Para modificar una conducta el punto de partida es el niño/a. Si hacemos una lectura de lo que el niño/a nos dice y tenemos presente todas las variables, componentes y características, podremos trazar un plan, que ayude a cambiar sus conductas perturbadoras.
Dentro de la consulta, ya sea ésta escolar o privada, muchas veces, nos encontramos con niños/as de la etapa preescolar o primaria inicial, que presentan trastornos de la conducta y de la atención.
Generalmente, se piensa que atrás de los trastornos hay algo que el niño/a quiere manifestar: ¿ llamar la atención de los adultos?, ¿una necesidad de aprobación?, ¿reclamar a viva voz, más afecto?, ¿necesidad de que el adulto le ponga inexorablemente, más límites?, etc.
Existen muchos modelos de intervención en éste aspecto. Desde el modelo psicodinámico, conductual, cognitivo, estadístico, comunitario, integrado, etc. Depende de la orientación de cada profesional y la finalidad que pretendemos alcanzar.
Para delimitar el terreno en el que estamos trabajando, tenemos que observar mucho y con cuidado al niño/a en cuestión.
Definimos a la Conducta como cualquier actuación del individuo, que puede ser observada objetivamente.
Reforzador: Estímulos que siguen una respuesta. Creemos que cada actividad que realice el niño/a debe ser reforzada, ya que de ésta forma se podrá arribar a la generalización de la actividad.
Los reforzadores pueden ser extrínsecos, es decir que tienen un procedencia externa al niño/a, que proviene de otras personas e intrínsecos, que son aquellos que se encuentran en el interior del niño/a y responden a sus sentimientos, aprendizajes tempranos, ideas, etc.
El reforzador deberá cumplir dos condicione básicas:
a) Ser el acontecimiento que va después de la respuesta.
b) Incrementar la probabilidad de la respuesta.
Ritual de entrada.
- ¿Cómo se presenta el primer día de sesión? ¿con quién acude? ¿responde a los límites de la persona que lo acompaña? (madre/ padre/ familiar/ tutor/ otro especialista). ¿Se muestra ansioso?, ¿inseguro frente a lo nuevo?, ¿es provocador?, ¿perseverante? ¿conformista? ¿se inhibe cuando nos dirigimos a él/ella? ¿ se lo percibe duditativo? ¿busca la complicidad de los que conoce?...Si bien está primera impresión no es definitoria, sí nos puede dar unas primeras pautas de acercamiento al niño/a. En posteriores sesiones, descubriremos con su permiso, todo el contorno de su universo, sus gustos, sus preferencias, sus necesidades vitales, etc. Ese es el motor inicial, para modificar una conducta no deseada, nuestro desafío.
- El material que se le ofrece deberá estar pautado previamente a la sesión. Por ejemplo, se le puede ofrecer una caja, en donde pueda encontrar: material fungible variado, juegos didácticos (rompecabezas, loterías, dominós, encajes, etc), fotos o láminas (que pueden ser usadas para contar historias o describir cualitativamente imágenes), etc.
- Las consignas deberán estar claras desde el primer momento, antes de que el niño/a comience la sesión. Se deberá insistir en que cuide el material disponible, que debe utilizar uno a la vez y que al final de la sesión, deberá guardar todo ordenadamente en el recipiente en donde lo encontró.
- Para fomentar los primeros hábitos de trabajo en el aula de logopedia, el niño/a deberá recibir espontáneamente una explicación sobre donde se encuentran los materiales que necesita y que va a hacer en éste lugar.
- Es interesante observar como se da el primer contacto con los objetos. - ¿Cómo se relaciona con ellos?
- ¿crea algún tipo de vínculo?
- ¿los ordena en un espacio limitado?
- ¿los expande sin límites sobre la superficie donde está trabajando?
- ¿los aglutina?
- ¿juega con un elemento solo durante todo el tiempo de la sesión?
- ¿se deslumbra ante algún objeto en especial?
- ¿vuelve insistentemente a un objeto?
- ¿Utiliza el objeto como mediador entre su relación con el adulto?.
Desarrollo de la sesión.
- El/la logopeda no deberá ofrecer muchas consignas, puesto que pueden generar hacia un efecto desbordador y conducir a estimular conductas no deseadas. Se deberá mesurar las órdenes a sus posibilidades y demandas. El exceso de la motivación suele provocar ansiedad.
- En ésta etapa del desarrollo de la sesión, se deberá destacarb la progresión de las órdenes, de una en unaes necesario, argumentar con un vocabulario en el que el niño/a pueda comprender y hacer eficiente dicha consigna. Con niños/as con problemas de lenguaje se puede graficar la consigna en el plano, en la pizarra, etc y en el momento en que la ejecute, adecuadamente, se puede poner en un tablero de cartulina, un distintivo, una ficha, un bono, en definitiva, un refuerzo positivo, dando la idea de que la ha podido llevar la consigna su término. Ello divierte mucho a los niños/as, les da un afán protagonista y sienten que han logrado adquirir un nuevo conocimiento. Este registro los estabiliza y les posibilita cambiar la ficha, por actividades que le agradan mucho.
- Si en la sesión se trabaja con la presencia de otros niños/as, el refuerzo se deberá hacer notar a través de la verbalización. Ello crea una imagen más positiva del niño/a dentro del grupo.
- En el momento de adquisición de nuevos aprendizajes, el refuerzo deberá ser continuo, ya sea: por medio del procedimiento verbal, a través de la generación de nuevas consignas, y/o por el refuerzo por fichas.
- Cuando adquiere adecuadamente los hábitos programados, el refuerzo deberá ser de mantenimiento, es decir, que será un refuerzo intermitente.
- Cuando se produce un acuerdo un compromiso por parte del niño/a y logopeda, éste se deberá seguir al pie de la letra. En el caso de modificarlo, se deberá dialogar sobre: ¿cuáles son las causas de este cambio?, ¿si los propósitos iniciales se han cumplido? ¿si está la necesidad cubierta? En ningún caso hacer ningún refuerzo negativo, pues puede ser vivido como un castigo.
- La dinámica que se persigue para modificar conductas, deberá crear confianza, seguridad, autoestima y receptividad.
- ¿Qué hacer cuando surgen o salen a la luz, aquellos comportamientos no esperados? Si la intención es eliminar una conducta, hemos de dejar de reforzarla. Cuando se ignora en todo el sentido de la palabra, pierde la fuerza, se debilita, pierde la magnitud, la frecuencia. El paso siguiente, es ofrecer una alternativa a la conducta perturbadora, ampliar el abanico de posibilidades, hacerla extensible a diferentes momentos de las próximas sesiones y reforzar positivamente. Si la conducta está muy afianzada se demorará en su extinción. En estos casos, se deberá comprometer a todas las personas que se vinculan con el niño/a, ya sea familia y otros profesionales, para hacer una actuación en conjunto.
Cierre de sesión.
- Se deberá crear un momento de reflexión, de culminación del trabajo. Este es un hábito muy saludable para las partes que intervienen en el aula de logopedia. Las técnicas de cierre pueden ser muy variadas, desde confirmar los acuerdos que se han elaborado a lo largo de la sesión, hacer una lista de intereses para trabajar en el próximo encuentro, dibujar libremente, crear un momento de relajación, etc. También se pueden canjear las fichas, bonos, tarjetas acumuladas en el espacio de trabajo, por refuerzos positivos.
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