Les vamos entonces a presentar el funcionamiento de un grupo, con la idea que cada uno se pueda apropiar de ello a su manera. En ese sentido, lo que proponemos no es ni más ni menos que un ejemplo que se puede adaptar a otros ámbitos profesionales, otras prácticas, tener otras reglas para posibilitar la puesta en común de la práctica, la experiencia, y recapacitar tanto sobre el lugar de profesional como el de los pacientes.
En la ocasión de los 10 años del portal www.espaciologopedico.com , queremos compartir nuestra experiencia y animar a los profesionales a organizar grupos de supervisión con los fines de poder reflexionar sobre su clínica.
Les vamos entonces a presentar el funcionamiento de un grupo, con la idea que cada uno se pueda apropiar de ello a su manera. En ese sentido, lo que proponemos no es ni más ni menos que un ejemplo que se puede adaptar a otros ámbitos profesionales, otras prácticas, tener otras reglas para posibilitar la puesta en común de la práctica, la experiencia, y recapacitar tanto sobre el lugar de profesional como el de los pacientes.
La reunión ocurre una vez al mes y dura dos horas. Participan ortofonistas. Una ortofonista es supervisora y anima el grupo. Su aporte es doble, tanto del lado de la reeducación en si misma (tipos de mediación para utilizar, ideas de ejercicios, reflexión sobre el tiempo y el ritmo de trabajo, los intercambios con otros profesionales, etc.) como del lado relacional y transferencial (comunicación con los pacientes y sus familias, lugar del profesional, discurso, presión exterior, etc.). Cada reunión sucede de la manera siguiente:
1- Lectura de los escritos del grupo precedente y actualización rápida de las informaciones concernientes a los casos entonces evocados. Las notas pueden ser bastante simples pero es primordial conservar el anonimato de los pacientes.
2- Presentaciones clínicas (2 o 3 según el tiempo). Cada presentación contiene una rápida anamnesis, la historia del trabajo hecho y la problemática actual (puede ser que haya un conflicto latente, que el paciente quiera parar cuando el profesional no, o al revés, que sea difícil encontrar nuevas ideas de trabajo, de avanzar, etc.). El supervisor pregunta por ciertos elementos específicos a la problemática que le parecen importantes (¿Cómo sucedió la primera sesión? ¿Qué es lo que le dijo en ese momento? ¿Cómo reacciona la madre? ¿Entiende lo que lee? ¿Qué opina la maestra? Etc.).
3- Apertura del panorama y de la reflexión por el supervisor, tanto dando direcciones terapéuticas y reeducativas para indagar, como indicando posturas del profesional que pueden resultar problemáticas para el paciente y también tratando de entender lo que le pasa al paciente.
4- Diálogo en el grupo dónde cada uno puede intervenir para evocar situaciones similares y cómo se han resuelto.
5- Intercambio de informaciones prácticas sobre coloquios, formaciones, libros, material y también asociaciones, buenas direcciones profesionales, redes o cualquier otra información que pueda servir al profesional y/o a sus pacientes.
Sobre ese tema, le aconsejamos el libro de Michael Balint, El paciente, el médico y la enfermedad.