Si partimos de instalar un niño en un lugar de rechazo en el discurso familiar y no de aceptación que lo cause, es necesario hacerlo pasar por semejante oscuridad en una cueva sin salida, porque sabemos, que cuando se instala una medicación, previo convencimiento a los padres, no se retira tan frecuentemente.
Entiendo que nos convoca algo sobre lo que quisiera hacer una nueva reflexión.
Si partimos de instalar un niño en un lugar de rechazo en el discurso familiar y no de aceptación que lo cause, es necesario hacerlo pasar por semejante oscuridad en una cueva sin salida, porque sabemos, que cuando se instala una medicación, previo convencimiento a los padres, no se retira tan frecuentemente. El saldo es deudor, una pastillita no paga nunca la deuda sino que termina generando una deuda mayor: la usura que paga el niño con todo su cuerpo y alma.
La manera de alinearnos como Profesionales, que nos lleva a un concepto de niñez y salud mental, determina el posicionamiento en relación a una escucha libre de ruidos, y en el camino de la paz, que hace frente en la calidad de atención que le damos a nuestros consultantes. Nuestra enseñanza no puede caer, ni renunciar, ni apartarse, ni denunciar los principios que embanderan ciertos sectores, para llenar un tesoro que no incluye la niñez y sus familias, sino desde la tristeza y el padecimiento como ganancia para ellos. Nuestra ganancia es el bienestar del niño y, por ende, de la familia.
Si negamos al Inconsciente como principio rector, negamos la existencia de una psiquis para un sujeto, pasando a concebir un niño como un ente biológico únicamente, olvidándonos del concepto de pulsión, repetición, transferencia.
Apadrinar la niñez con el nombre de una enfermedad es hacerla huérfana de lo que no merece y nosotros somos los únicos responsables, los padres nos siguen. Los estados del alma ya tienen nombre propio y no es necesario agregarle otro. No es cierto que lo que abunda no molesta; el goce da cuenta de ello, diciendo presente en el objeto que aparece luego del corte entre necesidad y demanda. Pretender darle otra sustancia a estos estados es pretender hacer un corte en la conexión que hace puente, a la manera en que manifiesta la palabra como puerta de salida de los sentimientos humanos, llevando los significantes a lo oculto sin que salgan a la luz. Callar la palabra significa lo mudo, volver a un espejismo de una vasija sin flores, donde el desierto del Amo cubre el espacio real a lo imaginario.