La disgrafia constituye un trastorno de aprendizaje frecuente en el ámbito escolar, sus causas pueden aparecer desde etapas iniciales de la vida, en la mayoría de los casos se detectan por los docentes durante el proceso de enseñanza aprendizaje. La investigación constituyó un estudio descriptivo desarrollado en el Área de Salud Previsora. Municipio Camagüey, Cuba, en el período septiembre 2012– diciembre 2013.
INTRODUCCION.
El desarrollo de la Atención Primaria en el Sistema de Salud cubano alcanzó un momento cumbre al incluir Servicios de Rehabilitación ubicados en los lugares más cercanos a la población, en estos servicios se incluye la Logofonoaudiología como especialidad, que tiene como propósito desarrollar los diferentes niveles de prevención.
Muchos de los casos que se atienden en estas consultas son portadores de trastornos en el aprendizaje escolar, los padres buscan ayuda que complemente el trabajo que se desarrolla en las instituciones escolares.
En la definición de los trastornos de aprendizaje se destacan las investigaciones de Brueckner y Bond, quienes en 1968 caracterizaron este trastorno y ofrecieron pautas para su tratamiento. Refieren que los problemas de aprendizaje interfieren significativamente en el rendimiento académico o las actividades de la vida cotidiana que requieren lectura, cálculo o escritura.
Se diagnostican cuando el rendimiento del individuo en lectura, cálculo o expresión escrita es sustancialmente inferior al esperado por edad, escolarización y nivel de inteligencia, según indican pruebas normalizadas administradas individualmente.1
Las definiciones actuales se apoyan principalmente en dos fuentes claramente identificadas. De una parte, los textos científicos, que datan de los inicios del siglo pasado y que proponen una explicación de tipo fisiológico -hacen aquí referencia a la disfunción cerebral mínima-. De otra parte, los trabajos de Kirk (1962) que han dado una perspectiva educacional a la noción de dificultades de aprendizaje. Diversos descubrimientos científicos han venido paulatinamente agregándose a la definición.
Hasta ahora se ha atribuido la causa a un cierto número de factores asociados, como por ejemplo: las dificultades psicomotrices de lateralización, de organización espacial, o de ritmo; la situación desfavorable a nivel social, económica o cultural; las dificultades en la atención y la concentración; ciertos procesos cognitivos relativos a la resolución de problemas.2
Todas estas creencias han terminado por constituir un conjunto de postulados.
Según Jean-Pierre Brunet2 el primero tiene que ver con que las dificultades de aprendizaje responden al modelo médico. El segundo postula que estas dificultades son causadas por un disfuncionamiento neurológico. El tercer postulado asocia las dificultades con una perturbación de los procesos psicológicos. El cuarto refiere que las dificultades de aprendizaje están asociadas al fracaso escolar, y finalmente, el quinto postulado afirma que ellas no son causadas en primer lugar por otra condición productora de discapacidad.
Kavale y Forness2 concluyen que cada uno de los postulados plantea un problema y que, consecuentemente, ninguno puede ser aceptado sin lugar a equívocos. Estiman igualmente, con numerosas pruebas que lo apoyan, que los enunciados presentes en las definiciones no son en general válidos y que, en consecuencia, su valor en cuanto a indicadores de las dificultades de aprendizaje es cuestionable.
En realidad, de esos cinco postulados, solamente el relativo al fracaso escolar ha sido ampliamente operacionalizado y por lo tanto utilizado en la práctica. En la base de este postulado se encuentra la noción de desviación de retraso constatado entre el rendimiento dado por un alumno y el rendimiento esperado. Este criterio es dominante, a veces único, en la identificación y en la clasificación de los alumnos con trastornos de aprendizaje.
El Universo lo constituyeron los menores del área con disgrafia y profesionales vinculados a su atención en escuelas de Enseñanza Primaria. Por muestreo intencional, no probabilístico se seleccionaron 21 estudiantes de los grados 3ro y 4to, pesquisados y tratados en la consulta de Logofonoaudiología.
La definición propuesta en 1987 por el National Joint Committeeon Learning Disabilities (NJCLD)2 plantea que las dificultades de aprendizaje son un término genérico que designa un conjunto heterogéneo de perturbaciones que se manifiestan por dificultades persistentes en la adquisición y en la utilización de la escucha, de la palabra, de la lectura, de la escritura, del razonamiento o de las matemáticas, o de habilidades sociales.
Estos desórdenes son intrínsecos a la persona y son presuntamente causados por un disfuncionamiento del sistema nervioso central. Aunque una dificultad de aprendizaje puede manifestarse en concomitancia con otras condiciones que producen discapacidades, (por ejemplo las deficiencias sensoriales, el retraso mental, las perturbaciones sociales o emocionales), con otras influencias socio ambientales (por ejemplo, las diferencias culturales, una instrucción insuficiente o inapropiada, factores psicogenéticos) y particularmente con una perturbación en la atención, que pueden todas ellas causar dificultades de aprendizaje,
Muchos investigadores han asociado estos problemas a niños que sufren trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), se plantea que son más propensos que sus pares a tener problemas de escritura, como mala ortografía y gramática. Un estudio dirigido por Slavica Katusic3 de la Clínica Mayo, que incluyó a todos los niños nacidos en Rochester, Minnesota entre 1976 - 1982 y continuaban viviendo en la ciudad, determinó que ¨los trastornos del lenguaje escrito suelen ser desestimados por maestros y padres¨. Encontró como datos significativos los siguientes: de los 379 niños que cumplían con el criterio de TDAH, este fue más común en los varones que en las niñas. Además, más de 800 obtuvieron resultados malos en lo que respecta a la capacidad de escritura. Se evidenció relación entre las dificultades en la escritura y los problemas de lectura. Los problemas de escritura aparecieron con mayor frecuencia en los niños y niñas con TDAH: casi dos tercios de los varones con TDAH, comparado con uno de cada seis chicos sin TDAH. En el caso de las niñas, el 57 % de las que padecían TDAH tenían problemas de escritura, frente a menos del 10 % de las que no sufrían el trastorno atencional.