La mediación como proceso que facilita la comunicación entre personas que están en conflicto intenta mostrar un camino hacia la solución de los problemas familiares.
El PROCESO DE MEDIACIÓN FAMILIAR
Las negociaciones pueden tener lugar cuando las partes en una disputa han reconocido su existencia, acuerdan la necesidad de resolverla, y se comprometen activamente en un proceso diseñado para solucionar la misma (Haynes, 1993).
Las parejas y las familias que acuden voluntariamente al servicio de mediación deben hacer un gran esfuerzo para entender las reglas de la mediación.
Hoy en día, podemos darnos cuenta del gran número de problemas que tienen que afrontar las familias: desempleo, separaciones, problemas de comunicación con los hijos, problemas de comunicación con la pareja, violencia doméstica.
Y todo ello, va paralelo a los cambios que se producen en nuestra sociedad y en la estructura familiar, dejando paso la familia extensa a la familia nuclear y la familia monoparental.
La mediación como proceso que facilita la comunicación entre personas que están en conflicto intenta mostrar un camino hacia la solución de los problemas familiares.
A la hora de iniciar el proceso de mediación tendremos muy en cuenta a las partes que se encuentran en conflicto, pero en los casos de mediación en separaciones y divorcios, el interés del menor será el criterio prevalente en la mediación familiar.
En demasiadas ocasiones, vemos a las partes más preocupadas en negociar en términos ganar o perder, que se olvidan de las personas que sufren las consecuencias de esta negociación.
En esta línea de principio se manifiesta la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, que expone: una concepción de las personas menores de edad como sujetos activos, participativos y creativos, con capacidad para modificar su propio medio personal y social; de participar en la búsqueda y satisfacción de sus necesidades y en la satisfacción de las necesidades de los demás.
Ocupará pues, un lugar central el interés del menor para el mediador, desde su inicio hasta su terminación, se consigan o no acuerdos durante la mediación.
Una vez que las partes han llegado a concretar acuerdos pondrán en disposición de la autoridad judicial los mismos para obtener su validación.
La mediación familiar no es la mejor solución para todos los problemas.
Podemos ser buenos mediadores, utilizar correctamente las herramientas del mediador y aplicar una a una las fases de la mediación, pero a pesar de lo anterior en muchas ocasiones van a seguir existiendo conflictos familiares con difícil solución.
La explicación debemos buscarla en la cultura de la mediación, es decir para poder construir el barco hace falta la madera. Nos adentramos en un terreno peligroso que se mueve entre la oferta y la demanda. ¿Existe una gran demanda de mediación?.
Nuestra sociedad muestra graves problemas de comunicación, de diálogo, que deja paso en demasiadas ocasiones a la violencia. Nos falta tiempo, nos falta un espacio y el lugar adecuado para hablar, escuchar, para entenderse. Poco a poco, como sociedad en continuo crecimiento hemos ganado independencia, autonomía, sabiduría, competitividad, pero hemos perdido en el camino algo importante, algo que sólo podemos apreciar en poblaciones pequeñas, los valores morales, la solidaridad, el compañerismos, la comprensión y el entendimiento.
Los mediadores ofrecemos el espacio para que esa comunicación fluya, pero ¿sabemos de la existencia de dicho espacio?.
Trabajaremos para la divulgación de la mediación y cuando se conozca, seguirá sin ser la solución a muchos problemas familiares.