Por último, desde el punto de vista fonológico, puedo sostener que el grafema w con valor vocálico aquí utilizado ha sido transcripto al castellano con el dígrafo gü antes de i e, o directamente gu (sin diéresis) antes de las otras vocales.
Conclusión
El respeto por la diversidad lingüística y por los usos de las variantes lingüísticas que caracterizan a cada región o provincia es un tema poco resuelto en los usos comunicativos de la lengua, ya que aún observamos casos de situaciones comunicativas orales en donde se manifiesta: “los tucumanos hablan mal” o “esa persona habla muy mal”, síntomas de una violenta discriminación lingüística (entiéndase discriminación lingüística como humillación, imposición o censura de una variante lingüística que no responde a las convenciones de la lengua estándar fijada por el estado) impuesta hace más de 500 años en América y que se reproduce cíclicamente hasta hoy.
Considero que esta fórmula de tratamiento muy usual en la praxis comunicativa oral de los hablantes de los departamentos de Simoca y Monteros, deviene de la estrecha influencia que ejerció esta lengua extinta: el kakán en la provincia de Tucumán, y por ende, de la aplicación de una fuerte política lingüística glotofágica impuesta por la colonización española desde el siglo XVII.
Por último, desde el punto de vista fonológico, puedo sostener que el grafema w con valor vocálico aquí utilizado ha sido transcripto al castellano con el dígrafo gü antes de i e, o directamente gu (sin diéresis) antes de las otras vocales. Por lo que me hace pensar y afirmar que el lexema wile, wila, güile, güila, guile o guila, procede de esta lengua muerta, pero que a su vez, ha dejado una innumerable cantidad de topónimos –de procedencia kakana, como ser: Chicligasta (Chikiligasta) que significa “pueblo atravesado por la pobreza”; Simoca (Shimukay) “pueblo de gente tranquila” y muchos más.
Referencias