Dada la multiplicidad de factores que afectan o influyen en el desarrollo infantil de un niño, la evaluación y el diseño de un plan terapéutico requiere de un equipo multidisciplinario que va mucho mas allá del enfoque biomédico, integrando a múltiples especialistas que ayuden a comprender el perfil único de cada niño así como a aquellas personas que interactúan cotidianamente con el niño, tanto en el hogar como en la escuela.
4. Dada la multiplicidad de factores que afectan o influyen en el desarrollo infantil de un niño, la evaluación y el diseño de un plan terapéutico requiere de un equipo multidisciplinario que va mucho mas allá del enfoque biomédico, integrando a múltiples especialistas que ayuden a comprender el perfil único de cada niño así como a aquellas personas que interactúan cotidianamente con el niño, tanto en el hogar como en la escuela.
5. Los padres adquieren un rol central al ser ellos quienes mejor conocen al niño en su cotidianeidad y quienes interactúan a diario con ellos, lo que abre posibilidades de intervención intensiva, solo posible a través de ellos y la familia extendida.
Rol del afecto en el desarrollo infantil (3)
De acuerdo a Greenspan, es la codificación emocional de nuestras experiencias la que guía todo nuestro aprendizaje. “Desde el primer día de vida, todas nuestras experiencias tienen tanto un componente físico como un componente emocional. El componente físico es la parte concreta de la experiencia, el componente emocional es el que le otorga sentido o significado a la experiencia”3. El recién nacido experimenta una serie de sensaciones físicas en torno a su madre (voz, sonrisa, tacto). Estas sensaciones se vuelven importantes para el bebé por el hecho de como lo o la hacen sentir. Cada vez que experimenta esta combinación de sensaciones físicas, estas despiertan emociones de placer, seguridad, alegría. Gradualmente el bebé comenzará a anticipar estas emociones cada vez que escucha la voz de su madre/padre. Automáticamente comenzara a unir o asociar aquellas experiencias físicas (voz, sonrisa, caricias etc.) con la emoción que le genera en su interior, con lo que “siente emocionalmente”. Estas emociones dan origen a la idea “mental” de madre o padre.
La habilidad de unir emociones con los primeros gestos comunicativos emergen gradualmente durante los primeros meses de vida. Es esta habilidad del niño/a de interactuar con propósito con sus padres o cuidadores significativos, la que sirve de base al desarrollo cada vez más complejo en el ámbito social, emocional y cognitivo. El progresivo desarrollo de destrezas cognitivas, motoras, sensoriales, lingüísticas y sociales son instrumentos del desarrollo que solo cobran sentido en la medida que se organizan en torno a una comunicación intencional del afecto o emociones emergentes del niño/a. “Es como si todas estas destrezas del desarrollo fueran instrumentos de una orquesta donde el director es el niño/a, su sentido de si mismo, que coordina y organiza estos distintos instrumentos al servicio de la expresión de sus deseos, afecto o emociones” (3).
A medida de que los padres o cuidadores van creando u ofreciendo oportunidades para que el niño/a exprese sus emociones, deseos, o intenciones, van favoreciendo a que cada vez más el niño/a establezca conexiones o vínculos entre sus emociones, deseos o intenciones y sus instrumentos o destrezas del desarrollo (“instrumentos de la orquesta”), las cuales organiza en torno a una conducta comunicativa. En los niños/as que carecen de esta habilidad básica de conectar sus emociones con su conducta (o palabras), de expresar su sentido de si mismo e intencionalidad, el componente clave que estimula la progresión del desarrollo estará ausente. En niños en el “espectro autista” esta habilidad estaría comprometida en distintos grados de severidad a lo largo del espectro.