A comienzos de la década de los noventa, Stanley Greenspan, connotado psiquiatra infantil, autor de numerosos libros, y reconocida experiencia en temas de desarrollo infantil típico y atípico, plantea la necesidad de hacer un cambio paradigmático en la forma de evaluar a niños que presenten dificultades del desarrollo y en el cómo planificar el trabajo terapéutico que ayude a dichos niños a alcanzar su máximo potencial.
Cambio de paradigma
Históricamente la visión del desarrollo infantil se ha basado en observar el progreso de las que han sido descritas como las clásicas “áreas del desarrollo”: Desarrollo cognitivo, de lenguaje comprensivo y expresivo, desarrollo de la motricidad gruesa y fina, y desarrollo socio-emocional. Se han descrito hitos del desarrollo en cada una de estas áreas y se han desarrollado instrumentos para evaluar cada una de ellas por separado, de acuerdo a las edades promedios en que un niño/a con desarrollo típico va logrando estos hitos. Posteriormente se ha descrito que el desarrollo de todas estas áreas se encuentra entrelazado y se afectan mutuamente, pero ha prevalecido la noción, desde Piaget, de que el desarrollo cognitivo comanda e impulsa el desarrollo de las otras áreas.
El enfoque clásico en el trabajo terapéutico con niños con trastornos del desarrollo, también conocidos como “niños con necesidades especiales” ha consistido en la búsqueda de un diagnóstico sindromático por parte de un neurólogo y/o psiquiatra infantil y la identificación de posibles terapias individuales que apoyen algunas de las áreas del desarrollo descritas previamente. Los diagnósticos suelen basarse en las categorías descritas en el manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales (DSM IV-TR) y la rehabilitación suele tener un fuerte énfasis en promover el desarrollo de lenguaje y habilidades cognitivas, agregando terapias que fortalezcan el sistema motor si el niño evidencia dificultades en esta área del desarrollo.
A comienzos de la década de los noventa, Stanley Greenspan, connotado psiquiatra infantil, autor de numerosos libros, y reconocida experiencia en temas de desarrollo infantil típico y atípico, plantea la necesidad de hacer un cambio paradigmático en la forma de evaluar a niños que presenten dificultades del desarrollo y en el cómo planificar el trabajo terapéutico que ayude a dichos niños a alcanzar su máximo potencial. Este cambio paradigmático plantea las siguientes redefiniciones (1):
1. Cada niño con trastornos del desarrollo tiene un perfil único de fortalezas y debilidades individuales, relaciones familiares y habilidades funcionales del desarrollo, aunque compartan un mismo diagnostico sindromático (ej. Autismo, Síndrome de Down, Trastorno de Lenguaje, Déficit de Atención Hiperactivo). Es este perfil único de cada niño el que debe comandar el plan terapéutico por sobre el diagnostico sindromático.
2. El afecto y las emociones tienen un rol central en promover la adquisición de nuevas habilidades del desarrollo, no solo en el establecimiento del vinculo emocional con los cuidadores, sino que también en la organización de la intención comunicativa, de los comportamientos sociales más complejos, y en la adquisición de habilidades cognitivas que permitan el acceso a ideas simbólicas y pensamiento lógico. De acuerdo a Greenspan, el área afectiva (o socio-emocional) es el área que comanda el desarrollo de las otras áreas, priorizando esta área por sobre el área cognitiva (2).
3. La visión del desarrollo infantil requiere por lo tanto ser entendido no solo en sus distintas áreas clásicas (cognitivo, lenguaje, motor, socio-emocional) sino en como el niño integra funcionalmente estas áreas del desarrollo a medida de que va creciendo de manera de desarrollar habilidades funcionales que le permitan interactuar con propósito con sus seres cercanos para comunicar afecto, necesidades, deseos, ideas, emociones y pensamientos, así como resolver problemas en la vida cotidiana.