Los límites nos permiten delimitar, organizar y proteger. Son importantes para el desarrollo y evolución del niño. Aportan seguridad y protección. Además, es importante fomentar la responsabilidad y no la culpa como recurso para que los hijos puedan hacerse cargo de su propia vida. Se trata de poner límites sin que el niño se sienta humillado, ridiculizado o ignorado, de tal manera que se limite la conducta sin afectar la autoestima ni el respeto del niño.
Disciplina y Límites
No son sinónimo de castigo. Procede del latín y tiene el sentido de “conocimiento” o “instrucción”. Es un proceso de socialización, de enseñar a los niños comportamiento, carácter y autocontrol. Puede equipararse con la socialización, es decir, el proceso mediante el cual los niños adquieren hábitos, destrezas, valores y motivos para ser capaces de convertirse en miembros productivos y cumplidores de la ley en la sociedad.
Las técnicas disciplinarias han variado ampliamente en las distintas épocas históricas. Ha habido tiempos de rígido castigo físico y otros de relativa permisividad. Lo cierto es que los niños requieren afecto y aprobación, por lo que se aconseja a los padres:
Los niños necesitan saber las consecuencias de sus actos, incluyendo cómo se sientan los demás. Deben tener también la oportunidad de explicar sus actos, de tal modo que podrá desarrollar el sentido de la responsabilidad de su propia conducta.
Los límites nos permiten delimitar, organizar y proteger. Son importantes para el desarrollo y evolución del niño. Aportan seguridad y protección. Además, es importante fomentar la responsabilidad y no la culpa como recurso para que los hijos puedan hacerse cargo de su propia vida. Se trata de poner límites sin que el niño se sienta humillado, ridiculizado o ignorado, de tal manera que se limite la conducta sin afectar la autoestima ni el respeto del niño.
Las normas deben ser pactadas entre padres e hijos. Los efectos de no poner límites moldearán a un niño que nunca tiene suficiente, que exige cada vez más y que tolera menos, por lo que crece con una escasa o nula tolerancia a la frustración.
Durante los años preescolares, los niños adquieren ciertas actitudes generales sobre ellos mismos, por ejemplo, una sensación de bienestar o el sentimiento de ser “mocoso”. También establecen un conjunto de ideales y aprenden a compararse con lo que creen que deben ser.
Conforme los niños aprenden quienes son y comienzan a valorarse como fuerzas activas en el mundo, reúnen un guión personal que los ayuda a integrar su conducta. Los padres suelen ser la mayor influencia en el desarrollo de la autoimagen porque son quienes dan al niño las definiciones de correcto y erróneo, los modelos de comportamiento y las evaluaciones de los actos en que funda sus propias ideas.
Referencias
Craig, G. DESARROLLO PSICOLÓGICO. Editorial Prentice Hall. México.
Papalia, D. PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO. Editorial Mc Graw Hill. 7ª edición.
JUEGOS PARA DESARROLLAR HABILIDADES MOTRICES. Gil editores.
www.psicopedagogia.com
www.amapsi.org