Crecer es una interesante pero dura tarea, en la cual se necesita de otros que se atrevan a acompañarnos. La protagonista de esta historia supo encontrarlos, y ellos tuvieron la dicha de encontrarla a ella.
Sin duda, estos interlocutores intrépidos y osados que la invitaban a participar en cada instancia de diálogo posible, han ayudado mucho a esta pequeña. Lo que quizás muchos no sepan es cuánto esta niña les ha ayudado a ellos. Sin duda, ella supo darles la oportunidad de aprender a conocer que hay distintas maneras de decir, que hay diferencias que nos distinguen pero que por ello, no nos limitan, que el amor y el respeto pueden resultar el mejor antídoto para cualquier problema o dolor, que confiar en otros es posible, que confiar en uno mismo es la mejor manera de sobrepasar cualquier obstáculo.
Crecer es una interesante pero dura tarea, en la cual se necesita de otros que se atrevan a acompañarnos. La protagonista de esta historia supo encontrarlos, y ellos tuvieron la dicha de encontrarla a ella.
Así, estos pequeños compañeros festejaban con gritos de alegría cada nueva palabra que ella lograba producir, y con rapidez corrían hacia el escritorio de la maestra a contarle esa buena noticia, diciendo: “¡Seño, seño… Victoria dijo una nueva palabra!”.
La vida, el destino o quien haya puesto allí a estos niños en ese pedazo de vida por compartir, la infancia, les ha ayudado a aprender muchas cosas que quizás nadie les había enseñado antes y quizás nunca le enseñarían. Ellos le enseñaron que es posible confiar en otros, le enseñaron que la dificultad para respetar las reglas impuestas por la lengua no implica no respetar el decir de cada uno, le enseñaron que ciertas interferencias en la comunicación no se deben a cómo sean dichas esas palabras sino a cómo pueden ser escuchadas, le enseñaron que esos adultos que ponían “cara rara” al oírla, poco sabían de atender al discurso de un niño, le enseñaron que para construir un vínculo con alguien sólo basta con desearlo...
Por su parte, Victoria les enseñó que el amor, el respeto y el cuidado pueden “curar” muchos problemas, pueden animar a nuevos desafíos, pueden alentar a seguir creciendo, pueden ayudarnos y ayudar a otros.
Todos han aprendido y, sin duda alguna, continuarán aprendiendo. Pero además, estos atrevidos niños les han dado una lección a unas cuantas personas adultas que antes que escuchar, prefieren silenciar; que antes que aceptar decires diferentes prefieren rotularlos de “incomprensibles”.
Así, esta pequeña “de pocas palabras” supo hallar su lugar en un mundo de grandes a los que, a veces, les resulta difícil entender a los chicos; y en muchas ocasiones, esto no se debe a que su lenguaje sea “ininteligible”. El mayor inconveniente presente en cualquier instancia de comunicación no es la diferencia entre nuestros decires, sino que para entender a otra, hay que estar dispuesto a escucharlo, como los amigos de esta niña se lo han propuesto. Será por eso, que ellos pudieron comunicarse con ella mucho antes de que otros, siquiera, pudieran advertir algo de todo lo esta muchachita era capaz de decir y contar.
La vida está hecha de pequeños encuentros que nos afectan, y estos pequeños han sabido afectarse de la mejor manera posible, a través del amor, del respeto y el cuidado por uno mismo y por los otros. Ojala que, algún día, esos grandes, “poseedores del saber”, se atrevan a saber menos y dejarse afectar por todo lo que los niños nos pueden enseñar.