad y construir en comunidad el desarrollo. El docente debe articular acciones dentro y fuera del preescolar, actividades con la comunidad y con los alumnos y actuar sobre su propio desarrollo, haciéndose beneficiario de su actividad, pues él seguirá aprendiendo y ese aprendizaje impulsará su promoción personal integral.
Partiendo de lo anterior, se implementó una serie de actividades dentro y fuera del preescolar que sirvieran de vehículo para la estimulación de la comunicación entre docentes y alumnos. Se buscó primordialmente sentar en la práctica diaria la necesidad de expresar necesidades, deseos y opiniones, estimulando de esta manera el uso de textos informativos, expositivos y argumentativos. Para ello los docentes solicitaban diariamente a sus alumnos la narración de sus actividades del día anterior, la elaboración del programa del día y del fin de semana y exponían sus propias planificaciones. Con esto se busco además cumplir con un paso imprescindible: el de planificar y al hacerlo utilizar estrategias metalingüísticas.
Se motivó a los niños a utilizar diferentes recursos para comunicarse, como por ejemplo, elaborar tarjetas de felicitación o listas de obsequios con recortes tomados de revistas o folletos, donde se enumeraban los regalos que deseaban recibir para la Navidad, o los que esperaban regalarles a sus mamás en el Día de las Madres. En esta actividad era imprescindible compartir la planificación de la tarea, para ello el docente realizaba toda la explicación de lo que ella esperaba y deseaba, haciendo énfasis en que el texto debía cumplir con una serie de normas para lograr comunicar eficientemente. Esta actividad sirvió como un recurso de enlace entre lo oral y lo escrito y fue desarrollada con los niños más pequeños (3 a 4 años).
Cabe destacar que más que seguir un plan de trabajo, lo que se propició fue el crear un clima de comunicación abierto, respetuoso e igualitario. Que permitiera un intercambio efectivo de comunicación, para estimular al niño no sólo a hablar sino también a escribir, y para motivar al docente a ser más receptivo en esta actividad, respetando las diferencias individuales y las necesidades de comunicación de cada alumno. En esta tarea el terapista del lenguaje pasó de ser el interventor directo, a ser un orientador del docente, con quien se reunía semanalmente para valorar los resultados y sugerir adaptaciones en las actividades pedagógicas.
Se hizo posible ir de una planificación por objetivos, cerrada e inflexible, a una mucho más adaptada a los intereses y necesidades de los niños, aprovechando incidentes, eventos planificados (como por ejemplo la visitas a los museos), y no planificados (accidentes o viajes imprevistos de los alumnos o maestros), siempre teniendo en cuenta que la comunicación debe ser un proceso fluido y permanente. Se insistió además en que de acuerdo con las necesidades comunicativas se debe planificar y construir cada texto, así surgieron textos intruccionales como por ejemplo las recetas de cocina, las narraciones de visitas o de algún incidente o los argumentos sobre el por que realizar determinada actividad, ejemplo cepillarse los dientes o lavarse las manos.
Luego de tres años de desarrollo de este programa, puede concluirse que esta dinámica resulta mucho más efectiva que la tradicional, basada en el trabajo del terapista en pequeños grupos o de manera individualizada. Los alumnos mostraron una mejor expresión oral y escrita, lo que influyó positivamente en su comportamiento, pues se estimuló el llegar a acuerdos conversando, por lo que las peleas y discusiones verbales entre los alumnos disminuyeron. Los docentes expresaron que la formación alcanzada en los talleres les permitió conocer el proceso de desarrollo del lenguaje en una perspectiva muy distinta a la que tenían, señalando que dentro de la formación docente no se brindan los espacios necesarios para analizar esta información. Además manifestaron cambios importantes en la dinámica de la comunicación diaria con sus alumnos y con las familias de éstos.