Juegos... Fui un niño solitario, sin hermanos, sin apenas juguetes salvo los del Día de Reyes. Leía un libro al día, o cada dos días. Ese era mi universo. Como mucho jugaba al fútbol en la escuela o en el campo que había delante de mi casa, y a las canicas (era muy bueno en eso). Sobre lo que me marcó... primero los comics, El Capitan Trueno, Flash Gordon, Rip Kirby (mis novelas de ciencia ficción y detectivescas son herencia de estos dos últimos), luego los libros de Tarzán de Edgar Rice Burroughs y los de Guillermo Brown de Richmal Crompton, por último mi libro de cabecera que fue “Las mil y una noches”.
¿Piensa usted que el sistema educativo contempla la diversidad cultural? ¿qué le falta? Y ¿qué le sobra?
Creo que la diversidad cultural, debido a la llegada de emigrantes, nos ha caído encima como una losa que aún no sabemos como mover, pero me da la impresión de que en ese sentido vamos haciendo progresos integradores. Nos falta tiempo, aprendizaje, ver los errores y aprender de ellos. Los cambios sociales son mucho más rápidos que la capacidad de las administraciones para darse cuenta de ellos, van siempre por delante.
¿Cómo podría un logopeda utilizar la literatura juvenil como una herramienta aliada a su praxis?
Muchos de mis libros los leen ancianos, porque dicen que los entienden. Eso es algo enorme. De la misma forma he conseguido que cientos de chicos y chicas lean porque han encontrado “el libro” que ha sido la llave de su incorporación al sistema lector. De niño yo era tartamudo, mucho, y una de las claves de que me reciclara fue leer en voz alta. De la misma forma que una aspirina sirve para casi todo, un libro también sirve para casi todo y más. Todo es posible con uno.
¿Cómo se podrían presentar cuentos para niños con necesidades educativas especiales?
No deberían presentarse libros dirigidos, en ningún sentido. Un libro debe valer por sí mismo, llevar implicitas reflexiones, no tratar de incorporarlas de antemano.
¿Cómo se relaciona el rock con sus libros juveniles, como por ejemplo el recientemente galardonado con el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2007 “Kafka y la muñeca viajera”?.
El rock fue mi pasado, estuve muchos años dirigiendo revistas y viajando o entrevistando a estrellas. En mis novelas a veces hay música, aparecen grupos, cantantes, pero eso es porque son libros juveniles y la música es parte de su mundo. La música ya no tiene nada que ver con mi presente, salvo que escribo con ella a tope, para aislarme. No tiena pues nada que ver con “Kafka y la muñeca viajera” ni con otros libros a excepción de lo que oía cuando los escribí, que eso sí es importante, porque a veces escojo esa ambientación premeditadamente.
Y para finalizar ¿cuáles fueron los juegos que recuerda de su infancia? ¿y un libro que le ha marcado a lo largo de su vida?
Juegos... Fui un niño solitario, sin hermanos, sin apenas juguetes salvo los del Día de Reyes. Leía un libro al día, o cada dos días. Ese era mi universo. Como mucho jugaba al fútbol en la escuela o en el campo que había delante de mi casa, y a las canicas (era muy bueno en eso). Sobre lo que me marcó... primero los comics, El Capitan Trueno, Flash Gordon, Rip Kirby (mis novelas de ciencia ficción y detectivescas son herencia de estos dos últimos), luego los libros de Tarzán de Edgar Rice Burroughs y los de Guillermo Brown de Richmal Crompton, por último mi libro de cabecera que fue “Las mil y una noches”. Finalmente apareció la novela que más me impresionó a los 15 o 16 años: “El filo de la naveja” de William Somerset Maugham.