Es indiscutible pensar que para poder ofrecer salud a sus hijos/as, primero tienen que poseerlo ellos mismos. Cuidar y control la salud mental propia, implica quererse, ser responsable, valorarse y promover las relaciones estables.
El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.
Pablo Neruda.
¿Qué significa salud mental?
En éste caso, está implícita la respuesta en la pregunta. Para un niño/a tener salud mental implica tener un núcleo familiar que le contenga, buenas experiencias de vida (juegos, aprendizajes significativos, educación de las emociones, respeto, organización espacial y temporal, reconocimiento y autoestima, comunicación asertiva, etc.).
Los padres y madres son un importante vínculo desde el momento de la gestación y a lo largo del desarrollo del niño/a. Ellos en primera instancia y posteriormente el entorno social y cultural son los modelos a seguir por el niño/a. Es indiscutible pensar que para poder ofrecer salud a sus hijos/as, primero tienen que poseerlo ellos mismos.
Cuidar y control la salud mental propia, implica quererse, ser responsable, valorarse y promover las relaciones estables. Los bebes al nacer dependen de la madre para cubrir sus necesidades físicas, afectivas y emocionales. La seguridad es la máxima, en todos estos aspectos.
Una seguridad que se manifiesta por: la mirada de la madre y el bebe, por las caricias, la musicalidad y balanceo al arroparlo y tenerlo muy cerca. También es muy importante como se presentan los objetos, el mundo que rodea al niño/a. El padre debe intervenir e involucrarse en éste diálogo, acompañar en el proceso de aprendizajes significativos.
No es fácil, ni simple, requiere de madurez, compenetración entre los miembros del grupo familiar, saber tolerar errores, dificultades que pueden atomizar ese proceso. En todo momento deben facilitar la exploración del niño/a en el amplio sentido de la palabra, ayudarle a superar etapas, gestionar bien las emociones, promover un vínculo estable y comunicativo. Para saber si el crecimiento y desarrollo van de la mano, existen diferentes valoraciones, escalas y protocolos de actuación.
Es fundamental tener un control médico, con el pediatra o médico de familia. Si hiciera falta, el médico puede trazar lazos con otros profesionales (psicólogos, psicopedagogos, terapeutas del lenguaje, psicomotricistas, musicoterapeutas, etc.) y gestionar el caso, de acuerdo a las necesidades, demandas e inquietudes del niño/a.
Cada niño/a es un mundo y requiere ser respetado, valorado dentro de su contexto social y cultural. La salud mental, según investigaciones demuestra que entre un 30 y un 50% demuestra que los padres que presentan enfermedad mental, sus hijos/as son diagnosticados con desórdenes mentales.