El aula es siempre un buen espacio para escribir, pero es indispensable que las situaciones de escritura coexistan en lo cotidiano del aula y sean sostenidas en el tiempo. Se aprende a escribir, escribiendo. La escritura no existe en el vacío, sino que se presenta en forma contextuada, como un conjunto de marcas gráficas con una organización particular.
…No se trata solo de “escribir como puedan”, sino “lo mejor que puedan”…
Todo niño intenta escribir por sí mismo, con ayuda de su maestro y de fuentes de información disponibles.- El aula es siempre un buen espacio para escribir, pero es indispensable que las situaciones de escritura coexistan en lo cotidiano del aula y sean sostenidas en el tiempo.
Los niños en la “edad de la escritura” pueden comprender qué es lo que la escritura representa y cómo lo representa. Consiguen diferenciar la escritura de otros sistemas de representación gráfica y establecen condiciones necesarias para que las producciones propias y ajenas resulten legibles y se diferencien entre sí de acuerdo a cantidad y variedad de caracteres. Estas interpretaciones iniciales son dependientes de las condiciones externas, el contexto oral y escrito, y de las condiciones internas, es decir, la idea de que “eso escrito” es el nombre de las cosas.
Así el niño toma contacto con materiales que le permiten PRODUCIR su propio material escrito: cuántas y cuáles letras se necesitan poner… y en qué orden “para que diga…”, obligándolo a poner en juego diferentes soluciones que se constituirán en CONSTRUCTOS de conocimientos.
Se aprende a escribir, escribiendo. La escritura no existe en el vacío, sino que se presenta en forma contextuada, como un conjunto de marcas gráficas con una organización particular.- Por eso es fundamental la creación de un ambiente alfabetizador en el aula: elegir buenos portadores de textos, elegir almanaques, agendas, revistas, envases, calendarios, libros, juegos con reglamento, folletos, rótulos, listas, abecedario, carteles, planes…etc.-
Pero la sola presencia de estos portadores no es garantía de escritura posterior. El niño debe conocer previamente de qué se trata cada una de las escrituras. Por ejemplo: en el calendario de la semana, es fundamental conocer los días de la semana y su secuencia; De esta manera se “hace funcionar” el espacio alfabetizador para frecuentar y poner en uso el material escrito elegido para apoyo.-